miércoles, 30 de abril de 2014

Capitulos del maratom

CAPITULO # 87
______ acababa de preparar una sopa de sobre y unos sándwiches cuando Tom entró a la cocina.
— ¿Te sientes mejor?
— Sí —le contestó mientras se sentaba a la mesa.
______ removió su sopa con la cuchara y lo observó comer. Su cabello reflejaba la luz del sol del atardecer y lo hacía parecer aún más claro. Se sentaba con una postura muy erguida, y el más leve de sus movimientos despertaba una oleada de deseo en ella. Podría pasarse todo el día contemplándolo de ese modo y no se cansaría.
No. Lo que en realidad deseaba era levantarse de la silla, acercarse a él, sentarse en su regazo y pasarle las manos por esas maravillosas ondas negras mientras lo besaba ardorosamente. 
¡Déjalo ya! Si no se controlaba, ¡sucumbiría a la tentación!
— ¿Sabes? —le dijo, insegura—. He estado pensando… ¿Y si te quedaras aquí? ¿Tan malo sería vivir en mi época?
La mirada que le dedicó hizo que se sofocara.
— Ya hemos hablado de esto. Éste es no es mi mundo; no lo comprendo, no entiendo vuestras costumbres. Me siento extraño, y odio esa sensación. 
______ se aclaró la garganta. De acuerdo, no volvería a mencionar el tema. 
Suspirando, cogió el sándwich y comenzó a comérselo, aunque lo único que le apetecía era discutir.
Una vez acabada la cena, Tom la ayudó a limpiar la cocina. 
— ¿Quieres que te lea? —le preguntó.
— Claro —le contestó.
Pero ______ sabía que algo iba mal. Le estaba ocultando algo; se mostraba casi frío.
No lo había visto así desde que lo conoció.
______ subió, cogió su libro nuevo de Peter Pan y volvió a bajar. Tom ya estaba tumbado en el suelo, apilando los cojines.
Ella se acomodó en el suelo, perpendicular a él y recostó la cabeza sobre su estómago. Pasó la primera página y empezó a leer.
Tom escuchó la voz suave y melodiosa de ______, y no dejó de mirarla un solo instante. Observaba cómo sus ojos bailaban sobre las páginas mientras leía. 
Se había prometido no tocarla pero, en contra de su voluntad, alargó un brazo y comenzó a acariciarle el pelo. El contacto de su cabello sobre la piel lo inflamó e hizo que su entrepierna se endureciera aún más, anhelando dolorosamente poseerla. 
Mientras las oscuras y sedosas hebras acariciaban sus dedos, dejó que la voz de ______ lo alejara de allí y lo llevara a un lugar acogedor. Se sentía en ese hogar esquivo que había perseguido durante toda la eternidad. 
Un lugar en donde sólo existían ellos dos. Sin dioses ni maldiciones.
Maravilloso.

CAPITULO # 88

______ arqueó una ceja cuando notó que la mano de Tom se apartaba de su cabello y le desabrochaba el botón superior de la camisa. Contuvo la respiración y aguardó expectante, pero aún así no estaba muy segura de sus intenciones. 
— ¿Qué estás…?
— Sigue leyendo —le dijo mientras acababa de desabrochar el botón.
Con el cuerpo cada vez más acalorado, ______ leyó el siguiente párrafo. Tom le desabrochó el siguiente botón.
— Tom…
— Lee.
Ella leyó otro párrafo mientras su mano descendía hasta el siguiente botón. Sus acciones le hacían perder el control y respiraba entrecortadamente con el corazón latiendo a un ritmo cada vez más frenético.
Alzó la mirada y se encontró con los ojos hambrientos de Tom.
— ¿Qué es esto? ¿Una sesión de lectura con striptease incluido? ¿Yo leo un párrafo y tú desabrochas un botón?
Como respuesta, Tom deslizó una cálida mano por encima del sujetador hasta cubrir con ternura uno de sus pechos. ______ gimió de placer cuando él empezó a acariciarla por encima del sostén y la piel de sus brazos se erizó ante el calor que emanaba de él. 
— Lee —le ordenó de nuevo. 
— Sí, claro. Como si pudiese leer mientras tú…
En ese momento, Tom le desabrochó el cierre delantero del sujetador y cubrió su pecho desnudo con una mano.
— ¡Tom!
— Léeme, ______. Por favor.
¡Como si fuese posible!
Pero la súplica que teñía su voz le llegó al corazón. Obligándose, se concentró en el libro y Tom siguió pasando las manos sobre su piel.
Sus caricias eran relajantes y dulces. Sublimes. No se parecían en nada a las que usaba para inflamarla y seducirla, eran algo muy diferente. Más allá de los límites de la carne. Involucraban directamente al corazón.

CAPITULO # 89

Después de un tiempo, se acostumbró a los círculos que Tom trazaba alrededor de sus pechos, de sus pezones y de su ombligo. Se perdió en el instante, en la extraña intimidad que estaban compartiendo. 
Acabó el libro cerca de las diez. Tom pasó los nudillos sobre un endurecido pezón mientras ella dejaba el libro a un lado.
— Tus pechos son preciosos.
— Me alegra que digas eso. —Escuchó que el estómago de Tom rugía bajo su oreja—. Me da la sensación de que tienes hambre.
— El hambre que tengo no puede ser saciada con comida.
El rostro de ______ adquirió un tono escarlata.
Él deslizó las manos desde su ombligo hasta la garganta, una vez allí trazó la línea de la mandíbula y ascendió hasta el cabello. Con los pulgares, dibujó el contorno de sus labios.
— Qué extraño —dijo—. Sólo cuando me besas llego al borde del abismo. 
— ¿Cómo?
Bajó las manos de nuevo hasta su vientre.
— Adoro la sensación de tu piel contra la mía. La suavidad de tu cuerpo bajo mi mano —le confesó en voz baja—. Pero sólo cuando tus labios rozan los míos siento que pierdo el control. ¿A qué crees que se deberá?
— No lo sé.
En ese momento sonó el teléfono.
Tom lanzó una maldición.
— Odio esos chismes
CAPITULO # 90 (FIN DEL MARATOM)


— Yo estoy empezando a odiarlos también.
Tom retiró la mano para que ______ pudiera levantarse.
Ella la cogió y la volvió a poner sobre su pecho.
— Déjalo que suene.
Él sonrió ante su actitud e inclinó la cabeza, acercándola a la suya. Sus labios estaban tan cerca que ______ podía sentir su aliento en el rostro. De repente, Tom retrocedió bruscamente.
Ella vio la agonía, el deseo en sus ojos un instante antes de que los cerrara y apretara los dientes como si luchara para contenerse.
— Ve a contestar el teléfono —susurró, liberándola. ______ se puso en pie; le temblaban tanto las piernas que apenas si la sostenían. Cruzó la habitación y cogió el inalámbrico mientras se tapaba los pechos con la camisa. 
— Hola, Selena.
Tom la escuchó hablar con el corazón pesado como el plomo, luchando contra el fuego que lo arrasaba. 
Lo último que quería era dejar este refugio. Jamás había disfrutado tanto en su vida como desde que conoció a ______. Y ahora estaba ansioso por pasar con ella cada segundo del tiempo que disponían para estar juntos. 
— Espera y le pregunto. —______ volvió a su lado—. Selena y Bill quieren saber si nos apetecería salir con ellos el sábado. 
— Tú decides —le contestó Tom, esperando que declinara la invitación.
Ella sonrió y se colocó de nuevo el teléfono en la oreja.
— Eso suena genial, Selena. Será muy divertido… Vale. Nos vemos entonces. —Dejó el teléfono en su sitio—. Voy a darme una ducha rápida antes de ir a la cama. ¿Vale?
Tom asintió. La observó subir las escaleras. Deseaba más que nunca volver a ser mortal.
Daría cualquier cosa por poder seguirla en ese momento, tumbarse junto a ella en la cama y enterrarse profundamente en su cuerpo. 
Cerrando los ojos podría jurar que era capaz de sentir la humedad de ______ rodeándolo. 
Se mesó el cabello. ¿Cuántos días más podría soportar esta tortura?
Pero quería luchar contra ella. Se negaba a rendirse, a entregar su cordura un segundo antes del plazo que las Parcas habían decretado.





HOLA!!!  BUENO AQUI ESTAN LOS CAPS DEL MARATOM ... ME ALEGRO QUE LES ESTE GUSTANDO MUCHO, A MI ME GUSTA ESTA HISTORIA, BUENO SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO, QUE ESTEN BIEN Y YA SABEN, SI VEO MAS DE 1 COMENTARIO LES AGREGO MAÑANA SI NO .. NO ADIOS :))

martes, 29 de abril de 2014

Capitulos del maratom

CAPITULO # 83
Rodney luchó inútilmente para zafarse de los puños de Tom.
— ¡Es mía! Te mataré antes de que te interpongas entre nosotros.
Tom ladeó la cabeza como si no pudiese creer lo que acababa de oír.
— ¿Estás loco?
Rodney lanzó una patada al vientre de Tom.
Él le dio un puñetazo en la mandíbula con los ojos ensombrecidos. Rodney cayó desmadejado al suelo.
Mientras Tom se agachaba junto al tipo, ______ suspiró aliviada. Todo había acabado.
— Es mejor que te mantengas inconsciente —lo amenazó Tom. 
Se enderezó y abrazó a ______ hasta casi aplastarla.
— ¿Estás bien, ______?
Ella no podía respirar pero, en ese momento, no le importaba.
— Sí, ¿y tú?
— Mejor, ahora que sé que estás bien.
Unos minutos después, la policía consiguió abrir las puertas del ascensor y ______ vio que habían quedado atrapados entre dos pisos.
Tom la alzó por la cintura y ella agarró la mano que le tendía un policía para ayudarla a llegar hasta el suelo.
Una vez estuvo fuera del ascensor, frunció el ceño mientras observaba a los tres agentes que estaban ayudando a Tom a sacar el cuerpo inconsciente de Rodney.
— ¿Cómo supieron que estábamos ahí?
El agente de más edad retrocedió un paso y dejó que los otros dos hombres alzaran a Rodney para sacarlo.
— La operadora del servicio de emergencias nos llamó. Dijo que parecía haber una guerra en el ascensor.
— Y lo fue —le contestó ella, nerviosa.
— ¿A quién esposamos?
— Al que está inconsciente.
Mientras ______ esperaba que Tom llegara a su lado, observó la oscuridad que reinaba en el hueco del ascensor, por donde él había bajado para llegar hasta ella. Era un espacio muy reducido.
Recordó la mirada en el rostro de Tom, la noche que apagó la luz. Y la expresión alterada que tenía poco antes, cuando subieron a su consulta.
Aún así, había venido a rescatarla.
Abrumada, sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas.
Ha sido capaz de pasar por eso para protegerme.
Tan pronto como salió del ascensor, ______ lo abrazó con fuerza.
Tom temblaba a causa de la fuerza de las emociones que sentía. Estaba tan aliviado al verla sana y salva… La cogió por la cintura y la besó.
— ¡No!
Tom la soltó en el mismo instante que Rodney se zafaba de una patada del policía. Las esposas le colgaban de una de las muñecas mientras se hacía con la pistola del agente y apuntaba. 
Acostumbrado a reaccionar en mitad de una batalla, Tom agarró a ______ y la empujó hacia la izquierda en el instante en que Rodney disparaba.
El disparo pasó rozándolos, y fue seguido por otros dos más. Otro de los agentes, el de más edad, había disparado a Rodney.
______ intentó acercarse, pero Tom se lo impidió.
La mantuvo pegada a él, con el rostro enterrado en su pecho, mientras observaba cómo Rodney moría.
— No mires, ______ —susurró—. Hay ciertos recuerdos que no necesitas conservar. 

CAPITULO # 84

— Sí, Selena —le contestó ______ por teléfono mientras se vestía para ir a trabajar—. Ya ha pasado una semana. Estoy bien.
— Pues no lo parece —replicó Selena, incrédula—. Tienes la voz temblorosa.
Y realmente aún no lo había superado del todo. Pero estaba bien, gracias a Tom y al hecho de no haber visto morir al pobre Rodney Carmichael.
Una vez la policía hubo acabado con los interrogatorios, Tom la llevó a casa y ella había procurado no pensar demasiado en lo sucedido.
— De verdad. Estoy bien.
Tom entró en la habitación.
— Vas a llegar tarde. —Le quitó el auricular de la mano y le ofreció una galleta—. Acaba de vestirte —le dijo, y comenzó a hablar con Selena.
______ frunció el ceño cuando Tom salió de la habitación; ya no podía escuchar la conversación. 
Mientras se vestía, cayó en la cuenta de lo cómoda que se sentía junto a Tom. Le encantaba tenerlo a su alrededor, cuidarlo y que él la cuidara. La reciprocidad de su relación era maravillosa.
— ______ —le dijo, asomando la cabeza por la puerta—. Vas a llegar tarde.
Ella se rió y se puso los zapatos de tacón.
— Ya voy, ya voy.
Cuando atravesaron la puerta principal ______ vio que él no se había puesto los zapatos.
— ¿No vas a venir hoy conmigo?
— ¿Me necesitas?
Ella dudó. En el fondo le encantaba almorzar junto a él y bromear entre paciente y paciente. Pero claro, seguro que para él sentarse horas seguidas esperándola era muy aburrido. 
— No.
Él le dio un beso hambriento.
— Hasta la noche.
De mala gana, se apresuró hacia el coche.
Fue uno de los días más largos de la historia. ______ lo pasó sentada tras el escritorio, contando los segundos que faltaban para acompañar a sus pacientes hasta la puerta.
A las cinco en punto, echó a la pobre Rachel de la oficina, recogió rápidamente todas sus cosas y se marchó a casa.
No tardó mucho en llegar. Frunció el ceño cuando vio a Selena, que la esperaba en el porche delantero.
— ¿Ha pasado algo? —le preguntó ______ al acercarse.
— Nada de importancia. Pero te daré un consejo: rompe la maldición. Tom es un tesoro. 
______ la miró aún más ceñuda mientras Selena se alejaba hacia su Jeep. Confundida, abrió la puerta para entrar en casa.
— ¿Tom? —lo llamó.
— Estoy en la habitación.
______ subió las escaleras. Lo encontró tumbado sobre la cama en una postura mucho más que deliciosa, con la cabeza apoyada en una mano. Había una rosa roja delante de él. Estaba increíblemente seductor y maravilloso con aquellos hoyuelos y esa luz en sus celestiales ojos cafeces, que en esos momentos eran decididamente perversos. 
— Tienes toda la apariencia del gato que se ha comido al canario —le dijo en voz baja—. ¿Qué habéis estado haciendo Selena y tú hoy?
— Nada.
— Nada —repitió ella, escéptica. ¿Y por qué no se lo creía? Porque Tom tenía la apariencia de un niño que acaba de hacer una travesura.
Su mirada bajo hasta la rosa.
— ¿Es para mí?
— Sí.
Ella sonrió ante su escueta y cortante respuesta. Dejó caer sus zapatos al lado de la cama y se quitó las medias.
Al alzar la vista, captó la mirada de Tom que había estirado el cuello para no perderse nada. Él volvió a sonreír. 
______ cogió la rosa y aspiró su dulce aroma.
— Es una sorpresa encantadora —dijo, besándolo en la mejilla—. Gracias.
— Me alegra que te guste —susurró, acariciándole el mentón.
______ se alejó con renuencia y cruzó la habitación para depositar la rosa sobre la cómoda, y abrir el cajón superior.



CAPITULO # 85

______ se alejó con renuencia y cruzó la habitación para depositar la rosa sobre la cómoda, y abrir el cajón superior.
Se quedó paralizada. Sobre la ropa había un pequeño ejemplar de Peter Pan, adornado con un gran lazo rojo.
Boquiabierta, lo cogió y desató el lazo. Al pasar la primera página, su corazón dejó de latir un instante.
— ¡Oh Dios mío! ¡Es una primera edición, y firmada!
— ¿Te gusta?
— ¿Que si me gusta? —le contestó con los ojos humedecidos—. ¡Tom!
Se arrojó sobre él y depositó una lluvia de besos sobre su rostro.
— ¡Eres tan maravilloso! ¡Gracias!
Y por primera vez, ______ lo vio avergonzado.
— Esto es… —su voz se desvaneció al mirar hacia el vestidor. La puerta estaba entreabierta y la luz del interior encendida.
No podía haber…
Muy lentamente, ______ se acercó. Abrió la puerta y miró dentro.
Los ojos se le llenaron de lágrimas de alegría y la invadió una oleada de calidez. Las estanterías estaban de nuevo llenas de libros. La mano le temblaba mientras acariciaba los lomos de su nueva colección. 
— ¿Esto es un sueño? —susurró.
Sintió a Tom tras ella. No la estaba tocando, pero podía percibirlo con cada poro, con cada sentido de su cuerpo. No era nada físico pero conseguía que la tierra temblara bajo sus pies. Y la dejaba sin aliento.
— No pudimos encontrarlos todos, especialmente las ediciones de bolsillo, pero Selena me ha asegurado que hemos conseguido los más importantes.
Una única lágrima descendió por la mejilla de ______ al ver las copias de los libros de su padre. ¿Cómo los habían podido conseguirlos?
El corazón le latía con fuerza mientras veía sus títulos favoritos: Los tres Mosqueteros, Beowulf, La Letra Escarlata, El Lobo y la Paloma, Armas de Caballero, Fallen, Amores en Peligro… y seguían y seguían hasta dejarla aturdida.
Abrumada y con una sensación de mareo, dejó que las lágrimas corrieran por su rostro.
Se dio la vuelta y se lanzó a los brazos de Tom.
— Gracias —sollozó—. ¿Cómo…? ¿Cómo lo has hecho?
Él se encogió de hombros, y alzó una mano para enjugarle las lágrimas. En ese momento, ______ se dio cuenta de que algo faltaba en su mano.
— Tu anillo no —murmuró mientras contemplaba la señal blanquecina en el dedo de su mano derecha, donde había llevado el anillo—. Dime que no lo has hecho. 
— Sólo era un anillo, ______.
No, no lo era. Ella recordaba la expresión de su rostro cuando el doctor Lewis quiso comprárselo. 
«Jamás» —había dicho él— «No sabe por lo que pasé para conseguirlo»
Pero ______ sí lo sabía después de haber escuchado las historias de su pasado. Y lo había vendido por ella.
Temblando, se puso de puntillas y lo besó con fiereza.
Tom se quedó helado al sentir sus labios. Jamás se había entregado a él de aquel modo. Cerró los ojos, hundió las manos en su pelo para dejar que le acariciara los brazos, y gimió ante el asalto de ______.
La cabeza de Tom comenzó a dar vueltas al saborear su boca, al sentir el cuerpo de ______ pegado al suyo, al ser consciente de la ferocidad de su beso, que nunca antes había experimentado; jamás le habían besado así…
Hasta su alma maldita se estremeció.
En ese momento, deseó poder permanecer sereno durante más tiempo. No quería vivir otro segundo más separado de ______. No podía imaginarse un solo día sin que ella estuviese a su lado. 
Tom notó cómo, poco a poco, perdía el control. La locura lo asaltaba dolorosamente, le atravesaba la cabeza al mismo tiempo que la entrepierna. 
¡Todavía no! Gritó su mente. No quería que ese momento terminara. Ahora no. No cuando ella estaba tan cerca.
Tan cerca… pero no tenía opción
La separó de la mala gana.
— Ya veo que te ha gustado el regalo, ¿no?
Ella se rió.
— Por supuesto que me ha gustado. Tom, estás loco. —Le pasó los brazos alrededor de la cintura y apoyó la cabeza sobre su pecho.
Tom se estremeció mientras unas desconocidas emociones hacían vibrar su cuerpo. La envolvió entre sus brazos y sintió cómo sus corazones latían al unísono.
Si pudiera, se quedaría así, abrazándola para toda la eternidad. Pero no podía. Retrocedió un paso. Ella lo miró con una ceja alzada. Tom borró con una caricia las arrugas de preocupación que se habían formado en la frente de ______.
— No te estoy rechazando, cariño —le susurró—. Lo que ocurre es que no me siento muy bien en este momento.
— ¿Es la maldición?
Él asintió.
— ¿Puedo ayudarte?
— Dame un minuto para controlarlo.
______ se mordió el labio mientras lo observaba acercarse a la cama. Era la única vez que Tom no parecía moverse con su habitual elegancia y fluidez. Daba la impresión de que apenas podía respirar, como si tuviese un terrible dolor de estómago. Agarró con tanta fuerza el poste de la cama que los nudillos se le pusieron blancos. 
El dolor se apoderó de ______ ante aquella imagen y quiso reconfortarlo. Quería ayudarlo más que nunca. De hecho quería… Lo quería a él. Y punto. 
Abrió la boca ante el repentino impacto de sus pensamientos. Lo amaba.

CAPITULO # 86 (FIN DEL MARATOM)


Profunda, verdadera y totalmente. Lo amaba. ¿Cómo no iba a amarlo?
Con el corazón enloquecido, ______ deslizó la mirada sobre los libros del vestidor. Los recuerdos la asaltaron: Tom la noche que apareció y se le ofreció; Tom haciéndole el amor en la ducha; Tom tranquilizándola, haciéndola reír; Tom bajando por la trampilla del ascensor para rescatarla; Tom tumbado en la cama con la rosa, observándola mientras ella descubría sus regalos. 
Selena tenía razón. Era el mayor de los tesoros y no quería dejarlo marchar. 
Estuvo a punto de decírselo, pero se contuvo. No era el momento. No cuando estaba soportando una tremenda agonía. No cuando era tan vulnerable.
Él querría saberlo.
¿O no?
______ consideró las consecuencias de su posible confesión. A Tom no le gustaba esta época, estaba claro. Quería irse a casa. Si ella le confesaba cuáles eran sus sentimientos, él se quedaría por esa razón; pero no sería justo, porque casi lo haría por obligación. Quizás algún día acabara resentido con ella por haberle negado la posibilidad de regresar al mundo que una vez conoció. A lo que había sido. 
O peor aún, ¿y si su relación no funcionaba?
Como psicóloga, sabía mejor que nadie los problemas que podían ocasionarse en una pareja, y cómo podían acabar destruyéndola.
Una de las causas más frecuentes de ruptura era la falta de intereses comunes; parejas que se mantenían unidas por la simple atracción física y que acaban separándose. 
Tom y ella eran completamente diferentes. Ella era una psicóloga del siglo XXI y él era un maravilloso general Macedonio del sigo II a.C. ¡Era como hablar de emparejar a un pez y un pájaro!
Jamás habían existido dos personas más diferentes en el mundo que hubieran sido obligadas a permanecer juntas. 
En ese momento estaban disfrutando de la novedad de la relación. Pero no se conocían en absoluto. ¿Y si dentro de un año descubrían que no estaban enamorados?
¿Y si él cambiaba una vez acabaran con la maldición?
Tom le había dicho que en Macedonia era un hombre totalmente distinto. ¿Qué ocurriría si parte de su encanto o de la atracción que sentía por ella se debían a la maldición? Según Cupido, la maldición hacía que Tom se sintiese irremediablemente atraído hacia ella.
¿Y si rompían la maldición y él se convertía en una persona diferente? ¿En alguien que no quisiese estar con ella?
¿Qué pasaría entonces?
Una vez rechazara la oportunidad de regresar a su hogar, ______ sabía que no tendría otra ocasión de volver. 
Se esforzó por respirar cuando cayó en la cuenta de que jamás podría decirle: «Intentémoslo y veamos si funciona». Porque una vez tomaran la decisión, no habría vuelta atrás. 
______ tragó y deseó ser capaz de ver el futuro, como Selena. Pero hasta ella se equivocaba a veces. No podía permitirse una equivocación; Tom no se lo merecía.
No, tendría que haber otra razón de peso para que él se quedara. Él tendría que amarla tanto como ella lo amaba.
Y eso era tan probable como que el cielo se derrumbase sobre la tierra en los próximos diez minutos. 
Cerró los ojos y se encogió ante la verdad. Tom jamás sería suyo. De una forma o de otra, tendría que dejarlo marchar.
Y eso acabaría con ella.
Tom soltó un suspiro entrecortado y soltó el poste de la cama. Miró a ______ con una leve sonrisa.
— Eso ha dolido —le dijo.
— Me he dado cuenta —le contestó ______ acercándose a él, pero Tom se alejó como si acabara de tocar a una serpiente. 
Ella dejó caer la mano.
— Voy a preparar la cena.
Tom la observó mientras salía de la habitación. Deseaba tanto ir tras ella que apenas si podía contenerse. Pero no se atrevía.
Necesitaba un poco más de tiempo para serenarse. Más tiempo para aplacar el fuego maldito que amenazaba con devorarlo. 
Meneó la cabeza. ¿Cómo podían las caricias de ______ insuflarle tanta fuerza y al mismo tiempo dejarlo tan débil?







HOLA!! BUENO, SE QUE ES MALO ALEGRARSE DE LA MUERTE DE ALGUIEN PERO ... QUE BUENO QUE SE MURIO ESE RODNEY :D ... JAJAJJA SE LO MERECIA ... OK ... COMO SE PODRAN DAR CUENTA, CREO QUE AMBOS SE AMAN SOLO QUE NO SE LO DICEN Y ESO ME FRUSTRA ... ENSERIO LO HACE ... BUENO, ME DESPIDO, QUE ESTEN BIEN, SI VEO MAS DE 1 COMENTARIO LES AGREGO MAÑANA SI NO ... NO ... ADIOS :))

lunes, 28 de abril de 2014

Capitulos del maratom

CAPITULO # 79
Se puso de puntillas y lo besó con ternura.
— Gracias por acompañarme hoy. No creo que hubiera podido estar aquí de no ser por ti.
Él mordisqueó sus labios.
— Es un placer.
Lisa la llamó por el intercomunicador.
— Doctora ______, su cita de las ocho está aquí.
— Esperaré fuera —le dijo Tom.
______ le dio un apretón en la mano antes de dejar que se marchara.
Durante la siguiente hora, no fue capaz de concentrarse en su paciente. Sus pensamientos volaban al hombre que la aguardaba fuera, y no paraban de dar vueltas a lo mucho que significaba para ella.
Y a lo aborrecible que encontraba el hecho de que se marchara.
Tan pronto como acabó la sesión, acompañó a su paciente a la puerta.
Lisa estaba enseñando a Tom a hacer solitarios en el ordenador.
— Doctora ______ —le dijo—, ¿sabe que Tom no había jugado antes al solitario?
______ intercambió una sonrisa chispeante con Tom.
— ¿En serio?
Lisa se apartó de Tom para echar un vistazo a la agenda.
— Por cierto, su cita de las tres ha sido cancelada. Y la de las nueve ha llamado para decir que llegará unos minutos tarde.
— De acuerdo. —______ señaló a la puerta con el pulgar—. Mientras jugáis, voy un momento al coche. Olvidé mi Palm Pilot.
Tom alzó la mirada.
— Yo iré.
______ negó con la cabeza.
— Yo puedo hacerlo.
Sin contestarle, él rodeó el escritorio de Lisa y extendió la mano para que ______ le diera las llaves.
— Yo iré —dijo con un tono que no admitía réplicas.
Como no tenía ganas de discutir, le dio las llaves.
— Está bajo mi asiento.
— Vale, no tardaré nada.
______ le hizo un saludo militar.
Con gesto de pocos amigos, salió de la oficina y se encaminó hacia el ascensor, al final del pasillo.
Iba a apretar el botón cuando se detuvo. ¡Por los dioses!, cómo odiaba esa cosa estrecha y cuadrada.
Y la idea de estar allí dentro, solo…

CAPITULO # 80

Echó un vistazo a su alrededor y vio las escaleras. Sin dudarlo ni un instante, se dirigió hacia ellas.
______ estaba intentando encontrar el informe de Rachel en su maletín, pero cayó en la cuenta de que había dejado un par de archivadores en el asiento trasero del coche.
— ¿Dónde tengo hoy la cabeza? —se reprendió. Pero no hizo falta que pensara mucho la respuesta. Sus pensamientos estaban divididos entre dos hombres que habían alterado su vida por completo.
Enfadada consigo misma por no ser capaz de concentrarse, cogió el maletín y salió de la consulta, detrás de Tom.
— ¿Dónde va, Doctora? —le preguntó Lisa.
— Me he dejado unos cuantos informes en el coche. No tardo.
Lisa asintió.
______ se acercó al ascensor. Aún estaba rebuscando en el maletín en busca de los archivos cuando se abrieron las puertas.
Sin prestar mucha atención, entró en al ascensor y, de forma automática, apretó el botón de la planta baja.
Justo cuando las puertas se cerraron, se percató de que no estaba sola.
Rodney Carmichael estaba justo enfrente, mirándola fijamente.
— ¿Me vas a decir quién es él?
______ se quedó helada mientras la invadían el terror y la furia. ¡Sentía deseos de despedazarlo! Pero aunque su altura fuese escasa para ser un hombre, aún le sacaba una cabeza. 
Y era muy inestable.
Ocultando el pánico, ella le habló con calma
— ¿Qué hace usted aquí?
Él hizo un mohín.
— No me has contestado. Quiero saber de quién era la ropa que había en tu casa.
— Eso no es de su incumbencia.
— ¡No digas tonterías! —chilló.
Se balanceaba al borde de la locura y lo último que ______ necesitaba era que él se hundiera en el abismo mientras estuvieran encerrados en el ascensor.
— Todo lo que te rodea es asunto mío.
______ intentó hacerse con el control de la situación.
— Escúcheme, señor Carmichael. No le conozco de nada, y usted no me conoce a mí. No entiendo por qué se ha obsesionado conmigo, pero quiero que esta situación llegue a su fin.
Él apretó el botón que detenía el ascensor.
— Ahora, me vas a escuchar, ______. Estamos hechos el uno para el otro. Lo sabes igual que yo. 
— Muy bien —le contestó ella, intentando apaciguarlo—. Vamos a discutir esto en mi consulta. —Y apretó el botón para que el ascensor comenzara a moverse de nuevo.
Él volvió a detenerlo.
— Hablaremos aquí.
______ tomó una profunda bocanada de aire; las manos empezaban a temblarle. Tenía que salir de allí sin enfadarlo aún más.

CAPITULO # 81

— Estaríamos mucho más cómodos en mi consulta.
En esta ocasión, cuando ella fue a apretar el botón él le cogió la mano.
— ¿Por qué no hablas conmigo? —le preguntó él.
— Estamos hablando —contestó ______ mientras se aproximaba lentamente al intercomunicador.
— Apuesto a que hablas con él, ¿verdad? Apuesto a que pasas horas riendo y haciendo Dios sabe qué cosas con él. Dime quién es.
— Señor Carmichael…
— ¡Rodney! —gritó—. ¡Maldita sea! Me llamo Rodney.
— Vale, Rodney. Vamos a…
— Apuesto a que te ha puesto sus sucias manos encima, ¿verdad? —le preguntó mientras la aprisionaba en el rincón, de espaldas al teléfono—. ¿Cuántas veces te has acostado con él desde que me conociste, eh?
______ se estremeció ante la salvaje mirada de aquellos ojos, pequeños y brillantes. Estaba perdiendo el control de su mente. 
______ intentó agarrar el auricular pero, antes de poder acercárselo a la oreja, él lo agarró.
— ¿Qué coño estás haciendo? —le preguntó él.
— Necesitas ayuda.
Rodney estrelló el auricular contra el panel de botones.
— No necesito ninguna ayuda. Sólo necesito que hables conmigo. ¿Es que no me oyes? ¡Sólo necesito que hables conmigo! —gritó, mientras estrellaba el teléfono contra el panel, enfatizando cada palabra con un golpe. 
Aterrorizada, ______ contempló cómo el auricular se hacía pedazos. Rodney comenzó a tirarse del pelo.
— Te ha besado, lo sé. —Repetía una y otra vez la misma frase, mientras se arrancaba el pelo a tirones.
¡Santo Dios! Estaba atrapada con un loco.
Y no había salida.

Tom regresó a la consulta de ______ con el Palm Pilot.
— ¿Dónde está ______? —le preguntó a Lisa al no encontrarla en su escritorio.
— ¿No se ha encontrado con ella? Salió unos minutos después que usted. Iba a su coche. 
Tom frunció el ceño.
— ¿Está segura?
— Claro. Dijo que se había dejado unos informes o algo.
Antes de poder preguntarle cualquier otra cosa, una atractiva mujer afroamericana vestida con un conservador traje negro y con un maletín en la mano, entró a la oficina.
Se detuvo en la puerta y se quitó un zapato con un puntapié, para frotarse el talón.
— Definitivamente, hoy es lunes —le dijo a Lisa—. Sólo me faltaba tener que subir ocho pisos por la escalera porque el ascensor se ha quedado atascado. Y ahora, ¿qué maravillosas noticias tienes para mí?
— Hola, doctora Beth —la saludó Lisa alegremente, mientras pasaba la mano sobre el libro de citas—. Su cita de las nueve es Rodney Carmichael.
Tom se quedó paralizado.
— Oh, no. Espere —dijo Lisa—. Esa cita es de la doctora ______. La suya…
— ¿Ha dicho Rodney Carmichael? —le preguntó a la secretaria.
— Sí. Llamó para cambiar la cita.
Tom no esperó a que Lisa terminara de hablar. Arrojó el Palm Pilot sobre el escritorio y salió corriendo de la oficina hacia el ascensor. Con el corazón latiendo desbocado, sólo podía pensar en llegar hasta ______ lo más rápido posible.
Fue entonces cuando comprendió que el ruido que había estado escuchando era una alarma.
Un escalofrío de terror le recorrió la espalda al comprender lo que había sucedido. Rodney había detenido el ascensor con ______ dentro. Estaba seguro.
De repente, se escuchó un grito sofocado tras las puertas cerradas del ascensor.
Con la visión nublada por la furia y el miedo, tiró de las puertas hasta abrirlas. 
Y se quedó helado.
No se veía el ascensor. Sólo un abismo negro, muy parecido al libro. Peor aún, bajar por allí sería como descender hacia su infierno. Un infierno oscuro, asfixiante y estrecho. 
Luchó para poder respirar y superar el miedo.

CAPITULO # 82 (FIN DEL MARATOM)


En su corazón, sabía que ______ estaba allí abajo. Sola con un loco y sin nadie que la ayudara.
Apretando los dientes, dio un paso hacia atrás y tomó impulsó para alcanzar de un salto los cables.

* * *

______ apartó a Rodney con un violento empujón.
— ¡No voy a compartirte con nadie! —gruñó él, agarrándola de nuevo por el brazo—. Eres mía.
— No pertenezco a nadie —le contestó ella, propinándole un rodillazo en la entrepierna.
El hombre cayó de rodillas al suelo.
Desesperada, ______ intentó subir por las barras laterales para poder alcanzar la trampilla del techo. Si pudiese llegar hasta allí…
Rodney la agarró por la cintura y la estrelló de espaldas contra el rincón.
Con el rostro contraído por la furia, colocó los brazos a ambos lados de ______.
— ¡Dime cómo se llama el hombre que ha estado dentro de ti, ______! Dímelo para que sepa a quién tengo que matar.
Con una escalofriante mirada en sus ojos vacíos, comenzó a arañarse el rostro y el cuello hasta hacerse sangrar.
— ¿No sabes que eres mi mujer? Vamos a estar juntos. Sé cómo cuidar de ti. Sé lo que necesitas. ¡Soy mucho mejor que él!
______ se agachó, para alejarse un poco de él, se quitó los zapatos de tacón y los cogió. No es que fuesen las mejores armas, pero eran mejor que nada.
— ¡Quiero saber con quién has estado! —chilló él.
En el mismo instante en que Rodney daba un paso hacia atrás, la trampilla se abrió. ______ miró hacia arriba.
Tom se tiró desde el hueco y cayó agachado como un sigiloso depredador. Lo rodeaba un aura de peligrosa tranquilidad, pero la expresión de sus ojos era aún más terrorífica. Iluminados por la ira del infierno, estaban clavados en Rodney con mortal determinación, y lanzaban fuego.
Se puso en pie lentamente, hasta enderezarse del todo.
Rodney se quedó paralizado al ser consciente de la altura de Tom.
— ¿Quién coño eres tú?
— El hombre con el que ella ha estado.
Rodney abrió la boca por la sorpresa.
Tom miró escuetamente a ______ para asegurarse de que se encontraba sana y salva, y volvió su atención de nuevo a Rodney, lanzando un rugido.
Aplastó al tipo contra la pared con tanta fuerza que ______ pensó que habían dejado una señal en los paneles de madera.
Tom lo agarró por la camisa y volvió a golpearlo contra la pared.
Cuando habló, la frialdad de su voz hizo que ______ se estremeciera.
— Es una pena que no seas lo suficientemente grande para poder matarte, porque quiero verte muerto —le dijo apretando los puños—. Pero pequeño o no, si vuelvo a encontrarte cerca de ______ otra vez o haces que derrame una sola lágrima más, no habrá fuerza en este mundo ni en el más allá que me impida hacerte trizas. ¿Lo has entendido?





CHA CHAN!! JAjaja HOLA!! COMO ESTAN? ESPERO QUE BIEN ... BUENO, QUE CREEN QUE PASARA EN EL CAPITULO SIGUIENTE? .... LAS DEJO CON LA DUDA xD ... SI VEO MAS DE 1 COMENTARIO LES AGREGO MAÑANA SINO ... NO! ADIOS :))

martes, 22 de abril de 2014

Capitulos del Maratom

CAPITULO # 75
Rodney Carmichael acababa de matar de nuevo a sus padres.
______ se fijó entonces en lo que quedaba de su ejemplar de La Ilíada. Los ojos se le llenaron de lágrimas al recordar la expresión de Tom mientras pasaba sus páginas. Las horas que habían pasado juntos mientras ella lo leía. Habían sido unos momentos muy especiales, mágicos; los dos tumbados frente al sofá, perdidos en la historia, como si hubiesen estado en un reino privado, sólo de ellos dos. Su propio paraíso. 
— Los ha destrozado todos —murmuró—. ¡Dios! Ha debido pasar horas aquí.
— Señora, sólo son…
Tom agarró al agente Reynolds por el brazo y lo sacó de la habitación.
— Para ella son mucho más que simples libros —le dijo entre dientes—. No se atreva a burlarse de su dolor.
— ¡Vaya! —exclamó el hombre avergonzado—. Lo siento.
Tom volvió junto a ______.
Sollozaba incontrolablemente mientras pasaba las manos sobre las hojas sueltas.
— ¿Por qué lo ha hecho?
Él la levantó, la sacó del vestidor y la acostó en la cama. Ella no lo soltó. Se aferraba a él con tanta fuerza que a Tom le costaba trabajo respirar, y lloraba como si el corazón estuviese rompiéndosele a pedazos. 
En ese momento, Tom quiso matar al hombre que le había hecho esto.
Sonó el teléfono.
______ gritó y forcejeó para incorporarse.
— Shh —le dijo Tom mientras le limpiaba las lágrimas y la sostenía, impidiendo que se moviera—. No pasa nada. Estoy aquí, contigo.
El agente Reynolds le pasó el teléfono.
— Conteste, por si es él.
Tom miró con furia al hombre. ¿Cómo podía ser tan insensible? ¿Cómo podía pedirle que hablara con ese perro rabioso?
— Hola, Selena —saludó ______, y volvió a estallar en lágrimas mientras le contaba a su amiga lo que había sucedido.
La mente de Tom bullía al pensar en el hombre que había invadido la casa de ______ y la había herido tan profundamente. Lo que más le preocupaba era que el tipo sabía dónde golpear. Conocía a ______. Sabía lo que era importante para ella.
Y eso le hacía mucho más peligroso de lo que la policía sospechaba.
Ella colgó el teléfono.
— Siento mucho haber perdido el control —dijo, limpiándose las lágrimas—. Ha sido un día muy largo.
— Sí, señora, lo entendemos.
Tom observó cómo se recomponía; ______ tenía una fuerza de voluntad que muy pocos hombres poseían.
Acompañó al policía por el resto de la casa.
— No debe haber visto este libro —dijo uno de los agentes con el libro de Tom en la mano, ofreciéndoselo a ella.
Tom lo cogió de las manos de ______. Al contrario que el agente, él no estaba tan seguro. Si el bastardo había intentado romperlo, se habría llevado una desagradable sorpresa.

CAPITULO # 76

No podía ser destruido. Él mismo había intentado hacerlo en incontables ocasiones a lo largo de los siglos. Pero ni siquiera el fuego hacía mella en él. El libro le hizo recordar las palabras de ______.
Él se iría en unos cuantos días y ella se quedaría sola, sin nadie que la protegiera. Y esa idea lo enfermaba.

Los agentes se marcharon en el mismo instante que Selena llegaba en su coche. Salió del Jeep acompañada de un hombre alto y blanco que llevaba el brazo en un cabestrillo. Selena prácticamente corrió hasta la puerta.
— ¿Estás bien? —le preguntó a ______ mientras la abrazaba con fuerza.
— Sí —le contestó ella. Miró sobre su hombro y entonces saludó al hombre—. Hola Bill.
— Hola ______. Hemos venido a echarte una mano.
Ella le presentó a Tom y los cuatro entraron en la casa.
Tom detuvo a Selena tan pronto como estuvieron dentro, y la llevó aparte.
— ¿Puedes mantenerla un rato aquí abajo?
— ¿Por qué?
— Tengo que ocuparme de algo.
Selena frunció el ceño.
— Claro, no hay problema.
Esperó hasta que Selena y su marido sentaron a ______ en el sofá. Entonces, fue a la cocina, cogió un par de bolsas de basura y se encaminó al vestidor.
Tan rápido como pudo, comenzó a ordenar todo aquel desastre para que ______ no tuviera que verlo de nuevo. Pero con cada trozo de papel que tocaba, su ira crecía.
Una y otra vez acudía a su mente la tierna expresión de ______ mientras buscaba un libro entre toda su colección. Si cerraba los ojos podía ver su pelo desparramado sobre su pecho mientras leía. 
En ese momento, quiso la sangre de este tipo.
— ¡Joder! —exclamó Bill desde la puerta—. ¿Esto lo ha hecho él?
— Sí.
— Tío, menudo psicópata.
Tom no dijo nada y continuó arrojando los papeles a la bolsa. Su alma gritaba, clamando venganza. Lo que sentía hacia Príapo era una leve sombra de lo que en esos momentos pasaba por su mente. 
Una cosa era hacerle daño a él. Pero herir a ______…
Ya podían tener las Parcas compasión de ese tipo, porque él no pensaba tener ninguna.
— ¿Llevas mucho saliendo con ______?
— No.
— Eso me parecía. Selena no te ha mencionado, pero pensándolo bien, tampoco se ha mostrado tan preocupada porque ______ se quedara sola desde su cumpleaños. Supongo que os conocisteis entonces.
— Sí.
— Sí, no, sí. No eres muy hablador, ¿verdad?
— No.
— Vale, lo he cogido. Hasta luego.
 Tom se detuvo cuando encontró la cubierta de Peter Pan. La cogió y apretó los dientes. El dolor lo asaltó de nuevo. Ese libro era el preferido de ______.
Lo apretó con fuerza un instante y después lo arrojó a la bolsa con el resto.

CAPITULO # 77

______ no fue consciente del tiempo que pasó sentada en el sofá, sin moverse. Sólo sabía que se encontraba muy mal. El golpe de Rodney había sido muy fuerte. 
Selena le trajo una taza de chocolate caliente.
Ella intentó beber, pero le temblaban tanto las manos que tuvo miedo de derramarlo y lo dejó a un lado.
— Supongo que necesito limpiarlo todo.
— Ya lo está haciendo Tom —le dijo Bill, que estaba sentado en el sillón haciendo zapping.
______ frunció el ceño.
— ¿Qué?, ¿desde cuando?
— Hace poco estaba arriba, recogiéndolo todo en el vestidor.
Boquiabierta por la sorpresa, ______ subió en su búsqueda.
Tom estaba en la habitación de sus padres. Desde la puerta, observó cómo acaba de poner orden y se enderezaba. Dobló los pantalones de su padre de un modo que haría que Martha Stewart hiciese una mueca de dolor, los colocó en el cajón y lo cerró.
La ternura la invadió ante la imagen del que fuera un legendario general ordenando su casa para evitar que ella sufriera. Su delicadeza le llegó al corazón.
Tom alzó los ojos y descubrió a ______. La honda preocupación que reflejaban sus ojos cafeces la reconfortó.
— Gracias —dijo ella.
Él se encogió de hombros.
— No tenía otra cosa que hacer. —Aunque lo dijo con un tono despreocupado, algo en su actitud traicionaba su pretendida indiferencia.
— Aún así, te lo agradezco mucho —le dijo ella mientras entraba y miraba todo el trabajo que había hecho. Con el corazón en la garganta, colocó las manos sobre la cama de caoba—. Ésta era la cama de mi abuela —le dijo—. Todavía escucho la voz de mi madre cuando me contaba cómo mi abuelo la hizo para ella. Era carpintero.
Con la mandíbula tensa, Tom contempló la mano de ______.
— Es duro, ¿verdad?
— ¿Qué?
— Dejar que los seres amados se vayan.
______ sabía que Tom hablaba desde el fondo de su corazón. El corazón de un padre que añoraba a sus hijos.
Aunque la pesadilla ya no le persiguiese por las noches, ella le oía susurrar sus nombres, y se preguntaba si era consciente de la frecuencia con la que soñaba con ellos. Se preguntaba cuántas veces al día pensaba en ellos y sufría por su muerte.
— Sí —le contestó en voz baja—, pero tú lo sabes mejor que yo, ¿no es cierto?
Tom no contestó.
______ dejó que su mirada vagara por la habitación.
— Supongo que ya va siendo hora de seguir adelante, pero te juro que aún puedo escucharlos, sentirlos.
— Es su amor lo que percibes. Aún está dentro de ti.
— ¿Sabes? creo que tienes razón.
— ¡Eh! —gritó Selena desde la puerta, interrumpiéndolos—. Bill está encargando una pizza, ¿os apetece comer algo?
— Sí —contestó ______.
— ¿Y tú? —le preguntó Selena a Tom.
Tom sonrió a ______.
— Me encantaría comer pizza.
______ soltó una carcajada al recordar cómo Tom le había pedido pizza la noche que lo invocaron. 
— Vale —dijo Selena—, pizza para todos.
Tom le dio a ______ los anillos de su madre.
— Los encontré en el suelo.
Se acercó a la cómoda para guardarlos, pero se detuvo. En lugar de eso, se los colocó en la mano derecha y, por primera vez después de unos cuantos años, se sintió reconfortada al verlos.
Al salir de la habitación, Tom cerró la puerta.
— No —le dijo ______—, déjala abierta.
— ¿Estás segura?
Ella asintió.
Cuando entraron en su dormitorio, vio que Tom también lo había ordenado. Pero al contemplar las estanterías que habían guardado sus libros, ahora vacías, se le rompió de nuevo el corazón. 
En esta ocasión no protestó cuando Tom cerró la puerta.

Horas más tarde y después de haber comido, ______ pudo convencer a Selena y a Bill de que se fueran.
— Estoy bien, de verdad —les aseguró por enésima vez en la puerta. Agradecida por la presencia de Tom, colocó la mano sobre su brazo—. Además, tengo a Tom.
Selena la miró con severidad.
— Si necesitas algo, me llamas.
— Lo haré.
Sin sentirse segura del todo, ______ cerró la puerta principal y subió a la habitación. Tom la siguió.
Se tumbaron en la cama, uno junto al otro.
— Me siento tan vulnerable… —susurró.
Él le acarició el pelo.
— Lo sé. Cierra los ojos y duerme tranquila. Estoy aquí. Yo te mantendré a salvo.
La rodeó con sus brazos y ella suspiró, reconfortada. Nadie la había consolado nunca como él lo hacía.
Tardó horas en dormirse. Cuando lo hizo, estaba rendida.

Se despertó con un silencioso grito.
— Estoy aquí, ______.
Escuchó la voz de Tom a su lado y se calmó al instante.
— Gracias a Dios que eres tú —murmuró—. Tenía una pesadilla.
Tom depositó un ligero beso en su hombro.
— Lo sé.
Ella le dio un apretón en la mano antes de salir de la cama y prepararse para ir al trabajo.
Cuando intentó vestirse, le temblaban tanto las manos que no fue capaz de abotonarse la camisa.
— Déjame a mí —se ofreció Tom, apartándole las manos para poder hacerlo él—. No tienes por qué estar asustada, ______. No dejaré que ese tipo te haga nada.
— Lo sé. Sé que la policía lo atrapará y, entonces, todo habrá acabado.
Él no contestó, y siguió ayudándola a colocarse la ropa.
Una vez estuvieron preparados, ______ condujo hasta la consulta, situada en el centro de la ciudad. Tenía un nudo tan grande en el estómago que le costaba respirar. Pero no podía encerrarse. No iba a dejar que Rodney controlara su vida. Ella era la que llevaba las riendas y nadie iba a cambiar eso. No sin luchar. 
No obstante, estaba muy agradecida por la presencia de Tom. La reconfortaba de tal modo que no quería pensar demasiado a fondo en el porqué.

CAPITULO # 78 (FIN DEL MARATOM)


— ¿Cómo se llama esto? —preguntó Tom cuando entraron al antiguo ascensor del edificio de finales de siglo. 
Ella le enseñó cómo tirar para cerrar la puerta y, de inmediato, percibió la incomodidad de Tom al quedarse encerrados.
— Es un ascensor —le explicó ______—. Aprietas estos botones y subes a la planta que quieres. Yo trabajo en el último piso, que es el octavo. —Y apretó el botón de diseño antiguo.
Tom se puso aún más nervioso cuando comenzaron a ascender.
— ¿Es seguro?
Ella alzó una ceja y lo miró con curiosidad.
— No me puedo creer que el hombre que se enfrentaba sin miedo a los ejércitos romanos esté ahora asustado de un simple ascensor.
Tom le dedicó una mirada irritada.
— Sé lo que son los romanos, pero esto me resulta desconocido
______ le rodeó el brazo con el suyo.
— No es muy complicado. —Señaló a la trampilla del techo—. Sobre esa puertecilla hay unos cables que suben y bajan la cabina, y también hay un teléfono —dijo, señalando el intercomunicador situado bajo los botones—. Si el ascensor se queda atascado, lo único que hay que hacer es apretar el botón del teléfono y, el equipo de emergencia acudirá de inmediato.
Los ojos de Tom se oscurecieron.
— ¿Y suele quedarse atascado con mucha frecuencia?
— La verdad, no. Llevo trabajando en este edificio cuatro años y no ha sucedido ni una sola vez.
— Y si no estabas dentro, ¿cómo lo sabes? 
— Los ascensores tienen una alarma que se activa si se quedan atascados. Confía en mí, si nos quedamos encerrados aquí dentro alguien nos oirá.
Tom dejó vagar su mirada alrededor del reducido espacio y, por la luz que había en sus ojos ______ supo las malvadas ideas que le pasaban por la cabeza.
— ¿Puedes hacer que se detenga a propósito?
Ella se rió a carcajadas.
— Sí, pero no quiero que me pillen en flagrante delicto en el trabajo.
Él inclinó la cabeza y depositó un leve beso en su mejilla.
— Pero ser pillado en flagrante delicto en el trabajo puede ser muy divertido.
______ lo abrazó con fuerza. ¿Qué había en él que le hacía sentirse feliz? Sin importar lo que ocurriera, Tom siempre conseguía que las cosas fueran mucho más divertidas. Más brillantes.
— Eres malo —le dijo, y se apartó de él de mala gana.
— Cierto, pero te encanta.
Ella volvió a reírse.
— Tienes toda la razón. Me encanta que seas malo.
Las puertas se abrieron y ______ se encaminó hacia su consulta, situada muy cerca del ascensor. Tom la siguió.
Lisa los miró cuando entraron y abrió los ojos de par en par. Sus labios dibujaron una amplia sonrisa al contemplar a Tom.
— Doctora ______ —dijo, jugueteando con un mechón rubio de sus cabellos—, su novio es una bomba.
Meneando la cabeza, ______ los presentó y, después, le enseño a Tom su consulta. Él se quedó de pie, observando a través de los ventanales mientras ______ encendía el ordenador y dejaba el bolso en el cajón de su escritorio.
Ella se detuvo al percibir que Tom la miraba fijamente.
— ¿De verdad vas a pasarte todo el día aquí?
Él se encogió de hombros.
— No tengo nada mejor que hacer.
— Te vas a aburrir.
— Te aseguro que estoy más que acostumbrado al aburrimiento.
Lo malo era que ______ lo sabía. Colocó una mano sobre su mejilla al imaginárselo dentro del libro, solo, encerrado en la más completa oscuridad.
Se puso de puntillas y lo besó con ternura.



HOLA!!! COMO ESTAN? EXTRÑARON LOS CAPS?? YO SE QUE SI xD ... ENTONCES PARA QUE PREGUNTO -.- ... BUENO, QUE LES PARECIERON LOS CAPS? BUENOS, MALOS, ABURRIDOS O LINDOS, ROMANTICOS?... JAJAJA A MI MUY BUENOS, TOQUE DE DIVERTIDO Y LINDO .... BUENO ME DESPIDO, Y YA SABEN, SI VEO MAS DE 1 COMENTARIO, LES AGREGO SI NO?? NO ... ADIOS :))

sábado, 19 de abril de 2014

Capitulos del Maratom

CAPITULO # 71
Tom lo escuchó, pero no pareció muy impresionado.
______ cambió la emisora.
Él frunció el ceño.
— ¿Qué has hecho?
— He cambiado de emisora. Lo único que hay que hacer es apretar los botones.
Él jugueteó y cambió de emisora un rato, hasta que encontró Love Hurts de Nazareth.
— Vuestra música es interesante.
— ¿Te hace añorar la tuya? 
— Dado que la mayoría de la música que escuchaba procedía de las trompetas y los tambores que nos acompañaban a la batalla, no. Creo que soy capaz de apreciar esto.
— ¿El qué? —preguntó ella juguetona—. ¿La música o el hecho de que el amor hace daño?
El rostro de Tom adquirió una expresión seria, dejando de lado el humor.
— Puesto que no he conocido nunca lo que es el amor, no sabría decirte si hace daño o no. Pero me imagino que ser amado no debe hacer tanto daño como el no serlo. 
El pecho de ______ se encogió ante sus palabras. 
— Entonces —dijo ella cambiando de tema—, ¿qué quieres hacer cuando regreses a tu casa?
— No lo sé.
— Probablemente irás a darle una buena patada en el culo a Escipión, ¿verdad?
Él se rió ante la idea.
— Ya me gustaría.
— ¿Por qué? ¿Qué te hizo?
— Se cruzó en mi camino.
Vale, no era eso lo que ella esperaba escuchar.
— Y a ti no te gusta que nadie se cruce en tu camino, ¿cierto?
— ¿Te gusta a ti?
Ella sopesó la pregunta antes de responder.
— Supongo que no.
Para cuando llegaron a Bourbon Street, la calle había sido invadida por la multitud típica de un domingo por la tarde. ______ se abanicó el rostro, luchando contra el intenso calor.
Miró a Tom, que apenas si sudaba; las gotitas de sudor le conferían un nuevo atractivo. El pelo húmedo se le rizaba alrededor de la cara y con esas gafas oscuras… ¡Ooooh, Señor!
Por supuesto que su atractivo quedaba aún más enfatizado gracias a la camiseta blanca, de mangas cortas, que se le adhería a los hombros y a la tableta de chocolate que tenía por abdominales. Mientras dejaba que su mirada vagara hasta el botón de sus vaqueros, deseó haberle comprado unos más anchos.
Pero dado su seductor modo de andar, que decía mucho acerca de su confianza en sí mismo, ______ dudaba mucho de que unos vaqueros más anchos pudiesen ocultar tan tremenda sensualidad. 
Tom se detuvo al pasar junto a un club de striptease. A su favor ______ tuvo que admitir que ni siquiera jadeó al mirar a las mujeres tan escandalosamente vestidas, que se contoneaban tras el cristal, pero su sorpresa fue bastante evidente. 
Mirándole como si quisiera devorarlo, una exótica bailarina se mordió el labio inferior y se pasó la lengua por él de forma sugerente, mientras se tocaba los pechos. Le hizo un gesto con un dedo para que entrara al local.
Tom se dio la vuelta.
— Nunca habías visto algo así, ¿verdad? —preguntó ______, intentando disimular el malestar que sentía ante los gestos de la mujer, y el alivio que la invadió al ver la reacción de Tom.
— Roma —contestó simplemente.
Ella se rió.
— No eran tan decadentes, ¿o sí?
— Te sorprendería saber cuánto. Por lo menos aquí nadie hace una orgía en… —y su voz se perdió al pasar junto a una pareja que se lo estaba montando en una esquina—. Déjalo.
______ se rió a carcajadas.
— ¡Ooooh Señor! —exclamó una prostituta, al pasar junto a otro club, haciendo un gesto a Tom—. Entra y te lo hago gratis.
Él meneó la cabeza sin detenerse. ______ lo cogió de la mano y lo detuvo.
— ¿Se comportaban así las mujeres antes de la maldición?
Él asintió.
— Por eso el único amigo que tuve fue Kyrian. Los hombres que conocía no podían aguantar la atención que me prestaban; las mujeres me perseguían allí donde estuviésemos, intentando arrancarme la armadura.
______ se detuvo a pensar por un momento.
— Y tú no estás seguro de que todas esas mujeres te amaran, ¿verdad?
La miró con una chispa de diversión.
— El amor y la lujuria no son lo mismo. ¿Cómo puedes amar a alguien a quien no conoces?
— Supongo que tienes razón.
Siguieron caminando por la calle.
— Cuéntame cosas sobre tu amigo. ¿Por qué no le importaba que las mujeres se quedaran con la boca abierta al verte?
Tom sonrió, mostrando sus hoyuelos.
— Kyrian estaba profundamente enamorado de su esposa, y no le importaba ninguna otra mujer. Jamás me vio como un competidor.
— ¿Conociste a su esposa?
Tom negó con la cabeza.
— Aunque nunca lo hablamos, creo que los dos intuíamos que sería una mala idea.
______ percibió el cambio en su rostro. Estaba recordando a Kyrian, seguro.
— Te culpas por lo que le sucedió, ¿verdad?
Él apretó los dientes mientras imaginaba lo que debía haber sentido su amigo al ser capturado por los romanos. Considerando las ganas que habían tenido de atraparlos a ambos, no había duda de lo que lo habían hecho sufrir antes de matarlo.
— Sí —contestó en voz baja—. Sé que tengo la culpa. Si no hubiese despertado la ira de Príapo, habría estado allí para ayudar a Kyrian a luchar contra ellos.
Y sabía con absoluta certeza que la desgracia de Kyrian provenía del hecho de haber sido tan estúpido como para ser su amigo. 
Lanzó un suspiro.
— Una vida brillante que no debería haber acabado así. Si tan sólo hubiese aprendido a controlar su osadía, habría llegado a ser un magnífico gobernador —dijo, cogiendo la mano de ______ y dándole un ligero apretón. 
Caminaron en silencio, mientras ______ intentaba pensar en el modo de animarlo.
Al pasar por la Casa del Vudú de Marie Laveau, ella se detuvo y lo arrastró al interior.
Le explicó los orígenes del vudú mientras recorrían el museo de miniaturas. 
— ¡Uuuh! —dijo cogiendo un muñeco de vudú de una estantería—. ¿Quieres vestirlo como Príapo y clavarle unos cuantos alfileres?
Tom se rió.
— ¿Por qué no imaginarnos que es Rodney Carmichael?
______ suprimió una sonrisa. 
— Eso sería muy poco profesional por mi parte, ¿no es cierto?... Pero me resulta muy tentador.
Dejó el muñeco en su sitio y se fijó en el mostrador de cristal, donde estaban colocados los amuletos y la bisutería. Justo en el centro, había un collar de cuentas negras, azules y verdes, trenzadas de un modo tan intrincado que daban la sensación de ser un delgado hilo negro. 
— Trae buena suerte a quien lo lleva —le dijo la vendedora al percibir el interés de ______—. ¿Le gustaría verlo de cerca?
______ asintió.
— ¿Funciona?
— ¡Sí! Está trenzado siguiendo un poderoso diseño.
______ no estaba muy segura de que debiera creérselo; pero entonces recordó que, hacía apenas una semana, jamás habría creído que dos mujeres borrachas pudieran devolver a la vida a un general Macedonio.
Pagó a la mujer y se acercó a Tom.
— Agáchate —le dijo.
Él la miró con escepticismo.
— ¡Vamos! —le acució ella—. Dame el gusto, anda. 
La vendedora se rió al ver a ______ colocarle el amuleto a Tom en el cuello.
— Ese chico no necesita ningún tipo de suerte para aumentar su encanto. Lo que necesita es un hechizo que disperse la atención de todas esas mujeres que le están mirando el trasero ahora que está agachado.
______ miró por encima del hombro de Tom y observó a tres mujeres que babeaban al mirarle el culo. Por primera vez, sintió un horrible ramalazo de celos.
Pero la sensación se evaporó por completo cuando Tom le dio un cariñoso beso en la mejilla antes de incorporarse. Con una mirada diabólica, le pasó un brazo alrededor de los hombros en un gesto posesivo.
Al pasar junto a las mujeres, ______ no pudo suprimir un travieso impulso. Se detuvo junto a ellas y las interpeló.
— Por cierto, desnudo está muchísimo mejor.
— Y tú que no pierdes oportunidad de comprobarlo, cariño —comentó Tom mientras se ponía las gafas de sol y comenzaba a andar con el brazo aún sobre sus hombros.
Ella le pasó la mano por la cintura y la metió en el bolsillo delantero del pantalón, mientras él la atraía más hacia su cuerpo.
— ¿Sabes una cosa? —le susurró al oído—. Si bajases la mano un poquito más, no me importaría en absoluto.
Ella le dio un pequeño apretón, pero dejó la mano donde estaba.
Las miradas de envidia de las mujeres los persiguieron mientras se alejaban caminando por la acera.
Para cenar, ______ llevó a Tom a la Marisquería de Mike Anderson. Hizo una mueca al ver que depositaban un plato de ostras para Tom sobre la mesa.
— ¡Puaj! —exclamó ella cuando él se comió una.
Muy ofendido, Tom resopló.
— Están deliciosas.
— Para nada.
— Eso es porque no sabes cómo tienes que comerlas.
— Claro que sé. Abres la boca y dejas que ese bicho viscoso se deslice por tu garganta. 
Tom bebió un trago de su cerveza.
— Ésa es una forma de comerlas.
— Así acabas de hacerlo tú.
— Cierto, pero ¿no te gustaría probar otro modo?
Ella se mordió el labio, indecisa. Algo en el comportamiento de Tom le indicaba que podía ser peligroso aceptar su desafío.
— No sé.
— ¿Confías en mí?
— No mucho —resopló ella.
Él se encogió de hombros y dio otro trago a la cerveza.
— Tú te lo pierdes.
— ¡Vale, está bien! —se rindió ella, demasiado curiosa como para continuar negándose—. Pero si me dan arcadas, recuerda que te lo advertí.
Tom tiró de la silla de ______ con los talones hasta colocarla a su lado, tan cerca que sus muslos se rozaban. Se secó las manos en los vaqueros, y cogió la ostra más pequeña.
— Muy bien entonces —le susurró al oído y le pasó el otro brazo por los hombros—. Echa la cabeza hacia atrás.
______ obedeció. Él deslizó los dedos por su garganta, causándole una oleada de escalofríos. Ella tragó, sorprendida por la ternura de sus caricias. Sorprendida por lo bien que se sentía con él a su lado.
— Abre la boca —le dijo en voz baja, mientras le rozaba el cuello con la nariz. 
Ella volvió a obedecer.
Tom dejó que la ostra resbalara hasta su boca. Cuando ______ la tragó y comenzó a bajar por su garganta, Tom pasó la lengua por su cuello en dirección contraria. 
______ se estremeció ante la inesperada sensación. Los pezones se le endurecieron y un millón de escalofríos recorrieron su piel. ¡Era increíble! Y por primera vez, no le importó para nada el sabor de la ostra.
— ¿Te ha gustado? —le preguntó, juguetón.
Ella no pudo evitar sonreír. 
— Eres incorregible.
— Eso intento. 
— Y lo consigues a las mil maravillas.
Antes de que Tom pudiera responder, sonó su teléfono móvil.

CAPITULO # 72

— ¡Puf! —resopló mientras lo sacaba del bolso. Quienquiera que fuese, ya podía tener algo importante que decirle.
Contestó.
— ¿______?
Ella se encogió al escuchar la voz de Rodney.
— Señor Carmichael, ¿cómo ha conseguido este número de teléfono?
— Estaba apuntado en tu Rodolex. Vine a tu casa a verte, pero no estás —y suspiró—. Estaba deseando pasar el día contigo. Tenemos una conversación pendiente. Pero no pasa nada. Puedo reunirme contigo, ¿estás en el Barrio Francés con tu amiga la vidente?
El miedo la paralizó.
— ¿Cómo conoce a mi amiga?
— Sé muchas cosas de ti, ______. ¡Mmm! —masculló en voz baja—. Perfumas los cajones de tu ropa interior con popurrí de rosas. 
El terror la poseyó por completo y no pudo moverse. Comenzaron a temblarle las manos.
— ¿Está en mi casa?
Podía oír cómo abría y cerraba los cajones de su cómoda, a través del teléfono. De repente, el tipo soltó una maldición.
— ¡Zorra! —espetó Rodney—. ¿Quién es él? ¿Con quién coño te has estado acostando?
— Eso es… 
La comunicación se cortó.
______ estaba temblando, tanto que apenas si podía respirar cuando colgó el teléfono. 
— ¿Qué sucede? —le preguntó Tom, con el ceño fruncido por la preocupación. 
— Rodney está en mi casa —le dijo con voz temblorosa. Marcó de inmediato el número de la policía para notificarlo.
— Nos encontraremos allí —le informó el agente—. No entre en su domicilio hasta que lleguemos. 
— No se preocupe, no lo haré.
Tom le cogió las manos.
— Estás temblando.
— ¡No me digas! Resulta que tengo a un psicópata metido en mi casa, olfateando mi lencería e insultándome. ¿Por qué iba a temblar?
Sus ojos de cafeces profundo la tranquilizaron con una mirada protectora. Le apretó las manos suavemente.
— Sabes que no voy a permitir que te haga daño.
— Te lo agradezco mucho, Tom. Pero este hombre está…
— Muerto si se acerca a ti. Sabes que no te abandonaré. 
— Por lo menos no hasta la próxima luna llena.
Tom apartó la mirada y ella asimiló la verdad. 
— No pasa nada —dijo ella con valentía—. Puedo hacerme cargo de esto, de verdad. He estado sola durante años. Ésta no es la primera vez que un cliente me acosa. Y dudo mucho que vaya a ser el último.
Los ojos de Tom lanzaron llamaradas cafeces cuando la miró.
— ¿Cuántos de tus pacientes te han acosado?
— No es tu problema, sino el mío.
Tom siguió mirándola como si estuviese a punto de estrangularla.

CAPITULO # 73

Llegaron a casa al mismo tiempo que la policía.
El joven y musculoso agente miró con suspicacia a Tom.
— ¿Quién es?
— Un amigo —le contestó ______.
El policía alargó la mano hacia ella.
— De acuerdo, déme las llaves y déjenos echar un vistazo. El agente Reynolds se quedará con ustedes aquí fuera hasta que lo revisemos todo.
______ le entregó obedientemente el juego de llaves.
Comenzó a mordisquearse las uñas mientras observaba cómo el policía entraba a su hogar. 
Por favor, que Rodney Carmichael esté dentro todavía.
Pero no estaba. El policía salió poco después meneando la cabeza.
— ¡Joder! —exclamó ______ en voz baja.
El agente Reynolds la acompañó hasta la casa y Tom los siguió un poco rezagado.
— Necesitamos que entre y eche un vistazo para ver si falta algo.
— ¿Ha hecho algún estropicio? —preguntó ella.
— Sólo en los dormitorios.
Con el corazón en un puño, ______ entró en su casa y subió las escaleras para ir a su habitación. 
Tom la siguió y observó cómo se mantenía rígida y distante. Tenía el rostro tan pálido que las pecas resultaban mucho más evidentes. Podría matar al tipo que le había hecho esto. Ninguna mujer debería pasar tanto miedo, especialmente en su propio hogar.
Cuando llegaron al piso superior, Tom vio que la puerta de la habitación del final del pasillo estaba entreabierta. ______ corrió hacia allí.
— ¡No! —jadeó.
Se apresuró a seguirla.
Tom comenzó a verlo todo rojo al contemplar el sufrimiento que reflejaba el rostro de ______. Podía sentir su dolor en el corazón como si fuese el suyo propio. 
Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas mientras observaba el desorden. El colchón estaba tirado en el suelo, las sábanas desgarradas, los cajones abiertos y su contenido esparcido, como si Céfiro hubiera pasado por allí en mitad de un arranque de mal humor. 
Tom le colocó las manos sobre los hombros para reconfortarla.
— ¿Cómo ha podido hacerle esto a su habitación? —preguntó ______.
— ¿De quién es esta habitación? —preguntó el agente Reynolds—. Creía que vivía sola.
— Y lo hago. Ésta era la habitación de mis padres. Murieron hace tiempo —miró a uno y otro lado, incrédula. Una cosa era que fuese tras ella, pero ¿por qué había hecho esto?

CAPITULO # 74 (FIN DEL MARATOM)


Contempló la ropa esparcida por el suelo; ropa que le traía a la memoria tantos recuerdos maravillosos… Las camisas que su padre llevaba al trabajo; el jersey favorito de su madre y que ella siempre le pedía prestado; los pendientes que su padre había regalado a su madre en su último aniversario de boda. Todo estaba desparramado por la habitación, como si no tuviese valor alguno.
Pero para ella eran objetos muy valiosos. Era lo único que le quedaba de ellos. El dolor le desgarraba el corazón. 
— ¿Cómo ha podido hacerlo? —preguntó, mientras la rabia se abría paso en su interior.
Tom la atrajo hacia sus brazos y la sostuvo con fuerza.
— No pasa nada, ______ —murmuró sobre su pelo.
Pero sí que pasaba. ______ dudaba poder superar aquello alguna vez. No podía dejar de pensar en las manos de ese animal tocando la ropa de su madre o desgarrando las sábanas. ¡Cómo se había atrevido!
Tom miró al agente de policía.
— No se preocupe —dijo el hombre—, encontraremos al tipo.
— ¿Y después qué? —preguntó Tom.
— Eso tendrá que decidirlo un tribunal.
Tom lo miró de arriba abajo y soltó un gruñido, asqueado. Tribunales. No entendía cómo un tribunal moderno podía permitir que un animal así estuviese suelto. 
— Sé que todo esto es duro —comentó el agente—. Pero necesitamos que compruebe si se ha llevado algo, doctora Alexander.
Ella asintió.
A Tom le sorprendió el coraje que demostró al desprenderse de su abrazo y limpiarse las lágrimas. Comenzó a inspeccionar todo aquel desastre. Él se arrodilló a su lado; quería estar cerca por si lo necesitaba de nuevo.
Después de comprobarlo todo concienzudamente, ______ cruzó los brazos sobre el pecho y lanzó una rápida mirada al agente. 
— No falta nada —le dijo, y salió de la habitación para ir a la suya.
Entró en ella con mucha aprensión. Un rápido vistazo le indicó que su dormitorio había sufrido los mismos daños que el de sus padres. Había registrado meticulosamente tanto la ropa de Tom como la suya. Toda la lencería estaba tirada por el suelo, había desgarrado las sábanas y el colchón estaba ladeado. 
Ojalá Rodney hubiese encontrado la espada de Tom bajo la cama y hubiese cometido el error de tocarla. Eso sí que habría sido una justa recompensa. 
Pero no la había visto. De hecho, el escudo aún seguía apoyado sobre la pared, junto a la cama, donde él lo dejó. 
______ se sentía casi violada al contemplar toda su ropa esparcida por la habitación; como si las manos de Rodney hubiesen tocado su cuerpo. 
En ese momento, vio la puerta del vestidor ligeramente abierta. Estaba muerta de miedo mientras se acercaba para abrirla y mirar en el interior. Entonces se sintió como si el tipo le hubiese arrancado el corazón y lo hubiese aplastado.
— Mis libros —murmuró.
Tom cruzó la habitación para ver lo que ______ estaba mirando. Se quedó sin respiración al llegar junto a ella.
Todos los libros habían sido destrozados.
— Mis libros no —balbució, cayendo de rodillas.
Le temblaba la mano al pasarla sobre las hojas de los libros que su padre había escrito. Eran irremplazables. Jamás podría abrirlos de nuevo y escuchar su voz hablándole desde el pasado. No podría abrir Belleza Negra y oír a su madre mientras se lo leía. 
Todo había desaparecido.
Rodney Carmichael acababa de matar de nuevo a sus padres.




HOLA!! BUENO ... POBRE DE LA RAYA ... ESE PSICOPATA LA DESTROZO LAS HABITACIONES ... YO QUE ELLA LO BUSCO Y LE ROMPO LA NARIZ Y LE REBANO LOS BRAZO ... OK NO .-. MUY PSICOPATA YO TAMBIEN xD ... BUENO ME DESPIDO, SI VEO MAS DE 1 COMENTARIO LES AGREGO EL LUNES ... MAÑANA NO ESTARE .... ADIOS :))