lunes, 13 de enero de 2014

Capitulos de Maratom

CAPITULO # 14

Y ahora no era más que…
Con un nudo en la garganta, cerró los ojos y se quitó las cuentas del extremo de las trenzas, antes de comenzar a deshacerlas.
Mientras sus dedos se esforzaban en deshacer la primera de ellas, miró los pantalones que había dejado caer al suelo.
¿Por qué estaba haciendo ______ eso por él? ¿Por qué se empeñaba en tratarle como a un ser humano?
Estaba tan acostumbrado a ser tratado como a un objeto, que la amabilidad de esta mujer le resultaba insoportable. El trato impersonal y frío que había mantenido con el resto de sus invocadoras le había ayudado a tolerar la maldición, a no recordar quién y qué fue tiempo atrás.
A no recordar lo que había perdido.
Le permitía concentrarse tan solo en el aquí y el ahora, en los placeres efímeros que tenía por delante.
Pero los seres humanos no vivían de ese modo. Tenían familias, amigos, un futuro y muchos sueños.
Esperanzas.
Cosas que hacía siglos que él había dejado atrás. Cosas que jamás volvería a conocer.
— ¡Maldito seas, Príapo! —resopló mientras tironeaba de la última trenza—. ¡Y maldito sea yo también!
______ lo miró asombrada, de la cabeza a los pies y de nuevo hacia arriba, cuando por fin Tom salió del probador vestido con unos vaqueros que parecían haber sido diseñados específicamente para él.
La ceñida camiseta de tirantes que Selena le había prestado, le llegaba justo a la estrecha y musculosa cintura. Los pantalones le caían sobre las caderas, dejando a la vista una porción de su duro estómago, dividido en dos por la línea de vello oscuro que comenzaba bajo el ombligo y desaparecía bajo el vaquero.
______ tuvo el fuerte impulso de acercarse a él y deslizar la mano por aquel sugerente sendero para investigar hasta dónde llevaba. Recordaba demasiado bien la imagen de Tom desnudo delante de ella.
Con los dientes apretados y tratando de normalizar la respiración, tuvo que admitir que los vaqueros le sentaban de maravilla. Estaba mucho mejor que con los pantalones cortos —si es que eso era posible.
Sunshine estaba en lo cierto: tenía el mejor culo que un vaquero hubiese tapado jamás, y en lo único que podía pensar era en pasar la mano por ese trasero y darle un buen apretón.
La vendedora, y la clienta a la que ésta atendía, dejaron de hablar y miraron a Tom boquiabiertas.
— ¿Me quedan bien? —le preguntó a ______.
— ¡Uf!, sí corazón —le contestó ______ sin aliento, antes de pensar en lo que iba a decir.
Tom le sonrió, pero la sonrisa no le iluminó los ojos.
______ dio una vuelta completa a su alrededor y se fijó en la talla.
¡Ay, sí!, ¡un culo precioso!
Distraída por su bien formada espalda, pasó inadvertidamente los dedos sobre su piel mientras cogía la etiqueta. Sintió como Tom se tensaba.
— Ya sabes —dijo él, mirándola por encima del hombro—, que disfrutaríamos muchísimo más si ambos estuviésemos desnudos. Y en tu cama.
______ escuchó cómo la vendedora y la otra mujer jadeaban sorprendidas.
Con el rostro abochornado, se enderezó y lo miró furiosa.
— Tenemos que hablar con urgencia sobre los comentarios adecuados en un lugar público.
— Si me llevaras a casa, no tendrías que preocuparte por eso.
El tipo era realmente implacable.
Moviendo la cabeza con incredulidad, ______ cogió dos pares más de vaqueros, unas cuantas camisas, un cinturón, unas gafas de sol, calcetines, zapatos y varios boxers enormes y horrorosos. Ningún hombre estaría atractivo con aquellos calzoncillos, decidió. Y lo último que pretendía era que Tom resultase aún más apetecible.
Salieron de la zona de los probadores con Tom vestido de arriba abajo con la ropa nueva: un polo, unos vaqueros y unas zapatillas de deporte.
— Ahora pareces casi humano —bromeó ______, mientras dejaban atrás el departamento de ropa masculina.
Tom le dedicó una mirada fría y letal.
— Sólo por fuera —le contestó con voz tan baja que ______ no estuvo segura de haber escuchado bien.
— ¿Qué has dicho? —le preguntó.
— Que sólo soy humano exteriormente —dijo él hablando más alto.
______ captó la angustia en su mirada. Su corazón comenzó a latir con más fuerza.
— Tom —dijo con claras intenciones de reprenderle—, eres humano.
Él apretó los labios y le contestó con una mirada sombría y precavida:
— ¿En serio? ¿Un humano puede vivir dos mil años? ¿Se le permite a un humano caminar por el mundo unas cuantas semanas cada cientos de años?
Miró a su alrededor, fijándose en las mujeres que lo miraban a hurtadillas por entre la ropa. Mujeres que se detenían por completo, paralizadas, en cuanto lo veían por el rabillo del ojo.
Hizo un amplio gesto con la mano, señalando el espectáculo que se desarrollaba a su alrededor.
— ¿Has visto que hagan eso con alguien más? —el rostro de Tom adoptó una expresión dura y peligrosa, mientras la atravesaba con la mirada— No, ______, jamás he sido humano.
Con el urgente deseo de reconfortarlo, ella llevó la mano hasta su mejilla.
— Eres humano, Tom.

La duda que vio en sus ojos le partió el corazón.

CAPITULO # 15

Sin saber muy bien qué hacer ni qué decir para que se sintiera mejor, dejó pasar el tema y se encaminó hacia la salida. Estaba casi saliendo cuando se dio cuenta de que Tom no iba tras ella.
Se giró y lo localizó de inmediato. Se había distraído en el departamento de lencería femenina; estaba de pie junto a un expositor de minúsculas negligés negras. Comenzó a ruborizarse de nuevo; juraría que podía escuchar los lascivos pensamientos que pasaban en esos momentos por la mente masculina.
Sería mejor que fuese rápidamente a buscarlo, antes de que cualquiera de las mujeres se ofreciera como modelo. Se acercó apresuradamente y se aclaró la garganta.
— ¿Nos vamos?
Él la miró muy despacio, de arriba abajo y ______ supo por sus ojos que estaba conjurando su imagen con aquella prenda de gasa.
— Estarías deslumbrante con esto.
Ella lo miró con escepticismo. Aquella cosa era tan diáfana que se transparentaría por entero. Al contrario de lo que ocurría con él, el suyo no era un cuerpo que consiguiera hacer volver la cabeza de nadie —a menos que el susodicho estuviese muy desesperado. O hubiese estado encarcelado un par de décadas.
— No sé si deslumbraría a alguien, pero seguro que yo acababa congelada.
— No tardarías mucho en entrar en calor.
______ contuvo la respiración al escuchar sus palabras; las creyó a pies juntillas.
— Eres muy malo.
— No, en la cama no —dijo bajando la cabeza hacia la suya—. Realmente en la cama soy muy…
— ¡Aquí estáis!
______ retrocedió de un salto al escuchar la voz de Selena. Tom le dijo algo en una lengua extraña que no logró entender.
— Vaya, vaya —dijo con tono acusador—. ______ no entiende el griego clásico. Se dedicó a dormir durante todo el semestre —Selena la miró y chasqueó la lengua—. ¿Lo ves? Te dije que algún día te serviría para algo.
— ¡Sí, claro! —dijo a carcajadas—. Como si en aquella época yo me pudiera haber imaginado que ibas a convocar a un esclavo sexual gri… —la voz de ______ se extinguió al caer en la cuenta de que Tom estaba presente. Avergonzada, se mordió el labio.
— No pasa nada, ______ —la tranquilizó en voz baja.
Pero ella sabía que ese comentario lo había molestado. Era lógico.
— Sé lo que soy ______; la verdad no me ofende. En realidad, estoy más ofendido por el hecho de que me llames griego. Fui entrenado en Esparta y luché con el ejército Macedonio. Para mí era un hábito evitar todo contacto posible con los griegos antes de ser maldecido.
______ arqueó una ceja ante sus palabras, o mejor dicho ante lo que no había dicho. No hacía ninguna referencia a su infancia.
— ¿Dónde naciste?
Comenzó a latirle un músculo en la mandíbula, y sus ojos se oscurecieron de forma siniestra. Cualquiera que hubiese sido el lugar de su nacimiento, no parecía agradarle demasiado.
— Muy bien, soy medio griego; pero no estoy orgulloso de esa parte de mi herencia.
Bien; un tema espinoso. De ahora en adelante, borraría la palabra «griego» de su vocabulario.
— Volviendo al asunto de la negligé negra —dijo Selena—, debo decir que allí hay una roja que creo que le quedaría mucho mejor.
— ¡Selena! —le gritó ______.
Su amiga la ignoró y condujo a Tom al estante donde estaba colgada la lencería de color rojo. Selena cogió un picardías de color rojo brillante abierto por la parte delantera, y sujeto por un pequeño cordoncillo que se anudaba justo bajo el pecho. Los tirantes eran minúsculos. Unas braguitas y un liguero de encaje del mismo tono completaban el conjunto.
— ¿Qué estás pensando? —le preguntó ______ mientras Selena sostenía la prenda frente a Tom.
Él la miró de forma especulativa.
Si continuaban con ese jueguecito, acabaría muerta de vergüenza.
— ¿Queréis dejar ya eso? —les preguntó—. No pienso ponérmelo.
— De todas formas voy a comprarlo —dijo su amiga con voz resuelta—. Estoy prácticamente segura de que Tom es capaz de convencerte para que te lo pongas.
Él la miró divertido.
— Preferiría convencerla para que se lo quitara.
______ se cubrió la cara con las manos y gimió.
— Acabará animándose —le contestó Selena con un gesto conspirador.
— No lo haré —le dijo ______, aún oculta tras las manos.
— Sí lo harás —dijo Tom dejando zanjado el tema, mientras Selena pagaba la negligé roja.
Usó un tono tan arrogante y confiado, que ______ imaginó que no estaba acostumbrado a que le desafiaran.
— ¿Te has equivocado alguna vez? —le preguntó.
La diversión desapareció de su rostro, y de nuevo ocultó sus sentimientos tras una especie de velo. Esa mirada escondía algo, estaba segura. Algo muy doloroso, teniendo en cuenta la repentina tensión de su cuerpo.

CAPITULO # 16 (FIN DEL MARATOM)

La diversión desapareció de su rostro, y de nuevo ocultó sus sentimientos tras una especie de velo. Esa mirada escondía algo, estaba segura. Algo muy doloroso, teniendo en cuenta la repentina tensión de su cuerpo.
No volvió a pronunciar una sola palabra hasta que Selena regresó y le dio la bolsa.
— Vaya —comentó—, se me ocurre que podíais poner unas velas, una música tranquila y…
— Selena —la interrumpió ______—, te agradezco mucho lo que intentas hacer, pero en lugar de hablar de mí, ¿podemos ocuparnos de Tom?
Selena lo miró de reojo.
— Claro, ¿le pasa algo?
— ¿Sabes cómo sacarlo del libro? De forma permanente, quiero decir.
— Ni idea —contestó y se dirigió a Tom—. ¿Tú sabes algo al respecto?
— No he dejado de repetírselo: es imposible.
Selena asintió con la cabeza.
— Es muy testaruda. Nunca presta atención a lo que se le dice, a menos que sea lo que ella quiere oír.
— Testaruda o no —añadió ______ dirigiéndose a Tom—, no puedo imaginar una sola razón por la cual querrías permanecer encerrado en un libro.
Tom apartó la mirada.
— ______, no lo agobies.
— Eso es lo que intento, librarlo del agobio de su confinamiento.
— De acuerdo —dijo Selena, cediendo finalmente—. Muy bien, Tom, ¿qué horrible pecado cometiste para acabar metido en un libro?
— Hubris .
— ¡Ooooh! —exclamó Selena con tono fúnebre—, eso no es nada bueno. ______, puede que tenga razón. Solían hacer cosas como despedazar a la gente por eso. Deberías haber prestado atención durante las clases de cultura clásica. Los dioses griegos son realmente despiadados en lo referente a los castigos.
______ entrecerró los ojos para mirarlos.
— Me niego a creer que no exista ningún modo de liberarlo. ¿No podemos destruir el libro, o convocar a uno de tus espíritus, o hacer algo para ayudarlo?
— ¡Vaya!, ¿ahora crees en mi magia vudú?
— No mucho, la verdad. Pero te las arreglaste para traerle hasta aquí. ¿Es que no puedes pensar en algo que sirva de ayuda?
Selena se mordisqueó el pulgar en un gesto pensativo.
— Tom, ¿qué dios estaba a tu favor?
Él inspiró hondo, como si estuviese realmente cansado de sus preguntas.
— En realidad, ninguno de ellos me apreciaba mucho. Como era un soldado, normalmente dedicaba sacrificios a Atenea, pero tenía más contacto con Eros.
Selena le dedicó una sonrisa traviesa.
— El dios del amor y el deseo; lo comprendo perfectamente.
— No es por lo que crees —le contestó él agriamente.
Selena le ignoró.
— ¿Has intentado alguna vez recurrir a Eros?
— No nos hablamos.
______ puso los ojos en blanco ante el despreocupado sarcasmo de Tom.
— ¿Por qué no intentas convocarlo? —le sugirió Selena.
______ le lanzó una furiosa mirada.
— Selena, ¿podrías hacer el esfuerzo de ser un poco más seria? Sé que me he burlado de tus creencias durante todos estos años, pero ahora estamos hablando de la vida de Tom.
— Estoy hablando totalmente en serio —le contestó con énfasis—. Lo mejor para Tom sería invocar a Eros y pedirle ayuda.
¿Qué demonios? —pensó ______. La noche anterior, no creía que pudieran invocar a Tom. Quizás Selena tuviese razón.
— ¿Lo intentarás? —le preguntó ______.
Tom suspiró resignado, pero daba la impresión de que estaba más que dispuesto a zarandearlas a las dos. Con aspecto ofendido, echó la cabeza hacia atrás y mirando al techo dijo:
— Cupido, bastardo inútil, invoco tu presencia.
______ alzó las manos.
— ¡Joder!, no entiendo cómo no se aparece después de llamarlo de ese modo.
Selena se rió.
— Muy bien —dijo ______—. De todas formas no me creo nada de este abracadabra. Vamos a dejar las bolsas en mi coche y a buscar un sitio donde comer; allí podremos pensar algo más productivo que invocar al tal «Cupido, bastardo inútil». ¿Estáis de acuerdo?
— Por mí bien —contestó Selena.
______ le dio la bolsa con la ropa de su marido.
— Aquí están las cosas de Bill.
Selena miró en el interior y frunció el ceño.
— ¿Dónde está la camiseta de tirantes?
— Luego te la doy.
Selena se rió de nuevo.

Tom caminaba tras ellas, escuchando sus bromas mientras salían de la tienda.


Aqui esta el Maratom! Difrutenlo :) ADIOS

2 comentarios:

  1. Sii tiene que ver una salida para Tom.
    Si o sii..
    Me encantaa la fic :)

    Siguelaa pronto. Bye cuídate

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  2. Hola soy nueva en tu blog y dejame decirte q me encanta la fic es super buena.. oye quisiera saber si me podrias pasar el nombre del blog de novio obsecivo y agresivo para leerlo es q me llamo mucho la atencion el nombre jeje pleaseee..!!!!

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