CAPITULO 2
Unas horas más tarde, ______
suspiró al abrir la puerta de su dúplex y poner el pie en el suelo encerado del
vestíbulo. Dejó el montón de cartas que llevaba en la mano sobre la antigua
mesa de alas abatibles, que decoraba el rincón adyacente a la escalera, y cerró
la puerta tras ella, echando el pestillo. Las llaves fueron a parar al lado de
la correspondencia.
Mientras se quitaba a tirones
los zapatos negros de tacón, el silencio le golpeó los oídos y se le formó un
nudo en la garganta. Todas las noches la misma rutina tranquila: entrar a un
hogar vacío, clasificar el correo, leer un libro, llamar a Selena, comprobar el
contestador e irse a la cama.
Selena tenía razón, la vida de
______ era una aburrida y escueta investigación sobre la monotonía.
A los veintinueve años, ______
estaba muy cansada de su vida.
¡Demonios!, incluso Jamie —el
incansable buscador de tesoros nasales— comenzaba a parecer atractivo.
Bueno, quizás Jamie no. Y
menos su nariz, pero seguro que había alguien ahí afuera, en algún lugar, que
no era un cretino.
¿O no?
Mientras subía las escaleras,
decidió que vivir de forma independiente no era tan espantoso. Al menos, tenía
mucho tiempo para dedicar a sus entretenimientos favoritos.
O también podría buscar nuevos
pasatiempos, pensaba mientras caminaba por el pasillo que llevaba a su
dormitorio. Algún día, encontraría un entretenimiento divertido.
Cruzó la habitación y dejó
caer los zapatos junto a la cama. No tardó nada en cambiarse de ropa.
Acababa de recogerse el pelo
en una coleta cuando sonó el timbre.
Bajó de nuevo las escaleras
para dejar pasar a Selena.
Tan pronto como abrió la
puerta, su amiga le soltó enojada:
— No irás a ponerte eso esta
noche, ¿verdad?
______ echó un vistazo a los
vaqueros llenos de agujeros y después se fijó en su enorme camiseta de manga
corta.
— ¿Desde cuándo te preocupa mi
aspecto? —Y entonces lo vio; en la enorme cesta de mimbre que Selena utilizaba
para llevar las compras—. ¡Uf! No. Ese libro otra vez, no.
Con una expresión ligeramente
irritada, Selena le contestó:
— ¿Sabes cuál es tu problema,
______?
______ miró al techo, rogando
a los cielos un poco de ayuda. Desafortunadamente, no la escucharon.
— ¿Cuál? ¿Que no me trastorna
la luz de la luna y que no arrojo mi gordo y pecoso cuerpo sobre cualquier
hombre que conozco?
— Que no tienes ni idea de lo
encantadora que eres en realidad.
Mientras ______ se quedaba
allí plantada, muda de asombro ante el poco frecuente comentario, Selena llevó
el libro a la salita de estar y lo colocó sobre la mesita de café. Sacó el vino
de la cesta y se dirigió a la cocina.
______ no se molestó en
seguirla. Había encargado una pizza antes de salir del trabajo, y sabía que
Selena estaría buscando unas copas.
Empujada por un resorte
invisible, ______ se acercó a la mesita donde estaba el libro.
Espontáneamente, extendió la
mano y tocó la suave cubierta de cuero. Podría jurar que había sentido una
caricia en la mejilla.
Qué ridiculez.
No crees en esta basura.
______ pasó la mano por el
cuero y notó que no había título, ni ninguna otra inscripción. Abrió la tapa.
Era el libro más extraño que
había visto en su vida. Las páginas parecían haber formado parte,
originariamente, de un rollo de pergamino, que más tarde había sido
transformado en un libro
El amarillento papel se arrugó
bajos sus dedos al pasar la primera página; en ella había un elaborado un símbolo
hecho a mano, formado por la intersección de tres triángulos y la atrayente
imagen de tres mujeres unidas por varias espadas.
______ frunció el ceño
esforzándose por recordar si aquello podía ser una especie de antiguo símbolo
griego.
Aún más intrigada que antes,
pasó unas cuantas páginas y descubrió que estaba completamente en blanco,
excepto aquellas tres hojas…
Qué extraño…
Debía de haber sido algún tipo
de cuaderno de bocetos de un pintor, o de un escultor, decidió. Eso sería lo
único que explicase que las páginas estuviesen en blanco. Algo tuvo que suceder
antes de que el artista tuviera oportunidad de añadir algo más al libro.
Pero eso no acababa de
explicar por qué las páginas parecían mucho más antiguas que la encuadernación…
Retrocedió hasta llegar al
dibujo del hombre, y observó con atención la inscripción que había sobre él,
pero no pudo sacar nada en claro. Al contrario que Selena, ella evitó las
clases de lenguas antiguas en la facultad como si fueran veneno; y si no
hubiese sido por su amiga, jamás habría superado aquella parte fundamental en
su currículum.
— Definitivamente, creo que es
griego —dijo sin aliento cuando volvió a mirar al hombre.
Era sorprendente.
Absolutamente perfecto e incitante.
Increíblemente fascinante.
Cautivada por completo, se
preguntó cuánto tiempo se tardaría en hacer un dibujo tan perfecto. Alguien
debía haber pasado años dedicado a la tarea; porque aquel tipo parecía estar
preparado para saltar del libro y meterse en su casa.
Selena se detuvo en la entrada
y observó cómo ______ miraba fijamente a Tom. Nunca la había visto tan
extasiada desde que la conocía.
Bien.
Quizás Tom pudiese ayudarla.
Cuatro años eran demasiado
tiempo.
Pero Paul había sido un cerdo
narcisista y desconsiderado. Se había comportado de un modo tan cruel con
______ y con sus sentimientos, que incluso la había hecho llorar la noche que
perdió la virginidad.
Y ninguna mujer merecía
llorar. No cuando estaba con alguien que había prometido cuidar de ella.
Tom sería definitivamente
bueno para ______. Un mes con él y olvidaría todo lo referente a Paul. Y, una
vez que descubriera lo bien que sabía el sexo compartido y real, se liberaría
de la crueldad de Paul para siempre.
Pero, primero, tenía que
conseguir que su testaruda amiguita fuese un poco más obediente.
— ¿Has encargado la pizza? —le
preguntó mientras le ofrecía una copa de vino.
______ la cogió con un gesto
distraído. Por alguna razón, no podía apartar los ojos del dibujo.
— ¿______?
Parpadeó y se obligó a mirar
hacia arriba.
— ¿Hum?
— Te pillé mirando —bromeó
Selena.
______ se aclaró la garganta.
— ¡Oh, por favor!, no es más
que un pequeño dibujo en blanco y negro.
— Cielo, en ese dibujo no hay
nada pequeño.
— Selena, eres mala.
— Completamente cierto. ¿Más
vino?
Y como si hubiesen estado
esperando el momento preciso, sonó el timbre.
— Yo voy —dijo Selena,
colocando el vino en la mesita del teléfono para dirigirse al recibidor.
Unos minutos después, volvió a
la salita. Hasta ______ llegó el maravilloso aroma de la enorme pizza de
pepperoni y sus pensamientos dejaron a un lado el libro. Y al hombre cuya
imagen parecía haberse grabado en su subconsciente.
Pero no resultó fácil.
De hecho, cada minuto que
pasaba parecía más difícil.
¿Qué demonios le pasaba? Era
la Reina de Hielo. Ni siquiera Brad Pitt o Brendan Fraser despertaban sus
deseos. Y a ellos los veía en color.
¿Qué había de extraño en aquel
dibujo?
¿En él?
Mordisqueó la pizza y se
cambió de asiento. Se acomodó en un sillón en la otra punta de la sala, a modo
desafío personal. Sí. Demostraría a Selena y al libro que ella dominaba la
situación.
Después de cuatro porciones de
pizza, dos pastelitos de chocolate, cuatro copas de vino y una película, se
reían a más no poder tumbadas en el suelo sobre los cojines del sofá mientras
veían Dieciséis velas.
— «Dices que es tu cumpleaños»
—comenzó Selena a cantar, y acto seguido golpeó el suelo como si de unos bongos
se tratara— «También es el mío».
______ le golpeó la cabeza con
un cojín y le dio la risa tonta al comprobar los efectos del vino.
— ¿______? —dijo Selena
burlona—. ¿Estás achispada?
______ volvió a reírse.
— Más bien, agradablemente
contenta. Maravillosamente contenta.
Selena se rió de ella y le
deshizo la coleta.
— Entonces, ¿estás dispuesta a
hacer un pequeño experimento?
— ¡No! —gritó ______ con
énfasis, sujetándose los mechones de pelo tras las orejas—. No quiero utilizar
la Ouija, ni hacer lo del péndulo y te juro que si veo una sola carta del Tarot
o una runa, te vomitaré encima los pastelitos.
Mordiéndose el labio, Selena
cogió el libro y lo abrió.
CAPITULO 2 (PARTE 1)
Las doce menos cinco.
Sostuvo el dibujo para que
______ lo observara y señaló aquel increíble cuerpo.
— ¿Qué opinas de él?
______ lo miró y sonrió.
— Está para relamerse,
¿verdad?
Bueno, definitivamente la cosa
iba progresando. No conseguía recordar la última vez que ______ le había
dedicado un cumplido a un hombre. Movió juguetonamente el libro frente al
rostro de su amiga.
— Venga, _____. Admítelo.
Deseas a este bombón.
— Si te digo que no le dejaría
salir de mi cama ni a cambio de unas galletas saladas, ¿me dejarías en paz?
— Puede. ¿A qué más
renunciarías por mantenerlo en tu cama?
______ puso los ojos en blanco
y apoyó la cabeza sobre un cojín.
— ¿A comer sesos de mono a la
plancha?
— Ahora soy yo la que va a
vomitar.
— No estás prestando atención
a la película.
— Lo haré si pronuncias este
hechizo tan cortito.
______ alzó las manos y
suspiró. Sabía que no merecía la pena discutir con Selena… tenía aquella
expresión. No se detendría hasta salirse con la suya, ni aunque cayese un
meteorito sobre ellas en ese mismo momento.
Además, ¿qué había de malo? Ya
hacía mucho tiempo que sabía que ninguno de los estúpidos rituales y
encantamientos de Selena funcionaban.
— Vale, si así te sientes
mejor, lo haré.
— ¡Sí! —gritó Selena y la
agarró de un brazo para ponerla en pie—. Necesitamos salir al porche.
— Muy bien, pero no voy a
cortarle el cuello a un pollo, ni voy a beber nada asqueroso.
Con la sensación de ser una
niña a la que habían dejado dormir en casa de una amiga, y que acababa de
perder en el juego de Verdad-Atrevimiento, dejó que Selena la precediera a
través de la puerta corredera de cristal que daba al porche. El aire húmedo
llenó sus pulmones, escuchó a los grillos cantar y descubrió miles de estrellas
brillando sobre su cabeza. ______ supuso que era una noche perfecta para
invocar a un esclavo sexual.
Se rió por lo bajo.
— ¿Qué quieres que haga? —le
preguntó a Selena—. ¿Pedir un deseo a un planeta?
Selena negó con la cabeza y la
colocó en mitad de un rayo de luna que se colaba entre los árboles y el alero
del tejado. Le ofreció el libro.
— Apóyalo en el pecho y
abrázalo con fuerza.
— ¡Oh, nene! —dijo ______ con
fingido deseo mientras envolvía amorosamente el libro con sus brazos y lo
acercaba a su pecho, como si de un amante se tratara—. Me pones tan cachonda…
No puedo esperar a hundir mis dientes en ese maravilloso cuerpo que tienes.
Selena se rió.
— Para. ¡Esto es serio!
— ¿Serio? Por favor. Estoy
aquí fuera en mitad del porche, el día de mi trigésimo cumpleaños, descalza,
con unos vaqueros a los que mi madre les prendería fuego y abrazando un
estúpido libro para invocar a un esclavo sexual griego que está en el más allá
—miró a Selena—. Sólo conozco una manera de hacer que esto sea aún más
ridículo…
Sosteniendo el libro con una
sola mano, extendió los brazos a ambos lados, echó la cabeza hacia atrás y
comenzó a rogar al oscuro cielo:
— ¡Oh! Fabuloso esclavo
sexual, llévame contigo y hazme todas las cosas escandalosas que sepas. Te
ordeno que te levantes —dijo, alzando las cejas.
Selena resopló.
— Así no es como debes
hacerlo. Tienes que decir su nombre tres veces.
______ se enderezó.
— Esclavo sexual, esclavo
sexual, esclavo sexual.
Con los brazos en jarras,
Selena le lanzó una furiosa mirada.
— Tom de Macedonia.
— ¡Oh! Lo siento —dijo ______
volviendo a apretar el libro sobre el pecho, y cerrando los ojos—. Ven y alivia
el dolor que siento en mis partes bajas, ¡Oh! Gran Tom de Macedonia, Tom de
Macedonia, Tom de Macedonia —se giró para mirar a Selena—. ¿Sabes? Esto es un
poco difícil de pronunciar tres veces seguidas, y tan rápido.
Pero su amiga no le prestaba
la más mínima atención. Estaba muy ocupada mirando por todos lados, esperando la
aparición de un apuesto extraño.
______ acababa de poner otra
vez los ojos en blanco, cuando un ligero soplo de viento cruzó el patio y un
suave aroma a sándalo las envolvió. Volvió a inhalar para recrearse de nuevo en
el agradable olor antes de que se evaporara, y entonces la brisa desapareció,
dejando de nuevo el caluroso y húmedo bochorno, típico de una
noche de agosto.
CAPITULO 2 (PARTE 2)
De repente, se escuchó un
débil sonido procedente del patio trasero, y las hojas de los arbustos se
movieron.
Arqueando una ceja, ______
contempló como las plantas se mecían. Y entonces, el diablillo que había en
ella cobró vida.
— ¡Oh, Dios mío! —farfulló y
señaló a un arbusto del patio trasero—. ¡Selena, mira allí!
Selena se giró a toda prisa
ante el nerviosismo de ______. Un enorme seto se mecía como si hubiese alguien
detrás.
— ¿Tom? —le llamó Selena, y
dio un paso hacia delante.
El arbusto se inclinó y,
súbitamente, un siseo y un miau rompieron el silencio, un segundo antes de que
dos gatos cruzaran el patio como una exhalación.
— Mira, Lanie. Es el señor Don
Gato que viene a poner fin a mi celibato —sostuvo el libro con un brazo y se
llevó el dorso de la mano a la frente, en un simulacro de desmayo—. ¡Oh,
ayúdeme Señora de la Luna! ¿Qué voy a hacer con las atenciones de tan
desacertado pretendiente? Ayúdeme rápido, antes de que me mate a causa de la
alergia.
— Dame ese libro —le espetó
Selena quitándoselo de un tirón. Regresó a la casa mientras pasaba las
páginas—. ¡Joder!, ¿qué he hecho mal?
______ abrió la puerta para
que Selena pasara al fresco interior de la sala.
— No hiciste nada mal, cielo.
Esto es absurdo. ¿Cuántas veces tengo que decirte que hay un viejecillo sentado
en la parte trasera de un almacén, escribiendo toda esta porquería? Apostaría a
que ahora mismo está partiéndose de la risa por lo imbéciles que hemos sido.
— Quizás era necesario hacer
algo más. Me juego lo que sea a que hay algo en los primeros párrafos que no
puedo interpretar. Debe ser eso.
______ cerró la puerta de
cristal y suplicó un poco más de paciencia.
Y me llama testaruda, ¡a mí!
El teléfono sonó en ese
instante y, al contestarlo, ______ escuchó la voz de Bill preguntado por
Selena.
— Es para ti —dijo alargándole
el auricular.
Selena lo cogió.
— ¿Sí? —se mantuvo en silencio
unos minutos. ______ podía escuchar la voz nerviosa de Bill. Por la repentina
palidez del rostro de su amiga, dedujo que algo había pasado.
— Vale, vale. Llegaré
enseguida. ¿Estás seguro de que te encuentras bien? Vale, te quiero. Voy de
camino… no hagas nada hasta que yo llegue.
______ sintió un horrible nudo
en el estómago. Una y otra vez, volvía a ver al policía en la puerta de su
dormitorio, y a escuchar su desapasionada voz: Siento mucho informarle…
— ¿Qué pasa? —preguntó ______.
— Bill se ha caído jugando a
baloncesto y se ha roto un brazo.
Dejó escapar el aliento más
tranquila. Gracias Señor, no ha sido un accidente de coche.
— ¿Se encuentra bien?
— Dice que sí. Sus amigos le
llevaron a un médico de guardia que le hizo una radiografía antes de que se marcharan.
Me dijo que no me preocupara, pero creo que es mejor que vuelva a casa.
— ¿Quieres que te lleve en mi
coche?
Selena negó con la cabeza.
— No, has tomado demasiado
vino; yo he bebido menos. Además, estoy segura de que no es nada serio. Pero ya
sabes lo aprensiva que soy. Quédate aquí y disfruta de lo que queda de
película. Te llamaré mañana por la mañana.
— Vale. Avísame si es grave.
Selena cogió el bolso y sacó
las llaves. Se detuvo a mitad de camino y le alargó el libro a ______.
— ¡Qué demonios! Quédatelo.
Supongo que en los próximos días te ayudará a reírte a carcajadas cada vez que
te acuerdes de lo idiota que soy.
— No eres idiota. Simplemente,
un poco excéntrica.
— Eso es lo que decían de Mary
Todd Lincoln . Hasta que la encerraron.
______ cogió el libro,
riéndose a carcajadas, y observó como Selena caminaba hacia su coche.
— Ten cuidado —gritó desde la
puerta—. Y gracias por el regalo, y por lo que esté por venir.
Selena le dijo adiós con la
mano antes de subirse a su Jeep Cherokee de color rojo brillante y alejarse.
Con un suspiro de cansancio,
______ cerró la puerta, echó el pestillo y arrojó el libro al sofá.
— No te vayas a ningún lado,
esclavo sexual.
______ se rió de su propia
estupidez. ¿Acabaría alguna vez Selena con todas aquellas majaderías?
Apagó el televisor y llevó los
platos sucios al fregadero. Mientras lavaba las copas, vio un repentino
fogonazo.
Durante un segundo, pensó que
se trataba de un relámpago.
Hasta que se dio cuenta de que
había sido dentro de la casa.
— ¿Qué dem…?
Soltó la copa y fue hacia la
salita de estar. Al principio no vio nada. Pero según se acercaba a la puerta,
percibió una presencia extraña. Algo que le puso la piel de gallina.
Entró en la estancia con mucho
cuidado y vio una figura alta, de pie delante del sofá. Era un hombre. Un
hombre muy apuesto. ¡Un hombre desnudo!
O__________O que no por qué ¿termino ahí? nooooo por qué
ResponderEliminaresta buenisima la fic sigue pronto por favor ^_^
Que estés bien
Ciao :)
O.O muerooo!! Ya al fin Selene le atinoo.. Awww muerooo esta buenizimaaa.. Siguelaa subee porfaaa..
ResponderEliminarZorry xq no pude comentar ando muy ocupada.. Pero subee yo igual comentare tarde pero lo hare :)