miércoles, 21 de mayo de 2014

CAPITULOS DEL MARATOM (FINAL)

CAPITULO # 111
Necesitaba más.
______ lo envolvió con sus brazos y enterró el rostro en su hombro al sentir que aceleraba el ritmo de sus envites. Más y más rápido, más y más fuerte; hasta que ella se quedó sin aliento por el frenético ritmo.
 
De nuevo, el sudor los cubría. ______ lamió el cuello de Tom, embriagada por sus gemidos. Él siseó de placer.
Y todavía seguía hundiéndose en ella, una y otra vez, hasta que ______ pensó que no podría soportarlo más.
Le clavó los dientes en el hombro mientras alcanzaba el orgasmo rápida y salvajemente. Tom no disminuyó sus acometidas cuando ______ se tumbó sobre el colchón. 
Se mordió el labio con fuerza y se movió aún más rápido, haciendo que ella se corriera de nuevo, y esta vez con más intensidad que la anterior. 
Justo cuando el primer rayo de sol atravesaba los ventanales de la habitación, escuchó que Tom gruñía y lo vio cerrar los ojos. 
Con un envite profundo y certero, se derramó en ella y todo su cuerpo se convulsionó entre los brazos de ______. 
Tom era incapaz de respirar y la cabeza le daba vueltas a causa del éxtasis que acaba de sentir; la intensidad de su orgasmo había sido increíble. Le dolía todo el cuerpo, pero aún así, no recordaba haber experimentado con anterioridad semejante placer. La noche pasada lo había dejado exhausto, y estaba agotado por las caricias de ______. 
Habían roto la maldición.
Alzó la cabeza y vio que ______ le sonreía.
— ¿Ya está? —le preguntó ella.
Antes de que pudiera contestar, el brazo comenzó a dolerle como si le estuvieran marcando con un hierro candente. Siseando, se apartó de ella y lo cubrió con la mano.
— ¿Qué pasa? —le preguntó ella al ver que se alejaba.
Perpleja, observó cómo un resplandor anaranjado le cubría todo el brazo. Cuando apartó la mano, la inscripción griega había desaparecido.
— Ya está —balbució ______—. Lo conseguimos.
La sonrisa se borró del rostro de Tom. 
— No —dijo él, rozándole la mejilla con los dedos—. Tú lo hiciste. 
Riéndose, ______ se arrojó en sus brazos. Él la abrazó con fuerza mientras se besaban en un caótico frenesí. 
¡Ya había acabado!
Era libre. Por fin, después de tantos siglos, volvía a ser un hombre mortal. 
Y era ______ la que lo había conseguido. Su fe y su fortaleza habían revelado lo mejor de sí mismo. 
Ella lo había salvado.
______ volvió a reírse y giró en la cama hasta quedar encima de él.
Pero la alegría le duró poco ya que otro destello, aún más brillante que los anteriores, atravesó la habitación.
Su risa murió al instante. Percibió la malévola presencia antes de que Tom se tensara entre sus brazos.
Sentándose en la cama, obligó a ______ a ponerse tras él y se colocó entre ella y el apuesto hombre que los observaba desde los pies de la cama. 
Ella tragó saliva cuando vio al hombre alto y moreno que los miraba furioso. Estaba claro que tenía todas las intenciones de matarlos allí mismo. 
— ¡Bastardo engreído! —gritó el hombre—. ¡Cómo te has atrevido a pensar que puedes ser libre! 
Al instante, ______ supo que estaba ante el mismísimo Príapo.
— Déjalo, Príapo —le contestó Tom con una nota de advertencia en la voz—. Ya ha acabado todo. 
Príapo resopló.
— ¿Crees que puedes darme órdenes? ¿Quién te crees que eres, mortal?
Tom sonrió con malicia. 
— Soy Tom de Macedonia, de la Casa de Diocles de Esparta, hijo de la diosa Afrodita. Soy el Libertador de Grecia, Macedonia, Tebas, Punjab y Conjara. Mis enemigos me conocían como Augustus Tommus Punitor y temblaban ante mi simple presencia. Y tú, hermano, eres un dios menor y poco conocido, que no significaba nada para los griegos y al que los romanos apenas si tomaron en cuenta. 
La ira del infierno transfiguró el rostro de Príapo. 
— Es hora de que aprendas cuál es tu lugar, hermanito. Me quitaste a la mujer que iba a dar a luz a mis hijos y que aseguraría la inmortalidad de mi nombre. Ahora yo te quitaré a la tuya.
Tom se arrojó sobre Príapo, pero ya era demasiado tarde. Había desaparecido llevándose a ______.

CAPITULO # 112
En un abrir y cerrar de ojos, ______ pasó de estar sentada desnuda en su habitación a encontrarse tumbada en un lecho circular, situado en una estancia que tenía todo el aspecto de ser la tienda de un harén en mitad de un desierto. Estaba cubierta por una pieza de seda de color rojo intenso, tan liviana y suave que se escurría sobre su piel como si se tratara de agua. 
Intentó moverse pero no pudo. Aterrorizada, abrió la boca para chillar.
— No te molestes —le recomendó Príapo, acercándose al lecho. Deslizó los ojos sobre su cuerpo con una hambrienta mirada, justo antes de subir a la cama y colocarse de rodillas al lado de ______—. No puedes hacer nada a menos que yo lo desee. —Le pasó un dedo, huesudo y frío, por la mejilla, como si quisiera comprobar la textura y la calidez de su piel—. Entiendo por qué te desea Tom. Tienes fuego en la mirada. Inteligencia. Valor. Es una pena que no hayas nacido en la época del Imperio Romano. Podrías haberme proporcionado innumerables campeones que lideraran mis ejércitos. 
Príapo suspiró mientras su mano descendía hasta el hueco de la garganta de ______.
— Pero así es la vida y así son los caprichos de las Parcas. Supongo que tendré que conformarme con utilizarte hasta que me canse de ti. Si me complaces hasta que llegue ese momento, puede que después permita que Tom se quede contigo. En el caso de que te siga queriendo después de que mis hijos hayan estropeado tu cuerpo. 
Sus ojos ardían de deseo, y ______ no podía dejar de temblar bajo su escrutinio.
El egoísmo de Príapo le resultaba increíble. Al igual que su vanidad. Aterrorizada, quiso hablar, pero él se lo impidió.
¡Cielo santo! ¡Tenía poder absoluto sobre ella!
Una fuerza invisible la alzó para colocarla de espaldas sobre los almohadones mientras Príapo se quitaba la túnica. 
Los ojos de ______ se abrieron como platos al verle desnudo y con una erección completa. El terror la asaltó de nuevo.
— Ahora puedes hablar —le dijo mientras se acercaba para recostarse junto a ella.
— ¿Por qué quieres hacerle esto a Tom?
La ira oscureció los ojos del dios. 
— ¿Que por qué? Ya lo escuchaste. Su nombre era reverenciado por todo aquél que lo escuchaba, mientras que el mío apenas si se pronunciaba aun en los templos de mi madre. Incluso ahora se burlan de mí. Mi nombre se ha perdido en la antigüedad, al contrario que su leyenda, que se cuenta una y otra vez a lo largo y ancho del mundo. Pero yo soy un dios y él no es otra cosa que un bastardo a quien ni siquiera le está permitido habitar en el Olimpo. 
— Aparta las manos de ella. Siempre has sido tan inútil que has acabado relegado en el olvido. Ni siquiera mereces limpiarle los zapatos. 
El corazón de ______ comenzó a latir más rápido al escuchar la voz de Tom. Alzó la cabeza de entre los almohadones y lo vio justo al pie del estrado donde estaban ellos. Sólo llevaba puestos los vaqueros e iba armado con el escudo y la espada. 
— ¿Cómo…? —preguntó Príapo mientras bajaba de la cama.
Tom le dedicó una perversa sonrisa.
— La maldición ha desaparecido y estoy recuperando mis poderes. Ahora puedo localizaros e invocaros. A cualquiera de vosotros. 
— ¡No! —gritó Príapo, y al instante, apareció cubierto por su armadura. 
______ luchó por librarse de aquella fuerza que la mantenía inmovilizada mientras Príapo cogía su espada y su escudo, situados en la pared en la que se apoyaba el lecho, y atacaba a Tom. 
Hipnotizada por el espectáculo, observó cómo luchaban los dos hermanos.

CAPITULO # 113
Jamás había visto nada semejante. Tom giraba ágilmente, como si estuviese ejecutando una macabra danza que devolviera los golpes de Príapo, uno por uno. El suelo y la cama temblaban por la intensidad de la lucha. 
No era de extrañar que Tom hubiese llegado a ser un personaje legendario.
Pero tras unos minutos, vio cómo se tambaleaba y bajaba el escudo.
— ¿Qué te pasa? —se burló su hermano, utilizando el escudo para empujarlo—. ¡Ah, lo olvidaba! Puede que la maldición haya desaparecido, pero aún estás debilitado. Tardarás días en recuperar toda tu fuerza.
Tom meneó la cabeza y alzó el escudo. 
— No necesito toda mi fuerza para acabar contigo.
Príapo se rió.
— Valientes palabras, hermanito. —Y bajó la espada, que se estrelló directamente sobre el escudo de Tom. 
______ contuvo el aliento mientras observaba cómo los golpes comenzaban de nuevo. 
Justo cuando pensaba que Tom iba a ganar, Príapo utilizó una táctica para desestabilizarlo: dejó que ganara terreno. Tan pronto como Tom perdió la protección de la pared en uno de sus flancos, Príapo blandió la espada y la hundió en el vientre de su hermano. Tom dejó caer su espada. 
— ¡No! —chilló ______, aterrada.
Con el rostro transfigurado por la incredulidad, Tom se tambaleó hacia atrás, pero no pudo ir muy lejos con la espada de Príapo hundida en su cuerpo y su hermano aún sosteniéndola. 
— Vuelves a ser humano —le espetó mientras hundía la espada un poco más y retorcía la hoja. Levantó un pie para apoyarlo en la cadera de Tom y le dio una patada.
Libre de la espada, Tom trastabilló y cayó. Su escudo resonó con fuerza al golpear el suelo, justo a su lado. 
Príapo no dejó de reír mientras se aproximaba a Tom.
— Es posible que ningún arma humana pueda acabar contigo, hermanito, pero no eres inmune a un arma inmortal. 
La fuerza que inmovilizaba a ______ despareció en ese instante, liberándola. Tan rápido como pudo, cruzó la habitación hasta llegar junto a Tom, que yacía en un charco de sangre. Respiraba de forma laboriosa y no dejaba de temblar.
— ¡No! —sollozó ______ mientras sostenía su cabeza en el regazo. Contemplaba, horrorizada, la herida abierta en su costado.
— Mi preciosa ______ —dijo Tom, mientras alzaba una mano ensangrentada para rozarle la mejilla.
Ella limpió la sangre que manaba de sus labios.
— No me abandones, Tom —rogó.
Él hizo una mueca de dolor, dejó caer la mano y luchó por respirar.
— No llores por mí, ______. No lo merezco.
— ¡Sí lo mereces!
Él negó con la cabeza y entrelazó sus dedos con los de ella.
— Has sido mi salvación, ______. Sin ti, jamás habría conocido lo que es el amor. —Tragó y se llevó la mano al corazón—. Y nunca habría vuelto a ser quien fui. 
______ observó cómo la luz desaparecía de sus ojos.
— ¡No! —volvió a gritar, acunando su cabeza sobre el pecho—. ¡No, no, no! No puedes morir. Así no. ¡¿Me oyes Tom?! Por favor… ¡No te vayas! ¡Por favor!
Lo abrazó con fuerza mientras la agonía que invadía su corazón y su alma brotaba en forma de lágrimas. 
— ¡No! —resonó con ferocidad a través de la estancia, haciendo que las paredes temblaran. 
______ vio que el color abandonaba el rostro de Príapo al escuchar el chillido. Se escuchó un trueno y, en mitad de un brillante destello de luz, apareció Afrodita delante de ella. Su rostro estaba contraído como reflejo de la indescriptible agonía que sufría al contemplar el cuerpo exangüe y frío de Tom.
Incapaz de asimilar lo que tenía delante, miró furiosa a Príapo.
— ¿Qué has hecho? —le preguntó.
— Fue una pelea justa, madre. O él o yo. No tenía otra opción. 
Afrodita dejó escapar un grito agónico directamente desde su corazón. 
— Invoqué la ira de Zeus y la de las Parcas para conseguir su libertad. ¿Quién demonios crees que eres para hacer esto? —Miró a Príapo como si su mera presencia le provocara náuseas—. ¡Era tu hermano!
— Era tu bastardo, pero nunca fue mi hermano.
Afrodita gritó de furia.
— ¡Cómo te atreves!
Cuando la diosa miró de nuevo a Tom, ______ vio el dolor que reflejaban sus ojos.
— Mi precioso Tom —sollozó la diosa—. Jamás debí permitirles que te hiciesen daño. ¡Dulce Citera! ¿A dónde me ha llevado mi egoísmo? —Cayó de rodillas a su lado—. Te dejé solo cuando debía haber estado contigo para protegerte. 
— ¡Vamos, madre, déjalo ya! —dijo Príapo, como si la aflicción de su madre hubiese conseguido aburrirlo—. Tom te conocía, igual que te conocemos nosotros desde el comienzo de los tiempos; no piensas más que en ti misma y en lo que los demás debemos hacer por ti. Es tu naturaleza. Y, al contrario que Tom, todos la aceptamos hace eones. 
Afrodita no se tomó muy bien esas palabras. De hecho, su rostro se convirtió en una máscara de granito y se puso en pie con toda la dignidad y la elegancia que se espera de una diosa.
Arqueó una ceja y miró a Príapo.
— ¿Has dicho que fue una lucha justa? Bien, tengamos una lucha justa. ¿Estás de acuerdo? Tánatos aún no ha reclamado su alma. Todavía no es demasiado tarde. Lo único que necesitamos para devolverlo a la vida es que su corazón comience a latir de nuevo.
______ sintió una repentina oleada de calor atravesando el cuerpo inerte de Tom.
Se echó hacia atrás y observó cómo un aura dorada lo rodeaba mientras la herida de su costado se cerraba por sí sola y los vaqueros se desintegraban, siendo reemplazados por unas grebas de oro y unas sandalias. El resplandor dorado subió hasta cubrir su pecho que, al instante, quedó oculto a la vista por una antigua armadura dorada, repujada con cuero rojo, y una túnica. Sobre los brazos aparecieron unas anchas tiras de cuero marrón. 
El tinte azulado desapareció de su rostro.
De repente, tomó una profunda bocanada de aire que hizo que todo su cuerpo se estremeciera, y abrió los ojos, mirando a ______ con aquella sonrisa que conseguía derretirle hasta el alma. 
Ella se mordió los labios mientras la felicidad la traspasaba. ¡Estaba vivo!

CAPITULO # 114
Ella se mordió los labios mientras la felicidad la traspasaba. ¡Estaba vivo!
— ¿Qué diablos pasa aquí? —rugió Príapo.
Sobre ellos apareció una mujer, flotando plácidamente. Su pelo negro lanzaba destellos mientras miraba con furia a Príapo. 
— Como muy bien ha dicho tu madre, ya es hora de que contemplemos una lucha justa, Príapo. Llevamos retrasándola demasiado tiempo y, esta vez, no habrá ninguna Alexandria que distraiga a Tom e impida que lleve a cabo su venganza.
— ¿Qué? —preguntó Afrodita—. Atenea, ¿qué estás diciendo?
— Estoy diciendo que fue él quién la envió intencionadamente para distraerlo, mientras acudía a refugiarse a tu templo por temor a la furia de Tom. 
Por la cara de Príapo, ______ supo que era verdad. El dios curvó los labios en un rictus furioso.
— Atenea, ¡pu*ta traicionera! Siempre lo mimaste.
Atenea se rió mientras se desvanecía en el aire para volver a aparecer junto a Afrodita. 
— Nadie lo mimó nunca. Eso lo convirtió en el mejor guerrero que jamás salió de las filas espartanas; y eso es lo que va a ayudarle a darte una buena patada en el culo en este momento. 
Tom se puso en pie. La ceñuda mirada con la que enfrentaba a Príapo consiguió que ______ sintiera un súbito escalofrío.
Afrodita se movió hasta quedar entre sus dos hijos y, cuando alzó la mirada hacia Tom, ______ vio que sus ojos estaban llenos de orgullo.
— Ésta es la segunda vez que te doy la vida, Tom. Me arrepiento de no haber sido la madre que necesitaste la primera vez. No tienes ni idea de lo mucho que desearía poder cambiar el pasado. Lo único que puedo hacer ahora es darte mi amor y mis bendiciones. —Afrodita miró por encima del hombro, buscando los ojos de Príapo—. Y ahora dale una buena patada en el culo a este malcriado. 
— ¡Madre! —gimoteó Príapo.
Tom miró a su hermano y balanceó la espada alrededor de su cuerpo mientras se acercaba a él.
— ¿Estás preparado?
Príapo atacó sin avisar. Pero tampoco es que importara demasiado. 
______ se quedó boquiabierta al verlos luchar. Si antes había pensado que Tom era un buen guerrero, ahora su destreza era infinitamente superior. 
Se movía con una agilidad y una velocidad que jamás habría creído posibles.
Atenea se puso a su lado. Alzó un brazo y rozó ligeramente la seda con la que se envolvía.
— Bonito vestido.
______ la miró con el ceño fruncido por la incredulidad.
— ¿Están luchando a muerte y tú te dedicas a estudiar cómo voy vestida?
Atenea se rió.
— Confía en mí; siempre elijo con mucho cuidado a mis generales. Príapo no tiene ninguna posibilidad frente a Tom.
______ volvió a dirigir su atención a los hombres en el mismo instante que Tom golpeaba a Príapo con su escudo. El dios perdió el equilibrio, se tambaleó y Tom aprovechó para hundirle la espada en el costado.
— Púdrete en el Tártaro, bastardo —dijo Tom con desdén mientras el cuerpo de Príapo se desintegraba entre destellos multicolores.
______ corrió hacia él.
Tom arrojó a un lado la espada y el escudo, y la alzó en brazos para girar con ella alrededor de la estancia. 
— ¡Estás vivo! ¿Verdad que sí? —le preguntó.
— Sí, lo estoy.
______ se dejó caer sobre él. Tom la bajó, deslizándola muy lentamente sobre su armadura centímetro a centímetro, hasta que sus pies se apoyaron sobre el suelo y reclamó sus labios con un beso. 
______ escuchó que alguien se aclaraba la garganta.
— Discúlpame, Tom —dijo Atenea, al ver que no soltaba a ______—. Debes tomar una decisión. ¿Quieres que te envíe a casa o no?
______ se echó a temblar.
Tom la miró de forma abrasadora y acarició con mucha suavidad su mejilla como si estuviera saboreando el tacto de su piel.
— Sólo he conocido un hogar en todos los siglos de mi existencia.
______ se mordió el labio mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. Iba a abandonarla en ese mismo momento. Dios santo, sólo rogaba tener la fuerza necesaria para soportar el dolor. 
Tom se inclinó y le besó la frente.
— Y es con ______ —susurró sobre su pelo—. Si ella me acepta. 
______ puso los ojos en blanco; se sentía tan aliviada que tenía ganas de gritar y reír a la vez, pero sobre todo quería abrazarlo y retenerlo junto a ella para siempre.
— ¡Jesús, Tom! —exclamó con una apatía totalmente falsa—. No lo sé… Ocupas toda la cama, y llevas unos boxers espantosos… ¿Crees que voy a poder soportarlo? Si vuelves conmigo tendremos que hacer que desaparezcan. Y nada de volver a acostarse con los vaqueros puestos por la noche; me raspan las piernas. 
Él soltó una carcajada.
— No te preocupes. Para lo que tengo en mente, el nudismo viene mucho mejor.
La risa de ______ se unió a la suya mientras Tom le tomaba la cara entre las manos.
Al intentar besarla, ella se alejó de forma juguetona.
— ¡Ah, por cierto! ¿Ésta es tu armadura?
Él la miró ceñudo.
— La misma; o al menos lo era.
— ¿Podemos quedárnosla?
— Si tú quieres… ¿por qué?
— Porque… Mmm cariño —ronroneó ______ lanzando una mirada lasciva sobre su fantástico cuerpo—, te queda de muerte. Si te la pones, te prometo que pasarás un buen rato en la cama cinco o seis veces al día. 
Atenea y Afrodita se rieron al unísono.

CAPITULO # 115
Aparecieron en la habitación de ______ con otro de aquellos destellos cegadores; exactamente en la misma posición que se encontraban cuando Príapo apareció.
— ¡Eh! —exclamó ______ enfadada—. ¿Dónde está la armadura?
Apareció súbitamente junto con el yelmo, la espada y el escudo, en un rincón del dormitorio.
— ¿Ya estás contenta? —le preguntó Tom mientras la acomodaba sobre su pecho.
— Delirante de felicidad.
Alzó la cabeza y la besó de tal forma que ______ se estremeció de la cabeza a los pies y gimió al sentir la calidez de su boca sobre la suya. Al sentir su cuerpo bajo ella.
Jamás permitiría que volviese a marcharse.
— Por cierto…
Tom se apartó de los labios de ______ con un gruñido y alzó la sábana con rapidez para taparlos a ambos con ella.
______ la apretó con fuerza a la altura de la barbilla.
— Atenea —dijo Tom—, ¿piensas seguir interrumpiéndonos?
La diosa no parecía avergonzada en lo más mínimo mientras se aproximaba a la cama. Llevaba una caja dorada en las manos.
— Bueno, es que se me ha olvidado daros una cosa.
— ¿Qué? —preguntaron al unísono con suma irritación.
Antes de que Atenea pudiese contestar, apareció Afrodita.
— Ya lo tengo —le dijo a Atenea antes de quitarle la caja de las manos.
Atenea se desvaneció.
Afrodita se acercó a la cama, dejó la caja al lado de Tom y la abrió.
— Si vas a quedarte en esta época, necesitarás varias cosas: un certificado de nacimiento, un pasaporte, un permiso de residencia… —Afrodita miró la tarjeta verde y frunció el ceño— No, espera, esto no lo necesitas. —Y entonces miró a ______—. ¿O sí?
— No, señora. 
Afrodita sonrió mientras la tarjeta se evaporaba.
— También hay un carné de conducir pero, si aceptas un consejo maternal, deja que sea ______ quien se encargue del coche. No te lo tomes a mal, pero eres un completo desastre al volante. —Y suspiró—. Es una pena que no tengamos un dios para esas cuestiones. Pero qué se le va a hacer. —Cerró la caja y se la ofreció a su hijo—. Aquí tienes; puedes echarle un vistazo luego.
Cuando Afrodita comenzaba a alejarse, Tom se incorporó en la cama y la cogió de la mano.
— Gracias por todo, madre.
La diosa lo miró con los ojos llenos de lágrimas y le dio unas palmaditas en la mano.
— Siento muchísimo no haberme enterado de lo que les ocurrió a tus hijos hasta que fue demasiado tarde. No tienes idea de lo mucho que me arrepiento de no haberlo descubierto hasta después de que Tánatos reclamara sus almas. 
Tom le dio un apretón cariñoso. 
— ¿Me llamarás si necesitas cualquier cosa? —preguntó la diosa.
— Te llamaré aunque no necesite nada.
Afrodita se llevó la mano de Tom a los labios y la besó mientras sus ojos se clavaban en ______ para, de inmediato, volver de nuevo a su hijo. 
— Quiero seis nietos. Como mínimo.
— ¡Eh! —exclamó ______ sacando de la caja un título universitario—. ¿Le has dado un título de Licenciado en Historia Antigua? ¿Y de Harvard?
Afrodita asintió con la cabeza.
— También hay uno de Lengua y Cultura Clásicas. —Miró a Tom—. No estaba segura de lo que querrías hacer, por eso he dejado que seas tú quien elija.
— ¿Podemos usarlos de verdad? —preguntó ______.
— Claro que sí. Si miras un poco más abajo encontrarás su certificado de notas. 
______ lo hizo y al mirarlo jadeó.
— No es justo, ¡sólo hay matrículas de honor!
— Por supuesto —rezongó Afrodita, un poco indignada—. Mi hijo jamás será un segundón. —Sonrió—. No me molesté en hacer un certificado de matrimonio. Supuse que querríais encargaros de eso personalmente. Y tan pronto como Tom decida cuál será su apellido, aparecerá en todos los documentos. —La diosa rebuscó bajo los papeles y sacó una libreta bancaria—. Por cierto, he convertido el dinero que tenías en Macedonia en dólares para que puedas usarlo aquí. 
______ abrió la libreta y se quedó con la boca abierta.
— ¡Jesús, María y José! ¡Eres asquerosamente rico! 
Tom se rió a carcajadas.
— Ya te lo dije, se me daba muy bien lo de conquistar.
Afrodita alargó una mano y el libro donde Tom había estado atrapado apareció entre sus brazos.

CAPITULO # 116
— También pensé que te gustaría buscar un lugar seguro donde guardar esto.
Tom se quedó boquiabierto mientras cogía el libro de las manos de su madre. 
— ¿Me estás encargando la custodia de Príapo?
Afrodita se encogió de hombros. 
— Te mató. No podía dejar que se marchara sin castigarlo de algún modo. Acabará saliendo si es un buen chico. 
______ casi se sentía apenada por el pobre Príapo.
Casi.
Afrodita se inclinó y besó a Tom en la mejilla.
— Siempre te he querido. Pero no he sabido cómo demostrarlo.
Él asintió con la cabeza.
— Supongo que eso suele pasar cuando tu madre es una diosa. No puedes esperar fiestas de cumpleaños y comidas caseras. 
— Eso es cierto, pero te he dado muchos otros regalos que a tu novia parecen gustarle muchísimo. 
— Hablando de eso —la interrumpió ______, repentinamente asaltada por un pensamiento—, ¿no podemos deshacernos de ése que hace que las mujeres se sientan atraídas por él como por un imán?
La diosa la miró con una expresión divertida.
— Niña, mira bien a este hombre. ¿Qué mujer en su sano juicio no lo querría en su cama? Tendría que dejarlas ciegas a todas o hacer que Tom engordara y se quedara calvo.
— Déjalo, no importa. Acabaré acostumbrándome.
— Eso creo yo. 
Afrodita desapareció tras el comentario.
Tom envolvió a ______ entre sus brazos y la acercó a él de nuevo.
— ¿Estás dolorida?
— No, ¿por qué?
— Porque tengo la intención de pasarme el día entero haciéndote el amor.
Ella le mordisqueó la barbilla.
— Mmm, me gusta esa idea…
Tom la besó.
— ¡Ah, espera! —exclamó alejándose de sus labios.
______ frunció el ceño mientras Tom salía de la cama para coger libro, arrojarlo al pasillo y cerrar la puerta después. 
— ¿Qué estás haciendo? —le preguntó ella.
Tom volvió a la cama con su característico andar lento y ágil que la dejaba sin aliento y conseguía encenderla. Trepó al lecho con la misma gracia que un animal salvaje, desnudo y sigiloso, y recorrió su cuerpo con una mirada lujuriosa y ardiente. 
— Puede escuchar todo lo que decimos. Y, personalmente, no quiero tenerlo al lado mientras hago esto.
______ jadeó cuando Tom la puso de costado, acercándola a él. 
— O esto —siguió él, deslizando una mano entre sus muslos y acariciándola con manos expertas.
Se acurrucó contra la espalda de ______.
— Y sobre todo, no quiero que escuche esto.
Enterró sus labios en el cuello de ______ mientras deslizaba la mano por el interior de sus muslos para separarle las piernas e introducirse en ella hasta el fondo.
______ gimió de satisfacción.
— He estado esperándote dos mil años, ______ Alexander —le susurró al oído—, y cada segundo de espera ha merecido la pena.

EPILOGO (FINAL)

Un año después
Tom abrió la puerta de la habitación del hospital. Junto a su madre y a Selena, entró sin hacer ruido, ya que no quería molestar a ______ si estaba descansando. 
El miedo lo atenazó al verla tumbada en la cama. Su aspecto lo aterrorizaba, estaba muy pálida y parecía indefensa. No podía soportar verla a sí.
Ella era su fuerza. Su corazón. Su alma. Todo lo que era bueno en la vida.
La idea de perderla le resultaba insoportable.
______ abrió los ojos y les sonrió.
— Hola —dijo en un susurro.
— ¡Hola guapa! —le contestó Selena—. ¿Qué tal estás?
— Exhausta, pero muy bien.
Tom se inclinó y la besó.
— ¿Necesitas algo?
— Tengo todo lo que siempre he deseado —le contestó ella con el rostro radiante.
Él le sonrió.
— Bueno, ¿dónde están mis nietos? —preguntó Afrodita.
— Se los han llevado para pesarlos —contestó ______.
Y, como si las hubiesen llamado, las enfermeras entraron en ese instante empujando las cunas. Comprobaron los brazaletes de ______ y los de los bebés y salieron en silencio. 
Tom se apartó del lado de ______ lo justo para coger en brazos a su hijo con mucho cuidado. La alegría lo inundó al acunar al diminuto bebé. ______ le había dado mucho más de lo que jamás imaginó que tendría. Y mucho más de lo que se merecía.
— Éste es Niklos James Alexander —dijo mientras lo depositaba en brazos de Afrodita para coger a su hija—. Y ésta es Vanessa Anne Alexander —y la colocó sobre el otro brazo de su madre. 
Los labios de Afrodita comenzaron a temblar cuando miró a su nieta. 
— ¿Le has puesto mi nombre?
— Los dos quisimos hacerlo —le dijo ______.
Las lágrimas brotaron de los ojos de la diosa mientras contemplaba a sus dos nietos.
— ¡La de regalos que tengo para vosotros!
— ¡Mamá! —la interrumpió Tom con brusquedad—. Por favor, nada de regalos. Tu amor será suficiente. 
La diosa se limpió las lágrimas y soltó una carcajada.
— De acuerdo. Pero si cambiáis de opinión, decídmelo.
______ observó a Tom mientras éste acariciaba la cabeza pelona de Niklos. No lo habría creído posible pero, en ese momento, lo amaba aún más que antes.
Cada día pasado junto a él había sido una bendición. 
— ¡Ah, por cierto! —exclamó Selena mientras cogía a Vanessa de los brazos de Afrodita—. Fui ayer a la librería y Príapo no estaba. Hace unos días que hubo luna llena. ¿Alguien quiere apostar a que en estos momentos está practicando sexo salvaje y desenfrenado con alguien?
Todos se rieron.
Excepto Tom.
— ¿Te pasa algo? —le preguntó ______.
— Supongo que me siento un poco culpable. 
— ¡¿Culpable?! —exclamó Selena con incredulidad—. ¿Por Príapo?
Tom señaló con un gesto a ______ y a los niños.
— ¿Cómo podría guardarle rencor? Sin su maldición jamás os tendría a ninguno de vosotros. Fue una pesadez pero debo admitir que mereció la pena. 
Todas las miradas se clavaron, expectantes, en Afrodita.
— ¿Qué? —preguntó ella con fingida inocencia—. ¡No me digas que quieres que lo libere! Ya te lo dije, lo haré cuando aprenda la lección…
Selena meneó la cabeza.
— Pobre tío Príapo —dijo dirigiéndose a Vanessa—. Pero fue un chico muy, muy malo.
La puerta se abrió en ese instante y una enfermera se asomó, indecisa.
— ¿Doctor Alexander? —se dirigió a Tom—, hay una pareja aquí fuera que dicen ser familiares suyos. Ellos… mmm… —bajó la voz hasta hablar en un murmullo— son moteros. 
— ¡Eh, Logan! —lo llamó Eros desde detrás de la enfermera—. Dile a Atila el Huno que somos de fiar para que podamos entrar a babear sobre los bebés. 
Tom soltó una carcajada.
— Está bien, Trish —le dijo a la enfermera—. Es mi hermano.
Eros le hizo una mueca burlona a Trish mientras entraba a la habitación junto a Psique.
— Que alguien me recuerde que tengo que dispararle una flecha de la mala suerte al salir —comentó mientras la enfermera cerraba la puerta.
Tom lo miró con una ceja arqueada.
— ¿Tengo que confiscarte de nuevo el arco?
Eros le contestó con un gesto grosero y se acercó a Selena para tomar en brazos a Vanessa. 
— ¡Ooooh! Menuda rompecorazones que vas a ser. Apuesto a que vas a tener a montones de niños corriendo detrás de ti. 
Tom perdió el color del rostro y miró a su madre.
— Mamá, hay un regalo que me gustaría pedirte.
Afrodita lo observó, esperanzada.
— ¿Te importaría hablar con Hefesto para que hiciera un cinturón de castidad apropiado para Vanessa?
— ¡Tom! —balbució ______ con una carcajada.
— No tendría que llevarlo durante mucho tiempo; sólo treinta o cuarenta años.
______ puso los ojos en blanco. 
— Menos mal que tienes a tu mami —le dijo al bebé que Eros sostenía—, porque tu papi no es nada divertido.
Tom alzó una ceja con un gesto arrogante.
— ¿Que no soy divertido? —repitió—. Divertido… eso no es lo que dijiste el día que concebiste a estos dos…
— ¡Tom! —exclamó ______ con el rostro arrebolado. Pero ya hacía tiempo que sabía que era incorregible.
Y lo amaba tal y como era. 



fin!

HOLA!!! AQUI ESTA EL FINAL ... GRACIAS POR HABERLA LEIDO ... LO SE ES HERMOSA ... LO SIENTO SI LAS ESTUVE CASI OBLIGANDO A COMENTAR xD ... BUENO, MAÑANA AGREGO LA NOVE QUE SIGUE ... ESPERO VER SUS COMENTARIOS Y QUE TODAS ME SIGAN EN LA NUEVA ... BUENO, QUE ESTEN BIEN , ADIOS :))

3 comentarios:

  1. Gracias Virgii!! Me a encantado esta novela.. Al igual que todas las que has subidoo..

    Quedaron juntos y una vida hecha Tom ya tenia profesion y mucho dinero..
    Me encanto el final.. *.* un hermoso final..

    Ya sabes yo tu fiel lectora te seguire en todas tus fics .. Esperare ansiosa.. Gracias :D

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  2. jajajaja ese Tom. Eros debió quedarse en silencio ajajajaja, pobre nena ojala y Afrodita no hable con Hefesto xD hay no el epilogo me mato, estuvo muy lindo y divertido...

    y en cuanto a la fic no tengo palabras para describirla pues yo soy de las personas que aman la mitología desde la nordica hasta la china y vaya leer esto fue asombroso y emocionante.

    como buena seguidora espero la nueva fic que con gusto seguiré :33

    ciao virgi cuídate mucho ^-^/

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  3. Gracias Virgi, me encanto esta novela es super buena, ni se diga la de ardiente tentacion esa me fascino.. q bueno q quedaron juntos y tuvieron 2 hijos q romanticooooo, de verdad q me gusto mucho el final y mas q todo los celos de Tom hacia su hija Vanessa jajaja q gracioso y el comentario q hicieron Tom y (Tn) al final jajaja super nice.. bueh colorin colorado esta novela ha terminado, te felicito escribes muy bien y claro q te seguiré en la próxima fic ya me muero x saber de q tratara..!!!!

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