lunes, 27 de enero de 2014

Capitulos de Maratom

CAPITULO # 17

Tom caminaba tras ellas, escuchando sus bromas mientras salían de la tienda.
Afortunadamente, ______ había encontrado aparcamiento justo en el estacionamiento del centro comercial.
Tom las observó dejar las bolsas en el coche. Si lo pensaba un poco, tenía que admitir que le gustaba el hecho de que ______ estuviese tan interesada en ayudarlo.
Nadie lo había estado antes.
Había recorrido el camino de su existencia en solitario, apoyándose en su inteligencia y en su fuerza. Incluso antes de ser maldecido estaba cansado de todo. Cansado de la soledad, de no contar con nadie en este mundo y, lo más importante, de no tener a nadie que se preocupara por él. 
Era una pena que no hubiese conocido a ______ antes de la maldición. Ella habría sido un bálsamo para su inquietud. Pero de todos modos, las mujeres de su época no se parecían a las actuales; esas mujeres lo trataban como a una leyenda a la que temer o aplacar, pero ______ lo miraba como a un igual.
¿Qué tenía ______ que la hacía parecer única? ¿Qué había en ella que le permitía llegar a lo más hondo de su alma, cuando su propia familia le había dado la espalda?
No estaba muy seguro. Pero era una mujer muy especial. Un corazón puro en un mundo plagado de egoísmo. Nunca había creído posible encontrar a alguien como ella.
Incómodo ante el rumbo que estaban tomando sus pensamientos, echó un vistazo a la multitud. Nadie parecía molesto con el opresivo calor reinante en aquella extraña ciudad.
Captó la discusión que una pareja mantenía justo enfrente de donde ellos se encontraban; la mujer estaba enfadada porque su marido se había olvidado algo. Con ellos había un niño, de unos tres o cuatro años, que caminaba entre ambos.
Tom les sonrió. No podía recordar la última vez que había visto a una familia inmersa en sus quehaceres. La imagen despertó una parte de él que apenas si recordaba tener. Su corazón. Se preguntó si esas personas sabrían el regalo que suponía tenerse los unos a los otros.
Mientras la pareja continuaba con la discusión, el niño se detuvo. Algo al otro lado de la calle había captado su atención. 
Tom contuvo el aliento al darse cuenta de lo que el niño estaba a punto de hacer.
______ cerró en ese momento el maletero del coche.
Por el rabillo del ojo, vio una mancha azul que cruzaba la calle a toda carrera. Le llevó un segundo darse cuenta de que se trataba de Tom, atravesando como una exhalación el aparcamiento. Frunció el ceño, extrañada, y entonces vio al pequeñín que se internaba en la calle atestada de coches. 
— ¡Oh, Dios mío! —jadeó cuando escuchó que los vehículos comenzaban a frenar en seco.
— ¡Steven! —gritó una mujer.
Con un movimiento propio de una película, Tom saltó el muro que separaba el aparcamiento de la calle, cogió al niño al vuelo y protegiéndolo sobre su pecho, se abalanzó sobre la luna del coche que acababa de frenar, dio un salto lateral y acabó en el otro lado.
Aterrizaron a salvo en el otro carril, un segundo antes de que otro coche colisionara con el primero y se abalanzara directamente sobre ellos.
Horrorizada, ______ observó cómo Tom se subía de un salto a la capota de un viejo Chevy, se deslizaba por el parabrisas y se dejaba caer al suelo, rodando unos cuantos metros hasta detenerse por fin y quedarse inmóvil, tendido de costado.
El caos invadió la calle, que se llenó de gritos y chillidos, mientras la multitud rodeaba el escenario del accidente.
______ no podía dejar de temblar. Aterrorizada, cruzó la muchedumbre, intentando llegar al lugar donde había caído Tom.
— Por favor, que esté bien; por favor, que esté bien —murmuraba una y otra vez, suplicando que hubiesen sobrevivido al golpe.
Cuando logró atravesar la marea humana y llegó al lugar donde había caído, vio que Tom no había soltado al niño. Aún lo tenía firmemente sujeto, a salvo entre sus brazos.
Incapaz de creer lo que veía, se detuvo con el corazón desbocado.
¿Estaban vivos?
— No he visto nada igual en mi vida —comentó un hombre tras ella.
Todos los congregados eran de la misma opinión. 
Cuando vio que Tom comenzaba a moverse, se acercó muy despacio y muy asustada.
— ¿Estás bien? —escuchó que le preguntaba al niño.
El pequeño contestó con un lastimero aullido.

CAPITULO # 18

Ignorando el ensordecedor grito, Tom se puso en pie, lentamente, con el niño en brazos.
¿Cómo se las había arreglado para mantener cogido al pequeño?
Se tambaleó un poco y volvió a recuperar el equilibrio sin soltar al niño.
______ le ayudó a mantenerse en pie sujetándole por la espalda.
— No deberías haberte levantado —le dijo cuando vio la sangre que le empapaba el brazo izquierdo.
Él no pareció prestarle atención.
Tenía una extraña y lúgubre mirada.
— ¡Shh! Ya te tengo —murmuró—. Ahora estás a salvo.
Esta actitud la dejó asombrada. Aparentemente, no era la primera vez que consolaba a un niño. Pero, ¿cuándo habría estado un soldado griego cerca de un niño?
A menos que hubiera sido padre.
La mente de ______ giraba a velocidades de vértigo, sopesando las posibilidades, mientras Tom dejaba a la llorosa criatura en brazos de su madre, que sollozaba aún más fuerte que el niño.
¡Señor!, ¿era posible que Tom hubiese tenido hijos? Y si era cierto, ¿dónde estaban esos niños?
¿Qué les habría sucedido?
— Steven —gimoteó la mujer mientras abrazaba al niño—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no te alejes de mi lado?
— ¿Está bien? —preguntaron al unísono el padre del niño y el conductor, dirigiéndose a Tom.
Haciendo una mueca, se pasó la mano por el brazo izquierdo para comprobar los daños sufridos.
— Sí, no es nada —contestó, pero ______ percibió la rigidez de su pierna izquierda, donde le había golpeado el coche.
— Necesitas que te vea un médico —le dijo, mientras Selena se acercaba.
— Estoy bien, de verdad —le contestó con una débil sonrisa, y entonces bajó la voz para que sólo ella pudiese escucharle—; pero he de confesar que los carros hacían menos daño que los coches cuando te chocabas con ellos.
A ______ le horrorizó su inoportuno sentido del humor.
— ¿Cómo puedes bromear con esto?, creía que habías muerto.
Él se encogió de hombros.
Mientras el hombre le daba profusamente las gracias por haber salvado a su hijo, ______ echó un vistazo a su brazo; la sangre manaba justo por encima del codo, pero se evaporaba al instante, como si se tratara de un efecto especial propio de una película.
De pronto, Tom apoyó todo su peso sobre la pierna herida, y la tensión que se reflejaba en su rostro desapareció. 
______ intercambió una atónita mirada con Selena, que también se había percatado de lo que acababa de suceder. ¿Qué demonios había hecho Tom?
¿Era humano, o no?
— No puedo agradecérselo lo suficiente —insistía el hombre—, creía que los dos habían muerto.
— Me alegro de haberle visto a tiempo —susurró Tom. Extendió la mano hacia el niño.
Estaba a punto de acariciar los castaños rizos del pequeño cuando se detuvo. ______ observó las emociones que cruzaban por su rostro antes de que él recuperara su actitud estoica y retirara la mano.
Sin decir una palabra, volvió al aparcamiento.
— ¿Tom? —le llamó, apresurándose para darle alcance—. ¿De verdad estás bien?
— No te preocupes por mí, ______. Mis huesos no se rompen, y rara vez sangro —en esta ocasión, la amargura de su voz era indiscutible—. Es un regalo de la maldición. Las Parcas prohibieron mi muerte para que no pudiera escapar a mi castigo.
______ se encogió al ver la angustia que reflejaban sus ojos.
Pero no sólo estaba interesada en el hecho de que hubiese sobrevivido al accidente, también quería preguntarle sobre el niño, sobre su modo de mirarlo —como si hubiese estado reviviendo una horrible pesadilla. Pero las palabras se le atragantaron.
— Tío, te mereces una recompensa —le dijo Selena al alcanzarles—. ¡Vamos a la Praline Factory!
— Selena, no creo que…
— ¿Qué es Praline ? —preguntó él.
— Es ambrosía Cajun —explicó Selena—. Algo que debería estar a tu altura.
En contra de las protestas de ______, Selena les condujo hacia la escalera mecánica. Subió al primer escalón y se dio la vuelta para mirar a Tom, que subía en medio de las dos.
— ¿Cómo hiciste para saltar sobre el coche? ¡Fue increíble!
Tom encogió los hombros.
— ¡Vamos, hombre no seas modesto! Te parecías a Keanu Reeves en Matrix. ______, ¿te fijaste en el movimiento que hizo?
— Sí, lo vi —dijo en voz queda, percibiendo lo incómodo que se sentía Tom ante los halagos de Selena.
También percibió la forma en que las mujeres a su alrededor lo miraban boquiabiertas.
Tom tenía razón. No era normal. Pero, ¿cuántas veces podía contemplarse un hombre como él en carne y hueso?, ¿un hombre que exudara ese brutal atractivo sexual?
Era un saco de feromonas andantes.
Y ahora un héroe.

CAPITULO # 19 (FIN DEL MARATOM)


Y ahora un héroe.
Pero, sobre todo, era un misterio; al menos para ella. Se moría por conocer unas cuantas cosas sobre él. Y, de una u otra forma, conseguiría averiguarlas durante el mes que tenían por delante.
 
Cuando llegaron a la Praline Factory, en el último piso, ______ compró dos Pralines de azúcar y nueces y una Coca Cola. Sin pensarlo dos veces, le ofreció un praline a Tom. Pero en lugar de cogerlo, él se inclinó y le dio un bocado mientras ella lo sostenía.
Paladeó el sabor azucarado de una forma que hizo que a ______ le subiera la temperatura; sus ojos cafeces no dejaron de mirarla mientras degustaba el dulce, como si deseara que fuese su cuerpo lo que saboreaba en aquel momento.
— Tenías razón —dijo con esa voz ronca que hacía que se le pusiese la piel de gallina—. Está delicioso.
— ¡Guau! —dijo la vendedora desde el otro lado del mostrador—. Ese acento no es de por aquí cerca. Usted debe venir de lejos.
— Sí —contestó Tom—. No soy de aquí.
— ¿Y de dónde es? 
— De Macedonia.
— Eso no está en California, ¿verdad? —preguntó la chica—. Parece uno de esos surferos que se ven por la playa.
Tom frunció el ceño.
— ¿California?
— Es de Grecia —informó Selena a la chica.
— ¡Ah! —exclamó ella.
Tom arqueó una acusadora ceja.
— Macedonia no es…
— Colega —dijo Selena, con los labios manchados de praline—, por estos contornos puedes sentirte afortunado si encuentras a alguien que conozca la diferencia.
Antes de que ______ pudiera responder a las bruscas palabras de Selena, Tom le colocó las manos en la cintura y la alzó hasta apoyarla sobre su pecho.
Se inclinó y atrapó su labio inferior con los dientes para, acto seguido, acariciarlo con la lengua. A ______ comenzó a darle vueltas todo tras el tierno abrazo. Tom profundizó el beso un momento antes de soltarla y alejarse de ella.
— Tenías azúcar —le explicó con una traviesa sonrisa, que hizo que sus hoyuelos aparecieran en todo su esplendor.
______ parpadeó, sorprendida ante lo rápido que su beso había despertado su pasión, y lo refrescante que parecía al mismo tiempo.
— Podías habérmelo dicho.
— Cierto, pero de este modo fue mucho más divertido.
______ no pudo rebatir su argumento.
Con pasos rápidos, se alejó de él e intentó ignorar la sonrisa maliciosa de Selena.
— ¿Por qué me tienes tanto miedo? —le preguntó Tom inesperadamente, mientras se ponía a su lado.
— No te tengo miedo.
— ¿Ah, no? ¿Y entonces qué es lo que te asusta? Cada vez que me acerco a ti, te encoges de miedo. 
— No me encojo —insistió ______. Joder, ¿es que había eco?
Tom alargó el brazo y se lo pasó por la cintura. Ella se apartó con rapidez.
— Te has encogido —le dijo acusadoramente, mientras regresaban a la escalera mecánica.
______ bajaba un escalón por delante de Tom, y él le pasó los brazos por los hombros y apoyó la barbilla sobre su cabeza. Su presencia la rodeaba por completo, la envolvía y hacía que se sintiera extrañamente mareada y protegida.
Miró fijamente la fuerza que desprendían esas manos morenas y grandes bajo las suyas. La forma en las venas se marcaban, resaltando su poder y su belleza. Al igual que el resto de su cuerpo, sus manos y sus brazos eran magníficos.
— Nunca has tenido un orgasmo, ¿verdad? —le susurró él al oído.
______ se atragantó con el Praline.
— Éste no es lugar para hablar de eso.
— He acertado, ¿verdad? —le preguntó—. Por eso…
— No es eso —le interrumpió ella—; de hecho sí que he tenido algunos.
Vale, era una mentira. Pero él no tenía por qué averiguarlo.
— ¿Con un hombre?
— ¡Tom! —exclamó—. ¿Qué os pasa a Selena y a ti con ese afán de discutir sobre mi vida privada en público?
Él inclinó aún más la cabeza, acercándola tanto a su cuello que ______ podía sentir el roce de su aliento sobre la piel, y oler su cálido aroma a limpio.
— ¿Sabes, ______? Puedo proporcionarte placeres tan intensos que no serías capaz de imaginarlos.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Le creía.
Sería tan fácil dejar que le demostrara sus palabras…
Pero no podía. Estaría mal y, sin tener en cuenta lo que él dijese, acabaría remordiéndole la conciencia. Y en el fondo, sospechaba que a él también. 
Se echó hacia atrás, lo justo para mirarlo a los ojos.
— ¿Se te ha ocurrido pensar que quizás no me interese tu propuesta?
Sus palabras le dejaron perplejo.
— ¿Y eso cómo es posible?
— Ya te lo he dicho. La próxima vez que comparta mi intimidad con un hombre, quiero que estén involucradas muchas más partes además de las obvias. Quiero tener su corazón. 
Tom miró sus labios con ojos hambrientos.
— Te aseguro que no lo echarías de menos.
— Sí que lo haría.
Estremeciéndose como si lo hubiese abofeteado, Tom se irguió.
______ sabía que acababa de tocar otro tema espinoso. Como quería descubrir más cosas sobre él, se dio la vuelta y lo miró a los ojos.
— ¿Por qué es tan importante para ti que yo acceda? ¿Te ocurrirá algo si no cumplo con mi parte?
Él rió amargamente.
— Como si las cosas pudiesen empeorar más.
— Entonces, ¿por qué no te dedicas a disfrutar el tiempo que pases conmigo sin pensar en… —y bajó la voz— el sexo?
Los ojos de Tom llamearon.
— ¿Disfrutar con qué? ¿Conociendo a personas cuyos rostros me perseguirán durante toda la eternidad? ¿Crees que me divierte mirar a mi alrededor sabiendo que en unos días me arrojarán de nuevo al agujero vacío y oscuro donde puedo oír, pero no puedo ver, saborear, sentir ni oler, dónde mi estómago se retuerce constantemente de hambre y la garganta me arde por la sed que no puedo satisfacer? Tú eres lo único que me está permitido disfrutar. ¿Y me negarías ese placer?
Los ojos de ______ se llenaron de lágrimas. No quería hacerle daño. No era su intención.
Pero Paul había utilizado un truco similar para ganarse su simpatía y llevársela a la cama; y eso le había destrozado el corazón.
Tras la muerte de sus padres, Paul le había asegurado que la cuidaría. Había estado junto a ella, consolándola y sosteniéndola. Y, cuando finalmente confío en él por completo y le entregó su cuerpo, él le hizo tanto daño y, de forma tan cruel, que aún sentía el alma desgarrada.


Hola!! aqui otro maratom!! espero y les este gustando la historia, con respecto al comentario que me dejaron! ya no recuerdo ni el usuario ni contraseña de NOVIO OBSECIVO Y AGRESIVO lo siento!!! es que como tengo muchas cuentas todas se me olvidan :( no me maten xD Bueno que esten bien y nos vemos en la proxima actualizacion :))

1 comentario:

  1. Ay pobre mi Tom
    tan sufridoo!! :/

    Yo para no pasar por esos problemas tengo dos contraseñas en todas mis cuentas :P
    Siguelaaa me encanta la fic xD

    ResponderEliminar