lunes, 6 de enero de 2014

Capitulos de Maratom

CAPITULO # 11

______ maldijo su suerte y le pidió a Lisa, a través del intercomunicador, que cancelara todas las citas pendientes para el resto del día.

Tan pronto como llegó a la plaza, entendió lo que Selena había querido decirle. Habría unas veinte mujeres rodeando a Tom, y docenas más boquiabiertas al pasar cerca del tenderete.
Las que estaban más cerca de él, se empujaban a codazos tratando de llamar su atención.
Pero lo más increíble de todo era contemplar a las tres mujeres que le pasaban los brazos por la cintura, mientras otra les hacía una foto.
— Gracias —ronroneó una de ellas, cuya edad rondaría los treinta y cinco, dirigiéndose a Tom mientras le arrebataba la cámara a la chica que acababa de hacer la instantánea. La sostuvo delante del pecho en un intento de atraer la atención de Tom, pero él no pareció interesado en lo más mínimo—. Esto es simplemente maravilloso —continuó babeando—. No puedo esperar a llegar a casa y enseñársela a mi grupo de novela. Jamás me creerán cuando les cuente que me he encontrado con un modelo de portada de novela romántica en el Barrio Francés.
Había algo en la rigidez de Tom que le decía que no le gustaba la atención que despertaba. Pero tenía que admitir que no se comportaba de forma abiertamente maleducada.
No obstante, la sonrisa no le llegaba a los ojos; y la que tenía en esos momentos no se parecía en nada a la que le había dedicado a ella la noche anterior.
— Un placer —les contestó.
Las risitas que siguieron al comentario fueron ensordecedoras. ______ agitó la cabeza totalmente incrédula. ¡Chicas, un poco de dignidad…!
Y de nuevo, observando el rostro de Tom, su cuerpo y su sonrisa, le sobrevino aquella sensación de vértigo, tan habitual desde que le viera por primera vez.
¿Cómo iba a culparlas por comportarse como adolescentes a la puerta de un concierto en un centro comercial?
De repente, Tom miró más allá de la marea de admiradoras y la vio. ______ arqueó una ceja, indicándole que encontraba la situación bastante divertida.
Al instante, la sonrisa se borró de su rostro y clavó los ojos en ella como un hambriento depredador que acaba de encontrar su próxima comida.
— Si me disculpan —dijo, abriéndose paso entre las mujeres y dirigiéndose directamente hacia ______.
Ella tragó saliva al percibir la instantánea hostilidad de las mujeres, que fruncieron el ceño en masa, observándola.
Pero fue mucho peor el repentino y crudo arrebato de deseo que la recorrió por completo, e hizo que su corazón comenzara a latir descontrolado. Con cada paso que Tom daba hacia ella, la sensación se multiplicó por diez.
— Saludos, agapimeni —dijo Tom, alzándole la mano para depositar un beso sobre los nudillos.
Una ardiente descarga eléctrica recorrió su espalda y, antes de que pudiese moverse, él la arrastró hacia sus brazos y le dio un tórrido beso que le desgarró el alma.
Cerró los ojos de forma instintiva y saboreó la calidez de su boca y de su aliento; la sensación de sus brazos rodeándola con fuerza contra su pecho, duro como una roca. La cabeza comenzó a darle vueltas.
¡Uf, ciertamente este hombre sabía cómo dar un beso! Tom tenía una forma de mover los labios que desafiaba cualquier posible explicación.
Y su cuerpo… ______ nunca había sentido nada parecido a esos músculos esbeltos y duros flexionándose a su alrededor.
Una de las «admiradoras» susurró un apenas audible ¡Lagarta!, que rompió el hechizo.
— Tom, por favor —murmuró—. La gente nos mira.
— ¿Y a ti te importa?
— ¡Pues claro!
Tom separó sus labios de los de ______ con un gruñido, y volvió a dejarla sobre el suelo. Sólo entonces, fue consciente de que la había estado sosteniendo, aparentemente sin mucho esfuerzo.
Con las mejillas al rojo, ______ captó las miradas envidiosas de las mujeres mientras se dispersaban.
Tom se apartó y dio un paso hacia atrás; su rostro mostraba a las claras lo poco dispuesto que estaba a mantenerse alejado.
— Por fin —dijo Selena con un suspiro—. De nuevo puedo oír —dijo agitando la cabeza—. Si hubiese sabido que iba a funcionar, yo misma le habría besado.
______ le dedicó una sonrisilla satisfecha.
— Bueno, tú eres la culpable.
— ¿Cómo dices? —le preguntó Selena.
______ señaló la ropa de Tom con un gesto de la mano.
— Mira cómo va vestido. No puedes mostrar en público a un dios griego con unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes dos tallas más pequeña de la que necesita. ¡Jesús, Selena!, ¿en qué estabas pensando?
— En que estamos a 38º con una humedad del ciento diez por ciento. No quería que muriese por un golpe de calor.
— Señoras, por favor —dijo Tom, interponiéndose entre ellas—. Hace demasiado calor como para estar discutiendo en plena calle sobre algo tan trivial como mi ropa —dijo, deslizando una hambrienta mirada sobre ______, y sonriendo de una forma que derretiría a cualquier mujer—. Y no soy un dios griego, sólo un semidiós menor.
______ no entendió lo que Tom decía, ya que el sonido de su voz la tenía cautivada. ¿Cómo lo conseguía?, ¿cómo hacía que su voz sonara con ese tono tan erótico?
¿Sería su timbre profundo?
No, era algo más. Pero no acaba de entender qué podía ser.
Honestamente, lo único que quería era encontrar una cama y dejar que hiciese con ella todo lo que se le antojase; y sentir su apetitosa piel bajo las manos.
Observó a Selena y vio que ésta se lo comía con los ojos, mientras le miraba las piernas desnudas y el trasero.
— Tú también lo sientes, ¿verdad? —le preguntó.
Selena alzó la mirada, parpadeando.
— ¿El qué?
— A él. Es como si fuese el Flautista de Hamelin y nosotras fuésemos las ratas, seducidas por su música —______ se dio la vuelta y observó el modo en que las mujeres lo miraban; algunas incluso estiraban el cuello para verle mejor—. ¿Qué hay en él que nos hace olvidar nuestra voluntad? —preguntó.
Tom arqueó una ceja con un gesto arrogante.
— ¿Yo te atraigo en contra de tu voluntad?
— Sinceramente sí. No me gusta sentirme de este modo.
— ¿Y cómo te sientes? —le preguntó él.
— Sexualmente atractiva —le contestó antes de poder contener la lengua.
— ¿Cómo si fueras una diosa? —le volvió a preguntar él con voz ronca.
— Sí —respondió, mientras Tom se acercaba a ella.
No la tocó, pero tampoco es que hiciese falta. Su mera presencia conseguía abrumarla y embriagarla tan sólo con que clavase su mirada en sus labios o en su cuello. Podía jurar que realmente sentía el calor de sus labios sobre la garganta.

CAPITULO # 12

No la tocó, pero tampoco es que hiciese falta. Su mera presencia conseguía abrumarla y embriagarla tan sólo con que clavase su mirada en sus labios o en su cuello. Podía jurar que realmente sentía el calor de sus labios sobre la garganta….
Y Tom ni siquiera se había movido.
— Yo puedo decirte qué es —ronroneó él.
— La maldición, ¿no es cierto?
Tom negó con la cabeza mientras alzaba una mano para pasarle muy lentamente el dedo por el pómulo. ______ cerró los ojos con fuerza al sentir una feroz oleada de deseo. Si no lo miraba, quizás fuese capaz de mantenerse firme y no capturar ese dedo con los dientes.
Tom se inclinó un poco más y frotó la mejilla contra la de ella.
— Es el hecho de que puedo percibirte a un nivel que los hombres de tu misma edad no aprecian.
— Es el hecho de que tienes el traseros más firme que he visto en mi vida —dijo Sunshine, interrumpiéndolos—. Por no mencionar que cualquiera se muere al escuchar tu voz. Me gustaría que alguna de vosotras dos me dijera dónde puedo hacerme con uno de éstos.
______ rompió a reír a carcajadas ante el inesperado comentario de Sunshine.
— Míralo —dijo la chica, señalando a Tom con el lápiz. Tenía la mano manchada de pintura gris, al igual que la mejilla derecha—. ¿Cuándo fue la última vez que viste a un hombre tan bien formado, con unos músculos tan tonificados que puedes ver cómo la sangre corre por sus venas? Tu novio es… a ver… está bueno. Está buenísimo —y después añadió con una expresión muy seria: — Está como un camión.
Sunshine giró un poco su cuaderno de bocetos para que ______ pudiese ver su interpretación de Tom.
— ¿Te das cuenta del modo en que la luz resalta el tono dorado de su piel? Da la sensación de que el sol le besara.
______ frunció el ceño. Sunshine tenía razón.
Tom se inclinó hacia ella, con los ojos cafeces repletos de pasión.
— Vuelve a casa conmigo, ______ —le susurró al oído—. Ahora. Déjame que te abrace, que te desnude y que te enseñe cómo quieren los dioses que un hombre ame a una mujer. Te juro que lo recordarás durante el resto de tu vida.
______ cerró los ojos mareada con el aroma del sándalo. El aliento de Tom le acariciaba el cuello y su rostro estaba tan cerca que podía sentir los incipientes pelos de su barba rozándole la mejilla.
Todo su cuerpo quería rendirse ante él. Sí, por favor, sí.
Miró los definidos y duros músculos de los hombros y el hueco de la garganta. ¡Ay, cómo desearía pasar la lengua por esa piel dorada, y comprobar que el resto de su cuerpo era tan sabroso como su boca!
Tom sería espléndido en la cama. No había duda.
Pero ella no significaba nada para él. Nada en absoluto.
— No puedo —balbuceó, dando un paso atrás.
Con la decepción reflejada en los ojos, Tom apartó la mirada y adoptó una actitud brusca y resuelta.
— Podrás —le aseguró.
Interiormente, sabía que Tom tenía razón. ¿Cuánto tiempo sería capaz una mujer de resistirse a un hombre como él?
Alejando esos pensamientos de la mente, miró al otro lado de la calle, a Jackson Brewery .
— Necesitamos comprarte algo que te siente bien.
— No he podido hacer otra cosa; le saca una cabeza a Bill, y es dos veces más ancho de hombros —dijo Selena—. La estupenda idea de que lo trajera conmigo fue tuya.
______ la miró con los ojos entornados.
— De acuerdo. Estaremos en Brewery, por si nos necesitas.
— Muy bien, pero tened cuidado.
— ¿Que tengamos cuidado? —preguntó ______.
Selena señaló a Tom con el dedo gordo.
— Si hay una estampida de mujeres, hazme caso y apártate de su camino. Desde que se fue el último grupo de «admiradoras» no siento el pie derecho.
______ cruzó la calle entre carcajadas. Sabía que Tom iría tras ella; de hecho, sentía su presencia justo a su espalda. Era algo innegable: ese hombre tenía una forma horrorosa de invadir sus pensamientos y sus sentidos.
Ninguno de los dos dijo una palabra mientras atravesaban la atestada galería comercial, y entraban en la primera tienda que vieron.
______ echó un vistazo hasta encontrar la sección de ropa masculina. Cuando la localizó, se dirigió hacia allí.
— ¿Qué estilo de ropa te gusta más? —le preguntó a Tom, mientras se detenía junto al expositor de los vaqueros.
— Para lo que tengo en mente, el nudismo nos vendría bien.
______ puso los ojos en blanco.
— Estás intentando fastidiarme, ¿verdad?
— Tal vez. Debo admitir que me gustas mucho cuando te sonrojas.
Y se acercó a ella.
______ se apartó y dejó que el mostrador de los vaqueros se interpusiera entre ellos.
— Creo que necesitarás por lo menos tres pares de pantalones mientras estés aquí.
Él suspiró y miró atentamente los vaqueros.
— ¿Para qué molestarte si me iré dentro de unas semanas?
______ lo miró furiosa...
— ¡Jesús, Tom! —le espetó, indignada—. Te comportas como si nadie se hubiese preocupado de vestirte en tus anteriores invocaciones.
— No lo hicieron.
______ se quedó paralizada ante el desapasionado tono de su voz.
— ¿Me estás diciendo que durante los últimos dos mil años nadie se ha preocupado de que te pongas algo de ropa encima?
— Sólo en dos ocasiones —le contestó con la misma inflexión monótona—. Una vez, durante una ventisca en Inglaterra, en la época de la Regencia, una de mis invocadoras me cubrió con un camisón rosa de volantes, antes de sacarme al balcón para que su marido no me encontrara en la cama. La segunda vez fue demasiado bochornosa para contártela.
— No tiene gracia. Y no entiendo cómo una mujer puede tener a un hombre al lado durante un mes y no preocuparse de que se vista.
— Mírame, ______ —le dijo, extendiendo los brazos para que contemplara su esbelto y delicioso cuerpo—. Soy un esclavo sexual. Nadie había pensado jamás en ponerme ropa para cumplir con mis obligaciones, antes de que tú llegaras.
La apasionada mirada de Tom la mantenía en un estado de trance, pero el dolor que él intentaba ocultar en las profundidades azules de sus ojos la golpeó con fuerza. Y el golpe le llegó al alma.
— Te aseguro —prosiguió él en voz baja— que una vez me tenían dentro, hacían cualquier cosa por mantenerme allí; en la Edad Media, una de las invocadoras atrancó la puerta y dijo a todo el mundo que tenía la peste.
______ desvió la mirada mientras le escuchaba. Lo que contaba era increíble, pero podía decir —por la expresión de su rostro— que no estaba exagerando ni un ápice.
No era capaz de imaginarse las degradaciones que habría sufrido a lo largo de los siglos. ¡Santo Dios!, la gente trataba a los animales mejor de lo que le habían tratado a él.

CAPITULO # 13 (FIN DEL MARATOM)

No era capaz de imaginarse las degradaciones que habría sufrido a lo largo de los siglos. ¡Santo Dios!, la gente trataba a los animales mejor de lo que le habían tratado a él.
— ¿Te invocaban y ninguna de ellas conversaba contigo, ni te daba ropa?
— La fantasía de todo hombre, ¿no es cierto? Tener a un millón de mujeres dispuestas a arrojarse a tus brazos, sin compromisos ni promesas. Sin buscar otra cosa que tu cuerpo y las pocas semanas de placer que puedes proporcionarles —el tono ligero no consiguió ocultar la amargura que le invadía.
Puede que ésa fuese la fantasía de cualquier hombre, pero estaba claro que no era la de Tom.
— Bueno —dijo ______, volviendo a los vaqueros—, yo no soy así, y vas a necesitar llevar algo encima cuando salgamos.
La mirada que él le dedicó fue tan iracunda que dio un involuntario paso hacia atrás.
— No me maldijeron para ser mostrado en público, ______. Estoy aquí para servirte a ti, y sólo a ti.
Qué bien sonaba eso. Pero ni aún así iba a darse por vencida. No podía utilizar a otro ser humano de la forma que Tom describía. Estaba mal y no sería capaz de seguir viviendo consigo misma si le hacía eso.
— Me da igual —dijo, decidida—. Quiero que salgas conmigo y vas a necesitar ropa —y comenzó a mirar las tallas de los pantalones.
Tom guardó silencio.
______ alzó los ojos y captó la tenebrosa y encolerizada mirada de él.
— ¿Qué?
— ¿Qué de qué? —espetó él.
— Nada. Vamos a ver cuál de éstos te queda mejor —cogió unos cuantos vaqueros de diferentes tallas y se los ofreció. Por el modo en que Tom reaccionó, cualquiera habría pensado que le estaba dando una mierda de perro.
Sin hacer caso de su amenazante apariencia, ______ le empujó hacia los probadores y cerró con fuerza la puerta de uno de los compartimentos tras él.
Tom se quedó paralizado al entrar en el pequeño cubículo. Su imagen le asaltó súbitamente desde tres ángulos diferentes. Durante un minuto, fue incapaz de respirar mientras luchaba contra el irrefrenable deseo de huir del estrecho y reducido habitáculo. No podía hacer un solo movimiento sin darse un golpe con la puerta o con los espejos.
Pero aún peor que la claustrofobia, fue enfrentarse a la imagen de su rostro. Hacía siglos que no contemplaba su reflejo. El hombre que tenía delante se parecía tanto a su padre que le entraron deseos de hacer pedazos el cristal. Tenían los mismos rasgos angulosos y la misma mirada desdeñosa.
Lo único que no compartían era la profunda e irregular cicatriz que atravesaba la mejilla izquierda de su progenitor.
Por primera vez en incontables siglos, Tom contempló la desagradable imagen de las tres trenzas que le identificaban como general, y que le caían sobre el hombro.
Alzó una temblorosa mano y las tocó mientras hacía algo que no había hecho en mucho tiempo: recordar el día que se ganó el derecho a llevarlas.
Durante la batalla de Tebas, el general que les comandaba cayó abatido y las tropas macedonias comenzaron a replegarse aterrorizadas. Él agarró la espada del general, reagrupó a sus hombres y les condujo a la victoria, aplastando a los romanos.
El día posterior a la lucha, la Reina de Macedonia en persona le trenzó el cabello y le regaló las tres cuentas de cristal que las sujetaban en los extremos.
Tom encerró las pequeñas bolitas en un puño.
Esas trenzas habían pertenecido al que una vez fuera un orgulloso y heroico general macedonio, cuyo ejército fue tan poderoso que obligó a los romanos a dispersarse aterrorizados.
El recuerdo le atormentaba.
Bajó la mirada hacia el anillo que llevaba en la mano derecha. Un anillo que había estado allí tanto tiempo que ya no era consciente de que existía; hacía mucho que había olvidado su significado.
Pero las trenzas…
No había pensado en ellas desde hacía muchos, muchos siglos.
Tocándolas en ese momento, recordaba al hombre que una vez fue. Recordaba los rostros de sus familiares. A la gente que se apresuraba a servirle. A aquéllos que le temían y le respetaban.

Recordaba una época en la que él mismo gobernaba su destino, y el mundo conocido se extendía ante él para ser conquistado. 



Hola! como estan? Espero que esten bien :) .. Bueno aqui esta el maratom xD espero que les este gustando esta historia que a mi en lo personal me gusto :D ... cada vez se pone mas interesante, yo llore con esta historia porque en este caso TOM sufrio mucho en su pasado y los recuerdos lo atormentan :(( pero ya veran lo que pasara despues, les aseguro que tambien lloraran y se engancharan con la historia que esta muuuuy bonita. Bueno sin mas que decir me despido y que esten bien ADIOS

1 comentario:

  1. Sii da mucha penita el castigo que ha recibido Tom y peor aún que esas mujeres lo hayan tratado así!!

    Pobreee .. Solo espero que haya un final feliz :D

    ResponderEliminar