sábado, 22 de febrero de 2014

Capitulos de Maratom

CAPITULO # 23

— Lo consultaré con ella y volveré en un momento —le dijo mientras pasaba un brazo alrededor de los hombros de Psique—. ¿De acuerdo?
Tom alargó el brazo, cogió el colgante que Cupido llevaba al cuello y tiró de él con fuerza.
— De este modo me aseguro de que regreses.
Cupido se frotó el cuello; parecía bastante malhumorado.
— Ten mucho cuidado. Ese arco puede ser muy peligroso si cae en las manos equivocadas.
— No temas. Recuerdo muy bien cómo duele.
Ambos intercambiaron una mirada cargada de significado.
— Hasta ahora —se despidió Cupido dando una palmada, y junto con Psique, se desvaneció entre los vapores de una neblina dorada.
______ retrocedió un paso, con la mente en ebullición. No podía acabar de creerse lo que había presenciado.
— Debo estar soñando —murmuró—. O eso, o he visto demasiados episodios de Xena.
Permaneció muy quieta mientras se esforzaba por digerir todo lo que había visto y oído.
— No puede haber sido real. Debe ser algún tipo de alucinación.
Tom suspiró con cansancio.
— Me gustaría poder creerlo.
— ¡Dios Santo!, ¡ése era Cupido! —exclamó Selena extasiada—. Cupido. El real. Ese querubín tan mono que tiene poder sobre los corazones.
Tom resopló.
— Cupido es cualquier cosa menos «mono». Y con respecto a los corazones, se encarga de destrozarlos.
— Pero hace que la gente se enamore.
— No —le contestó, apretando con más fuerza el colgante entre sus dedos—. Lo que él ofrece es una ilusión. Ningún poder celestial puede conseguir que un humano ame a otro. El amor proviene del corazón —confesó con una nota apesadumbrada en la voz.
______ buscó su mirada.
— Hablas como si lo supieras de primera mano.
— Lo sé.
______ sentía su dolor como si fuese el de ella. Alargó el brazo para tocarle suavemente el brazo.
— ¿Eso fue lo que le ocurrió a Penélope? —le preguntó en voz baja.
Tom apartó la mirada de ______, pero ella captó el sufrimiento que se reflejó en sus ojos.
— ¿Hay algún lugar donde pueda cortarme el pelo? —preguntó inesperadamente.
— ¿Qué? —respondió ______, consciente de que había cambiado el tema para, de ese modo, no tener que contestar a su pregunta—. ¿Por qué?
— No quiero tener nada que me recuerde a ellos —el dolor y el odio que se veían en su rostro eran tangibles.
De mala gana, ______ asintió.
— Hay un lugar en el Brewery.
— Por favor, llévame.
Y ______ lo hizo. Abrió la marcha de vuelta al centro comercial, hasta llegar al salón de belleza. 
Nadie dijo una palabra hasta que estuvo sentado en la silla con la estilista detrás.
— ¿Está seguro de que quiere cortárselo? —preguntó la chica, pasando las manos con una caricia reverente entre los largos y dorados mechones—. Le aseguro que es magnífico. La mayoría de los hombres están espantosos con el pelo largo, pero a usted le sienta de maravilla, ¡lo tiene tan saludable y suave! Me encantaría saber qué usa para acondicionarlo.
El rostro de Tom permaneció impasible.
— Córtelo.

CAPITULO # 24

La chica, una diminuta morena, miró por encima de su hombro buscando a ______.
— ¿Sabe? Si tuviese esto en mi cama todas las noches y pudiese acariciarlo, no me gustaría nada que quisiese estropearlo.
______ sonrió. Si la chica supiera…
— Es su pelo.
— Está bien —contestó con un suspiro resignado. Lo cortó justo por encima de los hombros.
— Más corto —dijo Tom mientras la chica se alejaba.
La estilista pareció sorprendida.
— ¿Está seguro?
Tom asintió con la cabeza.
______ observó en silencio cómo la chica le cortaba el pelo dejándoselo con un estilo que recordaba al David de Miguel Ángel, con los rizos alborotados enmarcándole el rostro.
Estaba más deslumbrante que antes, si es que eso era posible.
— ¿Qué tal? —le preguntó la chica finalmente.
— Está bien —le respondió él—. Gracias.
______ pagó el corte y le dio una propina a la chica. Miró a Tom y sonrió.
— Ahora pareces de esta época.
Él volvió la cabeza con un gesto rápido, como si ella le hubiese dado un bofetón.
— ¿Te he ofendido? —le preguntó ______, preocupada por la posibilidad de haberle hecho daño inadvertidamente. Eso era lo último que Tom necesitaba.
— No.
Pero ______ lo intuía. Algo relacionado con su comentario le había herido. Profundamente.
— Entonces —dijo Selena pensativamente, mientras se unían a la multitud que atestaba el Brewery—, ¿eres hijo de Afrodita?
Él la miró de reojo, furioso.
— No soy hijo de nadie. Mi madre me abandonó, mi padre me repudió y crecí en un campo de batalla espartano, bajo el puño de cualquiera que anduviese cerca.
Sus palabras desgarraron el corazón de ______. No era de extrañar que fuese tan duro. Tan fuerte. 
La asaltó una inquietud: ¿lo habría abrazado alguien con cariño alguna vez? Sólo una vez, sin que él tuviese que complacer a ese alguien primero. 
Tom encabezaba la marcha y ______ observaba su andar sinuoso. Parecía un depredador esbelto y letal. Llevaba los pulgares metidos en los bolsillos delanteros de los vaqueros, y caminaba totalmente ajeno a las mujeres que suspiraban y babeaban a su paso.
Intentó imaginarse a Tom con la apariencia que habría tenido llevando su armadura de batalla. Dada su arrogancia y su modo de moverse, debía haber sido un fiero luchador.
— Selena —llamó a su amiga en voz baja—. ¿No leí en la facultad que los espartanos golpeaban a sus hijos todos los días, para comprobar el grado de dolor que podían soportar?
Tom le contestó en su lugar.
— Sí. Y una vez al año, hacían una competición en busca del chico que aguantase la paliza más dura sin llorar. 
— Un gran número de ellos moría por la brutalidad de las competiciones —añadió Selena—. Bien durante la paliza o por las posteriores heridas.
______ lo recordó todo de repente. Sus palabras acerca de ser entrenado en Esparta y su odio por los griegos.
Selena miró con tristeza a ______ antes de dirigirse a Tom.
— Siendo el hijo de una diosa, supongo que aguantarías más de una paliza.
— Sí, las soportaba —dijo llanamente, con la voz carente de emociones.
______ nunca tuvo más deseos de abrazar a otro ser humano como en ese momento. Quería sostener a Tom entre sus brazos. Pero sabía que a él no le agradaría.

CAPITULO # 25 

— Bueno —comentó Selena, y por su mirada, ______ supo que intentaba alegrar el ambiente—, tengo un poco de hambre. ¿Por qué no pillamos unas hamburguesas en el Hard Rock?
Tom frunció el ceño hasta formar una profunda V.
— ¿Por qué tengo constantemente la impresión de que habláis en otro idioma? ¿Qué es «pillar una hamburguesa en el Hard Rock»?
______ soltó una carcajada.
— El Hard Rock es un restaurante.
Tom pareció horrorizado.
— ¿Coméis en un sitio cuyo nombre anuncia que la comida es más dura que una roca?
______ se rió aún más. ¿Por qué nunca se había percatado de eso?
— Es muy bueno, en serio, ya verás.
Salieron del Brewery y atravesaron el estacionamiento en dirección al Hard Rock Café.
Afortunadamente, no tuvieron que esperar demasiado antes de que la camarera les buscase una mesa. 
— ¡Oye! —dijo un chico cuando se acercaban a la mujer—. Nosotros llegamos antes.
La camarera le lanzó una mirada glacial.
— Su mesa aún no está preparada —y se volvió hacia Tom con ojitos tiernos—. Si es tan amable de seguirme…
La chica abrió la marcha contoneando las caderas, como si no tuviese otra cosa que hacer.
______ miró a Selena aguantando la risa, y le indicó con un gesto que mirara a la chica.
— No se lo tengas en cuenta —le contestó su amiga—. Nos ha colado por delante de diez personas.
La camarera les llevó hasta una mesa en la parte trasera.
— Aquí se puede sentar —dijo mientras rozaba ligeramente el brazo de Tom—, y yo me encargo de que su comida no tarde mucho.
— ¿Y nosotras somos invisibles? —preguntó ______ cuando la chica se alejó.
— Empiezo a creer que sí —respondió Selena, sentándose en el banco situado cara a la pared.
______ se sentó enfrente, con el muro a su espalda. Como era de esperar, Tom ocupó un sitio a su lado.
Ella le ofreció el menú.
— No puedo leer esto —le dijo antes de devolvérselo.
— ¡Ah! —exclamó ______, avergonzada por no haberlo pensando antes—. Supongo que no enseñaban a leer a los soldados de la antigüedad.
Tom se pasó una mano por la barbilla y pareció adoptar una actitud malhumorada ante el comentario.
— En realidad sí lo hacían. El problema es que me enseñaron a leer griego clásico, latín, sánscrito, jeroglíficos egipcios y otras lenguas que hace mucho que desaparecieron. Usando tus propias palabras, este menú está en griego para mí.
______ se encogió.
— No vas a dejar de recordarme que escuchaste todo lo que dije antes de que aparecieras, ¿verdad?
— Me temo que no.
Apoyó el brazo en la mesa y, en ese momento, Selena apartó la vista del menú y le miró la mano. Entonces jadeó.
— ¿Eso es lo que yo creo? —preguntó mientras le alzaba la mano.
Para sorpresa de ______, él permitió que le agarrara la mano y que mirara el anillo.
— ______, ¿has visto esto?
Ella se incorporó en el asiento para poder verlo más de cerca.
— No, la verdad. He estado un tanto distraída.
Un tanto distraída, sí, claro. Eso es como decir que el Everest es un adoquín.
Aún bajo la tenue luz del local, el oro emitía luminosos destellos. La parte superior era plana y tenía grabada una espada rodeada de hojas de laurel, e incrustadas entre las hojas, había unas piedras preciosas que parecían ser diamantes y esmeraldas.
— Es hermoso —dijo ______.
— Es un jodido anillo de general, ¿cierto? —preguntó Selena—. No eras un simple soldado de a pie. ¡Eras un puto general!
Tom asintió sobriamente.
— El término es equivalente.
Selena soltó el aire totalmente anonadada.
— ______, ¡no tienes ni idea! Tom tuvo que ser alguien realmente relevante en su tiempo para tener este anillo. No se lo daban a cualquiera —y movió la cabeza—. Estoy muy impresionada.
— No lo estés —le contestó Tom.
Por primera vez en años, ______ envidió la licenciatura en Historia Antigua de su amiga. Lanie sabía mucho más acerca de Tom y de su mundo de lo que ella jamás podría averiguar.
Pero no parecía necesitar ese grado de conocimiento para entender lo doloroso que debía haber sido para él pasar de ser un general que ordenaba a un ejército, a un esclavo gobernado por las mujeres.
— Apuesto a que eras un magnífico general —dijo ______.
Tom la miró, captando la sinceridad con la que había pronunciado sus palabras. Por alguna inescrutable razón, su cumplido le reconfortó. 
— Hice lo que pude.
— Apuesto a que les diste una patada en el culo a unos cuantos ejércitos —continuó ella.
Él sonrió. No había pensado en sus victorias desde hacía siglos.
— Pateé a unos cuantos romanos, sí.
______ se rió ante el uso del vocabulario.
— Aprendes rápido.
— ¡Oye! —exclamó Selena, interrumpiéndolos—. ¿Puedo echarle un vistazo al arco de Cupido?
— ¡Sí! —exclamó ______—. ¿Podemos?
Tom lo sacó de su bolsillo y lo dejó sobre la mesa.
— Con cuidado —advirtió a Selena mientras alargaba el brazo—. La flecha dorada está cargada. Un pinchacito y te enamorarás de la primera persona que veas.
Ella retiró la mano.
______ cogió el tenedor y con él arrastró el arco hasta tenerlo cerca.
— ¿Se supone que debe ser tan pequeño?
Tom sonrió.

CAPITULO # 26 (FIN DEL MARATOM)


— ¿Es que nunca has oído esa frase que dice: «El tamaño no importa»?
______ puso los ojos en blanco.
— No quiero ni escucharla de un hombre que la tiene tan grande como tú.
— ¡______! —jadeó Selena—. Jamás te había oído hablar así.
— He sido extremadamente comedida, considerando todo lo que vosotros me habéis dicho estos últimos días.
Tom acarició el pelo que le caía sobre los hombros. Esta vez, ______ no se retiró. Estaba haciendo progresos.
— Entonces, dime cómo usa Cupido esto —le dijo ella. Tom dejó que sus dedos acariciaran los sedosos mechones de su pelo. Brillaban aun con la escasa luz del restaurante. Deseaba tanto sentir ese pelo extendiéndose sobre su pecho desnudo… Enterrar su rostro en él y dejar que le acariciara las mejillas.
Con la mirada ensombrecida, imaginó cómo se sentiría al tener el cuerpo de ______ rodeándolo. Y el sonido de su respiración junto al oído.
— ¿Tom? —preguntó ella, sacándolo de su ensoñación—. ¿Cómo lo utiliza Cupido?
— Puede adoptar un tamaño semejante al del arco, o puede hacer que el arma se haga más grande. Depende del momento. 
— ¿En serio? —preguntó Selena—. No lo sabía.
La camarera llegó corriendo y colocó la bandeja sobre la mesa, mientras devoraba con los ojos a Tom como si fuese el especial del día. 
Muy discretamente, Tom recogió el arco de encima de la mesa y lo devolvió a su bolsillo.
— Siento mucho haberle hecho esperar. Si hubiese sabido que no iban a atenderle de inmediato, yo misma le habría tomado nota nada más sentarse. 
______ le dirigió a la chica una mirada ceñuda. ¡Joder!, ¿es que Tom no podía tener cinco minutos de tranquilidad, sin que una mujer se le ofreciera abiertamente?
¿Y eso no te incluye a ti?
Se quedó helada ante el giro de sus pensamientos. Ella se comportaba exactamente igual que las demás, mirándole el culo y babeando ante su cuerpo. Era un milagro que él soportara su presencia.
Hundiéndose en el asiento, se prometió a sí misma que no lo trataría de aquel modo. Tom no era un trozo de carne. Era una persona, y merecía ser tratado con respeto y dignidad. 
Pidió el menú para los tres, y cuando la camarera regresó con las bebidas, trajo una bandeja de alitas de pollo al estilo Búfalo.
— Nosotros no hemos pedido esto —apuntó Selena.
— ¡Oh, ya lo sé! —respondió la chica, sonriendo a Tom—. Hay mucho trabajo en la cocina y tardaremos un poco más en poder servirle la comida. Pensé que debería estar hambriento y por eso le traje las alitas. Pero si no le gustan, puedo traer cualquier otra cosa; la casa invita, no se preocupe. ¿Preferiría otra cosa?
¡Puaj! El doble sentido era tan obvio que a ______ le entraron ganas de arrancarle de raíz el pelo cobrizo. 
— Está bien así, gracias —le dijo Tom.
— ¡Ay, Dios mío!, ¿puede hablar un poco más? —le pidió la chica, a punto de desmayarse—. ¡Oh, por favor, diga mi nombre! Me llamo Mary.
— Gracias, Mary.
— ¡Ooooh! —exclamó la camarera—. Se me ha puesto la piel de gallina —y con una última mirada a Tom, cargada de deseo, se alejó de ellos. 
— No puedo creerlo —comentó ______—. ¿Las mujeres siempre se comportan así contigo?
— Sí —contestó él con la ira reflejada en la voz—. Por eso odio mostrarme en lugares públicos.
— No dejes que te moleste —le dijo Selena, mientras cogía una alita de pollo—. Definitivamente, tu presencia resulta muy útil. De hecho, propongo que lo saquemos más a menudo. 
______ dejó escapar un bufido.
— Sí, bueno; si esa criatura anota su nombre y su número de teléfono en la cuenta antes de dárnosla, tendré que darle un bofetón.
Selena estalló en carcajadas.
Antes de que ______ pudiese preguntar cualquier otra cosa, Cupido entró sin prisas en el restaurante, y se acercó hasta ellos.


Hola!! otro maratom ... espero les guste .... hasta pronto :))

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