sábado, 12 de abril de 2014

Capitulo del Maratom

CAPITULO # 51
— Tócame, ______ —le dijo con voz ronca, cogiéndole la mano y acercándosela hasta su hinchado miembro—. Quiero sentir tus manos sobre mí.
Tom se estremeció cuando ella acarició la dureza aterciopelada de su pene. 
Cerró los ojos mientras las sensaciones lo abrumaban. Las caricias de ______ no se limitaban al plano físico, las percibía también a un nivel indefinible. Increíble.  Quería más de ella. Lo quería todo de ella.
— Me encanta sentir tus manos sobre mi piel —balbució mientras ella lo tomaba entre sus manos. ¡Por los dioses! La deseaba tanto que le dolía todo el cuerpo. Cómo deseaba que, tan sólo una vez, ella le hiciese el amor a él.  Que le hiciese el amor con el corazón. 
El dolor volvió a desgarrarlo. No importaba cuántas veces tuviera relaciones sexuales, el resultado siempre era el mismo. Siempre acababa herido. Si no se trataba de su cuerpo, era en lo profundo de su alma.
«Ninguna mujer decente te querrá a la luz del día.»
Era verdad, y lo sabía.
______ percibió su tensión.
— ¿Te he hecho daño? —preguntó mientras alejaba la mano.
Él negó con la cabeza y le colocó las manos a ambos lados del cuello para besarla profundamente. Súbitamente el beso cambió, intensificándose, como si estuviese intentado probar algo ante los dos.  Deslizó la mano por el brazo de ______, hasta capturar la suya y enlazar los dedos. Después, movió las manos unidas y la acarició entre las piernas.
______ gimió mientras él la tocaba con las manos entrelazadas. Era lo más erótico que había experimentado jamás. Temblaba de pies a cabeza mientras él aumentaba el ritmo de las caricias. Cuando introdujo los dedos de ambos en su interior, ______ gritó de placer.
— Eso es —le murmuró al oído—. Siéntenos a los dos unidos.
Sin aliento, ______ se agarró al hombro de Tom con la mano libre y el cuerpo en llamas. ¡Dios, era un amante increíble!
De pronto, él retiró las manos y le alzó una de las piernas para pasársela por la cintura.
______ le dejó hacer, hasta que se dio cuenta de sus intenciones. Estaba preparándose para penetrarla. 
— ¡No! —jadeó mientras lo empujaba—. Tom, no puedes.
Sus ojos llameaban de necesidad y deseo.
— Sólo quiero esto de ti, ______. Déjame poseerte.
Ella estuvo a punto de ceder. Pero entonces, algo extraño le sucedió a sus ojos. Un velo oscuro cayó sobre ellos, y las pupilas se le dilataron por completo.
Se quedó inmóvil. Respiraba entre jadeos y cerró los ojos como si estuviese luchando con un enemigo invisible. Lanzando una maldición, se alejó de ella.
— ¡Corre! —gritó.
______ no lo dudó.
Salió como pudo de debajo de él, agarró la toalla y corrió hacia la puerta. Pero no pudo abandonarlo. Se detuvo en la entrada y miró hacia atrás. Vio cómo Tom se agachaba hasta quedar apoyado en las manos y las rodillas, y se agitaba como si lo estuviesen torturando.
Lo escuchó golpear la bañera con el puño cerrado mientras gruñía de dolor.
El corazón de ______ martilleaba frenético al verlo luchar. Si supiese qué podía hacer…
Finalmente, cayó exhausto a la bañera.
Aterrorizada, y sin poder dejar de temblar, ______ entró en el cuarto de baño de nuevo y dio tres cautelosos pasos hacia la bañera, preparada para salir corriendo si él intentaba agarrarla.
Estaba tendido de costado, con los ojos cerrados. Respiraba con dificultad y parecía débil y agotado mientras el agua caía sobre él, aplastando los mechones negros sobre su rostro.
Cerró el grifo. Tom no se movió.
— ¿Tom?
Abrió los ojos.
— ¿Te he asustado?
— Un poco —le contestó con franqueza. 
Él respiró hondo, entrecortadamente, y se sentó despacio. No la miró. Tenía los ojos clavados en algo que estaba a su espalda, por encima de su hombro.
— No voy a ser capaz de luchar contra eso —dijo, tras una larga pausa. Entonces la miró—. Nos estamos engañando, ______. Déjame poseerte mientras estoy calmado.
— ¿Eso es lo que quieres de verdad?
Tom apretó los dientes al escuchar su pregunta. No, no era lo que quería. Pero lo que deseaba estaba más allá de su alcance.
Quería cosas que los dioses no habían dispuesto para él. Cosas que ni siquiera se atrevía a nombrar, porque el simple hecho de pronunciarlas hacía su ausencia aún más insoportable. 
— Me gustaría poder morirme.
______ retrocedió ante la sincera respuesta. Cómo deseaba poder consolarlo. Alejar su sufrimiento.

CAPITULO # 52

— Lo sé —le dijo, con la voz ronca por las lágrimas que no se atrevía a derramar. Le pasó los brazos alrededor de los fuertes y esbeltos hombros, y lo abrazó con fuerza.
Para su sorpresa, Tom apoyó la mejilla sobre la suya. Ninguno de los dos pronunció una palabra mientras se abrazaban. Finalmente, él se apartó.
— Es mejor que nos detengamos antes de que… —no acabó la frase, pero no era necesario que lo hiciese. ______ ya había sido testigo de las consecuencias, y no tenía ningún deseo de repetir la experiencia.
Lo dejó en el cuarto de baño y fue a vestirse. Tom salió lentamente de la bañera y se secó con una toalla. Escuchaba a ______ en su habitación; estaba abriendo la puerta del armario. En su mente, se la imaginó desnuda y la visión lo enardeció. 
Una demoledora oleada de deseo lo asaltó, golpeándolo con tal fuerza que estuvo a punto de caer de espaldas al suelo.
Se agarró al lavabo mientras luchaba consigo mismo.
— No puedo seguir viviendo así —balbució—. No soy un animal.
Alzó los ojos y se contempló en el espejo. Era la viva imagen de su padre. Miró su rostro con odio. Podía sentir los latigazos en la espalda, mientras su padre lo golpeaba hasta que casi no podía tenerse en pie.
«No te atrevas a llorar, niño bonito. Ni un solo sollozo. Puede que seas el hijo de una diosa, pero éste es el mundo en el que vives, y aquí no mimamos a los niños bonitos como tú.»
En el fondo de su mente, veía la mirada de desprecio de su padre mientras lo golpeaba con el puño hasta arrojarlo al suelo, y después lo levantaba por el cuello hasta casi asfixiarlo. Él pateaba e intentaba defenderse con los puños, pero a los catorce años era demasiado joven e inexperto como para eludir los golpes del general. Con el rostro desfigurado por una mueca de desprecio, su padre le había cortado en la mejilla con una daga, hundiéndola hasta el hueso. Y todo porque había pescado a su esposa mirándolo mientras comían. 
«Veamos si ahora te desea.»
El lacerante dolor del corte fue insoportable, y la hemorragia no se detuvo en todo el día. A la mañana siguiente, la herida había desaparecido sin dejar huella. La ira de su progenitor había sido inconmensurable.
— ¿Tom?
Sobresaltado, dio un pequeño brinco al escuchar una voz olvidada desde hacía dos mil años.
Echó un vistazo a la estancia, pero no vio nada. Sin estar muy seguro de haber escuchado la voz, habló en voz baja.
— ¿Atenea?
La diosa se materializó delante de él, justo en el hueco de la puerta. Aunque llevaba ropas modernas, tenía el pelo negro recogido sobre la cabeza, al estilo griego, con mechones rizados que le caían sobre los hombros. Sus pálidos ojos azules se llenaron de ternura al sonreír.
— Vengo en representación de tu madre.
— ¿Todavía no es capaz de enfrentarme?
Atenea apartó la mirada.
Tom sintió el repentino impulso de reírse a carcajadas. ¿Por qué se molestaba en esperar que su madre quisiera verlo? Debería estar acostumbrado.

CAPITULO # 53

Atenea jugueteaba con uno de sus rizos, envolviéndoselo en el dedo, mientras lo observaba con una extraña expresión de melancolía en el rostro.
— Que conste que te habría ayudado de haber sabido esto. Eras mi general favorito.
De repente, comprendió lo que había ocurrido tantos siglos atrás.
— Me utilizaste en tu pulso contra Príapo, ¿verdad?
Vio la culpa reflejada en los ojos de la diosa antes de que ella pudiese ocultarla.
— Lo hecho, hecho está. 
Con los labios fruncidos por la ira, la miró furioso.
— ¿Ah, sí? ¿Por qué me enviaste a esa batalla cuando sabías que Príapo me odiaba?
— Porque sabía que podías ganar, y yo odiaba a los romanos. Eras el único general que tenía que podía deshacerse de Livio, y así lo hiciste. Jamás me he sentido más orgullosa de ti que aquel día, cuando le cortaste la cabeza.
Cegado por la amargura, era incapaz de creer lo que estaba escuchando.
— ¿Ahora me dices que estabas orgullosa?
Ella ignoró su pregunta.
— Tu madre y yo hemos hablado con Cloto para que te ayude.
Tom se paralizó al escucharla. Cloto era la Parca encargada de las vidas de los humanos. La hilandera del destino. 
— ¿Y?
— Si consigues romper la maldición, podremos devolverte a Macedonia; regresarás al mismo día en que fuiste maldecido a permanecer en el pergamino. 
— ¿Puedo regresar? —repitió, anonadado por la incredulidad.
— Pero no se te permitirá volver a luchar. Si lo haces, podrías cambiar el curso de la historia. Si te enviamos de vuelta, deberás jurar que vivirás retirado en tu villa.
Siempre había una trampa. Debería haberlo recordado antes de pensar que podían ayudarlo.
— ¿Con qué propósito, entonces?
— Vivirás en tu época. En el mundo que conoces —diciendo esto, echó un vistazo al cuarto de baño—. O puedes permanecer aquí, si lo prefieres. La elección es tuya.
Tom resopló.
— Menuda elección.
— Es mejor que no tener ninguna.
¿Sería cierto? Ya no estaba seguro de nada.
— ¿Y mis hijos? —preguntó. Quería, no, deseaba volver a ver a su familia, a las dos únicas personas que habían significado algo para él.
— Sabes que no podemos cambiar eso.
Tom maldijo a Atenea. Los dioses siempre conseguían atormentarlo quitándole todo lo que le importaba. Jamás le habían concedido nada.  Atenea alargó el brazo y lo acarició ligeramente en la mejilla.
— Elige con cuidado —susurró, y se desvaneció.
— ¿Tom?, ¿con quién hablas?
Parpadeó al escuchar a ______ en el pasillo.
— Con nadie —contestó—. Hablo solo.
— ¡Ah! —exclamó ella, aceptando la mentira sin problemas—. Estaba pensando en llevarte de nuevo al Barrio Francés esta tarde. Podemos visitar el Acuario. ¿Qué te parece?
— Claro —respondió él, saliendo del baño.
______ frunció el ceño, pero no dijo nada mientras se dirigía hacia las escaleras.
Tom fue a cambiarse a la habitación. Mientras se ponía los pantalones, se fijó en las fotografías que ______ tenía en el vestidor. Parecía una niña tan feliz… tan libre. Le gustaba especialmente una en la que su madre le pasaba los brazos alrededor del cuello y ambas se reían a carcajadas. En ese momento, supo lo que debía hacer. No importaba lo mucho que deseara otras cosas, jamás podría quedarse con ella. Se lo había dicho ella misma la noche que lo invocaron. Tenía su propia vida. Una en la que él no estaba incluido.

No, ______ no necesitaba a alguien como él. A alguien que sólo atraería la indeseada atención de los dioses sobre su cabeza. 
Rompería la maldición y aceptaría la oferta de Atenea.
No pertenecía a esta época. Su mundo era la antigua Macedonia. Y la soledad.

CAPITULO # 54 (FIN DEL MARATOM)


Algo iba mal. ______ lo notaba en el ambiente mientras conducía hacia el Barrio Francés. Tom iba sentado junto a ella, mirando por la ventana.
Había intentado varias veces hacerlo hablar, pero no había modo de que despegara los labios. Todo lo que se le ocurría era que estaba deprimido por lo sucedido en el cuarto de baño. Debía ser duro para un hombre habituado a mantener un férreo control de sí mismo perderlo de aquel modo.  Aparcó el coche en el estacionamiento público.
— ¡Vaya, qué calor hace! —exclamó al salir y sentirse inmediatamente asaltada por el aire cargado y denso.
Echó un vistazo a Tom, que estaba realmente deslumbrante con las gafas de sol oscuras que le había comprado. Una fina capa de sudor le cubría la piel.
— ¿Hace demasiado calor para ti? —le preguntó, pensando en lo mal que lo estaría pasando con los vaqueros y el polo de punto.
— No voy a morirme, si te refieres a eso —le contestó mordazmente. 
— Estamos un poco irritados, ¿no?
— Lo siento —se disculpó al llegar a su lado—. Estoy pagando mi mal humor contigo, cuando no tienes la culpa de nada. 
— No importa. Estoy acostumbrada a ser el chivo expiatorio. De hecho, lo he convertido en mi profesión. 
Puesto que no podía verle los ojos, ______ no sabía si sus palabras le habían hecho gracia o no.
— ¿Eso es lo que hacen tus pacientes?
Ella asintió.
— Hay días que son espeluznantes. Pero prefiero que me grite una mujer a que lo haga un hombre.
— ¿Te han hecho daño alguna vez? —El afán de protección de su voz la dejó perpleja. Y encantada. Había echado mucho de menos tener a alguien que la cuidase.
— No —contestó, intentando disipar la evidente tensión de su cuerpo. Esperaba que nunca le hiciesen daño, pero después de la llamada de Rodney, no estaba muy segura, y era bastante posible que ese tipo acabase con su buena suerte. 
Estás siendo ridícula. Sólo porque el hombre te ponga los pelos de punta no significa que sea peligroso. 
La expresión del rostro de Tom era dura y muy seria.



HOLA!! QUE BIEN ME HIZO VER 3 COMENTARIOS :O ... QUE FELICIDAD xD ... BUENO AQUI ESTAN LOS NUEVOS CAPITULOS, ESPERO Y LES GUSTEN ... BUENO SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO, HASTA LUEGO, YA LES DIJE, SI HAY 1 COMENTARIO NO AGREGO ... AHORA SI ... ADIOS :))

3 comentarios:

  1. Jooooo, yo quiero que publiques:( bueno, ESTA GENIAL, pobre tom, que mal lo tuvo que pasar, espero que al final se quede con la rayissss*-*

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  2. nooo Tom debe pensar bien su decisión no puede cometer ni un error y en mi opinión pienso que aceptar la propuesta de Atenea no es lo correcto... por eso debe quedarse con rayita :33 ¿no? u.u okay eso solo tu lo sabes :33 etto tenia algo más.... mmm o sí, no sé si se ve mal o no pero quería saber ¿cuanto capítulos son? bueno si no es molestia es que quiero irme preparando para ver como superare el final de esta hermosa historia

    uff, bueno yo me retiro espero puedas subir pronto
    cuídate mucho
    bye ^-^/

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  3. Pobre mi Tom.. Me dan ganas de llorar.. Una vida muy tristee.. Porque su madre no lo quiere ver, estoy segura que algo escondido ahi alli!! Seguro lo hace para protegerlo de algoo. Es la única explicación que puedo tener.. Tom obvio tiene que escoger quedarse con (tn).. Si o sii..

    Virgi te juro que me desespero .. Muero por saber que más va a pasar..

    Subeeee porfa .. Amo las fics :D

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