miércoles, 9 de abril de 2014

Capitulos del Maratom

CAPITULO # 43

Todo su cuerpo temblaba por el tremendo esfuerzo que le suponía mantenerse vestido. Quería introducirse en ella con tanta desesperación que su cordura se desvanecía poco a poco.
Con cada envite de sus caderas contra las de ______, le daban ganas de gritar por la agonía del deseo insatisfecho. Era la tortura más deliciosa que jamás había experimentado.
Y todo empeoró al sentir a ______ deslizar las manos por su espalda, e introducirlas en sus bolsillos traseros para acercarlo aún más, apretándolo con fuerza. 
Tom se estremeció ante la sensación.
— ¡Sí, oh, sí! —jadeaba ______ cuando él aumentó el ritmo de sus embestidas.
Tom sintió que todo le daba vueltas. Tenía que hundirse en ella. Y si no podía hacerlo de una manera, por todos los templos de Atenas que lo haría de otra. 
Se apartó de ella y se movió hacia abajo, pasando los labios por su estómago y besándole las caderas mientras le quitaba las braguitas.
______ temblaba de pies a cabeza al sentir el poder que él ostentaba en ese momento. 
— Por favor —le suplicó, incapaz de soportarlo más.
Le apartó los muslos con los codos. ______ se lo permitió sin protestar. Colocó las manos bajo ella y le elevó las caderas hasta que le pasó las piernas por encima de sus hombros. 
Los ojos se le abrieron de par en par en el mismo instante en que Tom la tomó en la boca.
______ enterró las manos en el cabello de él y echó la cabeza hacia atrás, siseando de placer ante las caricias tan íntimas que la lengua de Tom le prodigaba. Jamás había experimentado algo así. Una y otra vez, penetrándola con la lengua implacablemente, él la lamía, la atormentaba, hurgaba en su interior hasta dejarla sin aliento, exhausta. 
Tom cerró los ojos y gruñó cuando probó su sabor. Y disfrutó de la sensación. Los murmullos de placer que escapaban de la garganta de ______ resonaban en sus oídos. Percibía cómo ella reaccionaba ante cada caricia sensual de su lengua, cuidadosamente ejecutada. De hecho, sentía como le temblaban los muslos y las nalgas, como se estremecían contra sus hombros y sus mejillas.  ______ se retorcía de modo muy erótico en respuesta a sus caricias.

Con la respiración entrecortada, Tom quiso mostrarle exactamente lo que se había estado perdiendo. Cuando saliera de la habitación esa noche, ______ no volvería a encogerse de temor ante sus caricias. Ella gimoteó cuando movió la mano despacio para introducir el pulgar en su vagina, mientras continuaba lamiéndola.
— ¡Tom! —jadeó con un involuntario estremecimiento de su cuerpo.
Él movió el dedo y la lengua aún más rápido, más profundo, aumentando la presión mientras giraba y giraba. ______ sentía que la cabeza le daba vueltas por el roce de la barba de Tom en sus muslos, en su sexo. Y, cuando pensaba que ya no podría soportarlo más, alcanzó el clímax de forma tan violenta que echó la cabeza hacia atrás y gritó mientras su cuerpo se convulsionaba por las continuas oleadas de placer. Pero Tom no se detuvo, siguió prodigándole caricias hasta que tuvo otro nuevo orgasmo, casi seguido al primero. La tercera vez que le ocurrió pensó que moriría.  Débil, y totalmente saciada, sacudía la cabeza a uno y otro lado, sobre la almohada, mientras él continuaba su implacable asalto.
— Tom, por favor —le suplicó mientras su cuerpo seguía experimentando continuos espasmos por sus caricias—. No puedo más.
Sólo entonces, él se apartó. ______ se sentía palpitar desde la cabeza hasta los pies, y respiraba entrecortadamente. Jamás había conocido un placer tan intenso. Tom trazó una senda de besos desde sus muslos hasta su garganta, y allí se quedó.
— Dime la verdad, ______ —le dijo al oído—. ¿Has sentido algo así antes?
— No —susurró ella con honestidad; dudaba que muchas mujeres hubiesen conocido algo semejante a lo que ella acababa de experimentar. Quizás no hubiese ninguna—. No tenía ni idea de que pudiese ser así.
Con una mirada hambrienta, Tom la contempló como si quisiese devorarla. Ella sintió la presión de su erección sobre la cadera y cayó en la cuenta que él no había llegado al orgasmo. Había mantenido su promesa. Con el corazón latiéndole frenético ante el descubrimiento, quiso proporcionarle lo mismo que ella acababa de vivir. O al menos, algo que se le aproximara. Bajando la mano, comenzó a desabrocharle los pantalones. Tom le cogió la mano y se la llevó a los labios para besarle la palma con mucha ternura.
— Tu intención es buena, pero no te molestes.
— Tom —le dijo en tono de reproche—. Sé que es muy doloroso para un hombre si no se…
— No puedo —insistió él, interrumpiéndola de nuevo.
______ lo miró ceñuda.
— ¿Que no puedes qué?
— Tener un orgasmo.
______ abrió la boca, atónita. ¿Estaría diciendo la verdad? De todos modos, sus ojos tenían una expresión mortalmente seria.

CAPITULO # 44

— Es parte de la maldición —le explicó él—. Puedo darte placer, pero si me tocas justo ahora, sólo conseguirás hacerme más daño. 
Sufriendo por él, le acarició la mejilla.
— Entonces, ¿por qué…?
— Porque quería hacerlo.
No lo creía. No. Apartó la mano de su rostro y miró hacia otro lado.
— Querrás decir porque tenías que hacerlo. Por la maldición también, ¿no es cierto?
Él la cogió por la barbilla y la obligó a mirarle a los ojos.
— No. Estoy luchando contra la maldición, si no fuese así, estaría dentro de ti ahora mismo. 
— No lo entiendo.
— Yo tampoco —le confesó mirándola a los ojos, como si buscase en ella la respuesta—. Acuéstate conmigo —susurró—. Por favor.
______ hizo una mueca de dolor ante el sufrimiento que destilaba aquella sencilla petición. Su pobre Tom. ¿Qué le habían hecho? ¿Cómo podían hacerle eso a alguien como él? 
Tom cogió el libro y se lo dio a ______.
— Léeme.
Ella abrió el cuento mientras él colocaba las almohadas en el cabecero de la cama. Se estiró en el colchón e hizo que ______ se tumbara a su lado. Sin decir una sola palabra, tiró de la manta y la rodeó en un tierno gesto con su brazo. El olor a sándalo la asaltó de nuevo, mientras comenzaba a leerle la historia de Wendy y Peter Pan. Estuvieron así durante una hora.
— Me encanta tu voz. Tu forma de hablar —le dijo mientras ______ se detenía para pasar una página.
Ella sonrió.
— Debo decir lo mismo de ti. Tienes la voz más cautivadora que he escuchado jamás. 
Tom le quitó el libro de las manos y lo dejó sobre la mesita de noche. ______ alzó la mirada hasta sus ojos. El deseo los hacía más brillantes, y la contemplaba con un anhelo que la dejó sin respiración. Entonces, para su asombro, la besó suavemente en la punta de la nariz.
Alargó el brazo, cogió el mando a distancia y bajó las luces hasta dejar la habitación en penumbra. ______ no sabía qué decir mientras él se acurrucaba tras ella y la abrazaba por la espalda. Tom le apartó el pelo de la cara y apoyó la cabeza en la almohada, al lado de la suya.
— Me encanta tu olor —le susurró, abrazándola con fuerza.
— Gracias —respondió ella en un murmullo.
No estaba segura, pero le daba la impresión de que Tom sonreía. Se acurrucó aún más, acercándose a la calidez de su cuerpo, pero los vaqueros le rasparon las piernas.
— ¿No estás incómodo vestido? ¿No deberías cambiarte de ropa?
— No —contestó tranquilamente—. De este modo, sé que mi cucharilla permanecerá alejada de tu…
— Ni se te ocurra decirlo —dijo con una carcajada—. No te ofendas, pero tu hermano es asqueroso.
— Sabía que había una razón para que me gustaras tanto.
______ le quitó el mando a distancia de las manos.
— Buenas noches, Tom.
— Buenas noches, cariño.
______ apagó la luz.
Al instante, notó cómo Tom se tensaba. Su respiración se convirtió en un jadeo entrecortado y se apartó de ella.
— ¿Tom? 
Él no contestó. Preocupada, ______ encendió la luz para poder verle. Se abrazaba con fuerza el torso, con los brazos cruzados sobre el pecho. Tenía la frente cubierta de sudor y una mirada aterrada y salvaje mientras se esforzaba por respirar.
— ¿Tom?
Él observó la habitación como si acabara de despertar de una pesadilla espantosa. ______ vio cómo alzaba un brazo y colocaba la mano en la pared, para asegurarse que todo era real, no una alucinación. Se humedeció los labios, se pasó la mano por el pecho y tragó saliva.
Y entonces, ______ lo entendió. La oscuridad. Por eso no había apagado las luces, sino que había bajado la intensidad.
— Lo siento Tom, no lo sabía. 
Él seguía sin hablar. ______ lo abrazó, sorprendida de que un hombre tan fuerte buscase consuelo en ella como si no pudiese hacer otra cosa. Tom apoyó la cabeza sobre sus pechos.
Con los dientes apretados, ______ sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. Y en ese instante supo que jamás le dejaría regresar a ese libro. Nunca. De algún modo, romperían la maldición. Y, cuando todo hubiese acabado, esperaba que Tom pudiese vengarse del responsable de su sufrimiento. 

CAPITULO # 45

______ permaneció inmóvil durante horas, escuchando la respiración tranquila y acompasada de Tom, mientras dormía a su lado. Había colocado una pierna entre sus muslos y le rodeaba la cintura con un brazo. La sensación de su cuerpo, envolviéndola, la hacía palpitar de deseo.
Y su olor… Lo que más le apetecía en esos momentos era darse la vuelta y enterrar la nariz en el aroma cálido y amaderado de su piel. Nadie la había hecho sentirse así jamás. Tan querida, tan segura. Tan deseable. Y se preguntaba cómo era posible, teniendo en cuenta que apenas se conocían. Tom llegaba a una parte de su interior que iba más allá del mero deseo físico.
Era tan fuerte, tan autoritario… Y tan divertido. La hacía reír y le encogía el corazón.
Alargó el brazo y pasó los dedos con suavidad por la mano que tenía colocada justo bajo su barbilla. Tenía unas manos preciosas. Largas y ahusadas. Aun relajadas durante el sueño, su fuerza era innegable. Y la magia que obraban en su cuerpo… Un milagro.
Pasó el pulgar por su anillo de general y comenzó a preguntarse cómo habría sido Tom entonces. A menos que la maldición hubiese alterado su apariencia física, no parecía ser muy mayor, no aparentaba más de treinta.  ¿Cómo podría haber liderado un ejército a una edad tan temprana? Pero claro, Alejandro Magno apenas si tenía edad para afeitarse cuando comenzó sus campañas. Tom debía haber tenido una apariencia magnífica en el campo de batalla. ______ cerró los ojos e intentó imaginárselo a caballo, cargando contra sus enemigos. Podía ver una vívida imagen del general vestido con la armadura y con la espada en alto mientras luchaba cuerpo a cuerpo con los romanos.
— ¿Jasón?
______ se tensó al escuchar el murmullo. Tom estaba dormido. Giró sobre el colchón y lo miró.
— ¿Tom?
Él adoptó una postura rígida y comenzó a hablar en una confusa mezcla de inglés y griego clásico.
— ¡No! ¡Okhee! ¡Okhee! ¡No! —y se incorporó hasta quedar sentado en la cama. 
______ no podía saber si estaba dormido o despierto. Le tocó el brazo instintivamente y, lanzando una maldición, él la agarró con fuerza y tiró de ella hasta ponerla sobre sus muslos. Después volvió a arrojarla a la cama, con una mirada salvaje y los labios fruncidos. 
— ¡Maldito seas! —gruñó. 
— Tom —jadeó ______, luchando por liberarse mientras él la agarraba con más fuerza por el brazo—. ¡Soy yo, ______!
— ¿______? —repitió con el ceño fruncido, intentando enfocar la mirada. 
Se apartó de ella parpadeando. Alzó las manos y las observó como si fuesen dos apéndices extraños que no hubiese visto jamás. Después clavó los ojos en ______.
— ¿Te he hecho daño? 
— No, estoy bien. ¿Y tú?
Él no contestó.
— ¿Tom? —dijo mientras le tocaba.
Se alejó de ella como si se apartase de una criatura venenosa.
— Estoy bien. Era un mal sueño.
— ¿Un mal sueño o un mal recuerdo?
— Un mal recuerdo que me persigue en sueños —murmuró con la voz cargada de dolor, y se levantó—. Debería dormir en otro sitio.
______ lo cogió por el brazo antes de que pudiera marcharse y lo acercó de vuelta a la cama.
— ¿Eso es lo que siempre hiciste en el pasado?
Él asintió.
— ¿Le has contado tus pesadillas a alguien? 
Tom la miró horrorizado. ¿Por quién lo había tomado? ¿Por un niño llorón que necesitaba a su madre? Siempre había guardado la angustia en su interior. Como le habían enseñado. Sólo durante las horas de sueño los recuerdos podían traspasar las barreras que él mismo había erigido. Sólo cuando dormía era débil.  En el libro no había nadie que pudiera resultar herido cuando le asaltaba la pesadilla. Pero una vez liberado de su confinamiento, sabía que no era muy inteligente dormir al lado de alguien que podía acabar inadvertidamente herido mientras estaba atrapado en el sueño.  Podría matarla de forma accidental. Y esa idea lo aterrorizaba.

CAPITULO # 46 (FIN DEL MARATOM)


….— No —susurró—. No se lo he contado nunca a nadie
— Entonces, cuéntamelo a mí.
— No —respondió con firmeza—. No quiero volver a vivirlo.
— Si lo revives cada vez que sueñas, ¿cuál es la diferencia? Déjame entrar en tus sueños, Tom. Déjame ayudarte.
¿Podría hacerlo? ¿Podría tener esperanza? Sabes que no.  Pero aún así…
Quería purgar los demonios. Quería dormir una noche completa libre del tormento, con un sueño tranquilo.
— Cuéntamelo —insistió suavemente.
______ percibía su renuencia mientras se unía a ella en la cama. Permaneció sentado en el borde, con la cabeza entre las manos.
— Ya me has preguntado qué hice para que me maldijeran. Lo hicieron porque traicioné al único hermano que jamás he conocido. La única familia que he tenido en la vida.
La angustia de su voz caló muy hondo en ______. Deseaba desesperadamente acariciarle la espalda, para reconfortarlo, pero no se atrevió por si él volvía a apartarse de nuevo. 
— ¿Qué hiciste?
Tom se mesó el cabello y dejó enterrado el puño en él. Con la mandíbula más rígida que el acero y la mirada fija en la alfombra contestó:
— Permití que la envidia me envenenase.
— ¿Cómo?
Permaneció callado un rato antes de volver a hablar.
— Conocí a Jasón poco después de que mi madrastra me enviase a vivir a los barracones. 
______ apenas si recordaba una conversación con Selena en la que le explicaba que los barracones espartanos eran los lugares donde se obligaba a vivir a los niños, alejados de sus hogares y de sus familias. Siempre se los había imaginado como una especie de internado.
— ¿Cuántos años tenías?
— Siete.
Incapaz de imaginar que la obligaran a apartarse de sus padres a esa edad, ______ jadeó.
— No había nada de raro en la decisión —dijo él sin mirarla—. Y era grande para mi edad. Además, la vida en los barracones era infinitamente mejor que la que llevaba junto a mi madrastra.
______ percibía el veneno que destilaba su voz y se preguntó cómo habría sido la mujer.
— ¿Entonces, Jasón vivía contigo en los barracones?
— Sí —murmuró él—. Cada barracón estaba dividido en grupos, y cada uno elegía a un líder. Jasón era el líder de mi grupo.
— ¿Qué hacían esos grupos?
— Éramos una especie de unidad militar. Estudiábamos, limpiábamos nuestro barracón, pero sobre todo, nos las apañábamos entre todos para poder sobrevivir.
______ se sobresaltó ante esa palabra tan dura.
— ¿Sobrevivir a qué?
— Al estilo de vida espartano —contestó Tom con voz áspera—. No sé si conoces algo sobre las costumbres de la gente de mi padre, pero no vivían con los lujos habituales del resto de los griegos.
» Los espartanos sólo querían una cosa de sus hijos: que nos convirtiéramos en la fuerza militar más impresionante del mundo antiguo. Para prepararnos, nos enseñaban a sobrevivir con las necesidades más básicas. Nos daban una sola túnica que debíamos conservar durante todo un año, y si se estropeaba, la perdíamos, o acababa por quedarnos pequeña, nos quedábamos sin ella. Teníamos que hacernos nuestra propia cama. Y una vez que llegábamos a la pubertad, no se nos permitía llevar ningún tipo de calzado.
Se rió con amargura.
— Aún puedo recordar cómo me dolían los pies durante el invierno. Teníamos prohibido encender fuego, y tampoco podíamos taparnos con una manta, así es que nos envolvíamos los pies con harapos para evitar que se nos congelaran durante la noche. Por la mañana sacábamos los cadáveres de los chicos que habían muerto de frío. 
______ se encogió de espanto ante el mundo que Tom describía. Intentaba imaginarse cómo debía haber sido vivir así. Peor aún, recordó el berrinche que pilló a los trece años porque se encaprichó de unos zapatos de ochenta dólares que, según su madre, eran demasiado para ella; y a la misma edad, Tom habría estado buscando harapos. La injusticia de aquello la hacía pedazos.
— Sólo erais niños.
— Jamás fui un niño —le contestó con sencillez—. Pero eso no era todo, lo peor era que apenas nos daban de comer. Estábamos obligados a robar o a morir de hambre. 
— ¿Y los padres lo permitían?
Él la miró por encima del hombro; sus ojos tenían una expresión irónica.
— Lo consideraban un deber cívico. Y, puesto que mi padre era el stratgoi de Esparta, la mayoría de los profesores y de los chicos me despreciaron desde el primer momento. Me daban mucha menos comida que al resto. 
— ¿Qué era tu padre? —le preguntó, no acababa de comprender el término griego que Tom había empleado.
— El general supremo, si lo prefieres —inspiró profundamente y continuó—. A causa de su posición, y de su reputación de hombre cruel, yo era un paria para mi grupo. Mientras ellos se unían para poder robar comida, a mí me dejaban de lado, y tenía que ingeniármelas para sobrevivir. Un día, pescaron a Jasón robando comida. Cuando regresaron a los barracones iban a castigarlo. Así es que di un paso al frente y me eché toda la culpa.
— ¿Por qué? 
Tom se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.
— Estaba tan débil por la paliza anterior que pensé que no viviría si le daban otra. 
— ¿Y por qué le habían golpeado antes?
— Era el modo de empezar el día. Tan pronto como nos sacaban a rastras de las camas, nos daban una buena tunda.
______ hizo una mueca de dolor.
— Entonces, ¿por qué dejaste que te pegaran en su lugar, si tú también estabas herido?
— Siendo el hijo de una diosa, aguantaba las palizas más duras.
Ella cerró los ojos mientras recordaba las palabras que Selena había dicho esa misma tarde. Esta vez, no pudo resistir el impulso de acercarse a él. Le puso la mano sobre el bíceps. Tom no se apartó. Al contrario, le cubrió la mano con la suya y le dio un ligero apretón.
— Desde ese día en adelante, Jasón me consideró su hermano, e hizo que los demás me aceptaran. Aunque mi madre y mi padre tenían otros hijos, nunca había tenido un hermano antes. 
Ella sonrió.
— ¿Qué ocurrió después?
El bíceps se contrajo bajo su mano.
— Decidimos aunar fuerzas para conseguir lo que necesitábamos. Él distraía a la gente y yo robaba; así, si nos pillaban, yo me llevaba los golpes.
¿Por qué? Tenía ______ en la punta de la lengua, pero se la mordió. En el fondo, conocía la respuesta: Tom estaba protegiendo a su hermano.
— El tiempo fue pasando —continuó él—, y noté que su padre salía furtivamente del pueblo para observarlo de lejos. El amor y el orgullo en su rostro eran algo indescriptible. Su madre hacía lo mismo. Se suponía que debíamos apañárnoslas para conseguir comida, pero algunos días, Jasón encontraba cosas que sus padres le habían dejado. Pan fresco, langosta asada, una jarra de leche… y a veces, dinero. 
— Qué tierno.
— Sí, lo era; pero cada vez que me daba cuenta de lo que hacían por él, la realidad me destrozaba. Quería que mis padres sintieran lo mismo por mí. Habría dado gustoso mi vida porque mi padre me mirara una sola vez sin odio; o porque mi madre se preocupara por mí lo justo para venir a verme. Lo más cerca que he estado nunca de ella fue en su templo de Thimaria. Solía pasar horas contemplando su estatua, y preguntándome si era así realmente. Preguntándome si pensaba alguna vez en mí.
______ se sentó tras él, lo abrazó por la cintura y puso la barbilla sobre su hombro.
— ¿Nunca viste a tu madre cuando eras pequeño?
Él le rodeó los brazos con los suyos y echó la cabeza hacia atrás, hasta dejarla reposar sobre el hombro de ______. Ella sonrió ante el gesto. Aunque estuviese tenso y nervioso, le estaba confiando cosas que jamás había compartido con otra persona.  Y saberlo le proporcionaba una sensación de increíble intimidad. 
— No la he visto nunca —confesó en voz baja—. Me enviaba a otros, pero ella jamás se ha presentado ante mí. Sin importar lo mucho que le implorara, siempre se negaba. Después de un tiempo, dejé de pedírselo. Y al final, también dejé de entrar en sus templos. 
______ le plantó un beso tierno en el hombro. ¿Cómo podía su madre haberlo ignorado? ¿Cómo podía ser capaz una madre de no atender el ruego de un hijo? 
Pensaba en sus propios padres. En el amor y la ternura que le habían prodigado. Y, por primera vez, después de tantos años, se dijo que sus sentimientos con respecto a su trágica muerte estaban totalmente equivocados. Siempre había pensado que habría sido mucho mejor no conocer su cariño para no perderlo de modo tan cruel.
Pero no era así. Aunque los recuerdos de su infancia y de sus padres eran agridulces, la reconfortaban.
Tom no había conocido nunca la ternura de un abrazo. La seguridad de saber que, hiciese lo que hiciese, sus padres siempre estarían allí. 
No podía imaginar cómo habría sido crecer del modo que él lo hizo.




HOLA!!! BUENO AQUI ESTAN LOS NUEVOS CAPITULOS, ESPERO Y LES GUSTEN ... LES AGREGE POR DOS RAZONES: 1: PORQUE NECESITO ACABARLA PRONTO, ESTOY MUY ATRASADA CON ESTA HISTORIA Y 2: PORQUE VI DOS COMENTARIOS Y YA NO UNO, ME CONFORMO CON SOLO DOS ... UNO SE VE FEO >-< .... BUENO ME DESPIDO, QUE ESTEN BIEN ...

2 comentarios:

  1. Pobre mi Tom!!
    Que triste niñez y como si madre ninca atendio a su llamafoo?? Que cruel!!
    Rsta interesantee.. Quiero saber más de la vida de Tom.

    Siguelaa prontoo ;)

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  2. T^T casi llore lo juro que cruel fue la vida de Tom...
    u.u lamenta por no comentarte es que ando medio atontada por la escuela,
    he tenido exposiciones y llevo clases extra, pero bueno ahora que serán vacaciones tratare de estar más relajada y ahora si lista para comentarte :33 y publicar claro...

    Bueno hermosa espero poder leerte pronto, esta historia a tomado un rumbo maravilloso, interesante y emocionante...

    cuídate mucho
    un abrazo y un beso hasta donde estés
    que este bien
    Ciao ^-^/

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